Al igual que sometemos a chequeos periódicos a otras partes de nuestro organismo, los dermatólogos aconsejan hacer una revisión de la piel al menos una vez al año y es precisamente la primavera el momento ideal para ello. Por un lado, sale del letargo invernal con un aspecto mustio y carente de vitalidad. Por otro, exige prepararse de cara a los rigores del verano.

 

Preparar la piel para lucirla en condiciones, optimizar su apariencia y solucionar posibles problemas: esos son los tres objetivos fundamentales de someter en este momento del año a nuestra piel a un reconocimiento médico. Y es que, además de su aspecto, la salud de nuestra piel es un perfecto indicativo de nuestro bienestar integral.

Por otro lado, y al igual que ocurre con el resto del organismo, en este momento la piel vive su particular periodo de transición, que es más evidente en la zona del rostro: el paso del  frío invierno a la radiante primavera suele saldarse con un cutis mustio, opaco, sin luz y, por supuesto, carente de color.


 


Ante todo, un look saludable

Antes de recurrir a un tratamiento profesional (tanto en la cabina de estética como en la consulta del dermatólogo) es fundamental conseguir, mediante los cuidados diarios, que la piel esté en las mejores condiciones posible. “La limpieza de cutis y el peeling son imprescindibles antes de enfrentarse a los primeros rayos del sol”, afirma la doctora Luz García Juan, especialista en medicina estética y directora del Centro Médico-Estético Orel, de Madrid. Y es que cuanto más lisa y regular sea la superficie cutánea, mejor se reflejarán los rayos luminosos en todas las direcciones, y la piel adquirirá entonces un aspecto radiante y resplandeciente.


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IMPIEZA

Es fundamental que la limpieza se adecúe al tipo de piel. Las texturas en gel funcionan muy bien en las pieles grasas y mixtas, ya que penetran de forma más profunda que las cremas y lociones. Si hay problema de granos o espinillas, se puede recurrir después al tónico facial para eliminar cualquier rastro de impurezas en los poros. En cuanto a las pieles secas, si bien durante los meses más fríos se recomienda que utilicen texturas cremosas, de las que se eliminan con un algodón o tissue, lo mejor ahora que es que opten por fórmulas hidratantes que necesitan enjuague. Una excelente opción al tónico son los sprays de agua termal, que ayudan a eliminar los restos de producto y a abrir los poros sin producir ningún tipo de esa tirantez a la que tienden estas pieles y que suele agravarse con los cambios primaverales.


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EELING

En cuanto al peeling, cada vez son más las firmas cosméticas que ofrecen kits para realizarlos en casa. Según el doctor Pedro Jaén, Presidente de la Academia de Medicina Cosmética y jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid “la técnica del peeling y el micropeeling proporciona muy buen aspecto porque elimina parte de la capa córnea y rejuvenece a la piel. Sin embargo, no hay que perder de vista que su efecto es temporal ya que se trata de un tratamiento puntual: estos micropeelings dejan muy aspecto rejuvenecido mientras los estás empelando, pero cuando dejan de utilizarse, la piel  recupera su aspecto previo”. Según el experto, utilizados correctamente no presentan ningún problema. “El único riesgo es que pueden dejar  una piel excesivamente sensible en caso de que se abuse de ellos”.



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Maquillaje en versión ligera

Por otro lado, en esta época del año es fundamental adecuar al neceser cosmético a la nueva estación. “Hay que sustituir el maquillaje de invierno por uno específico para la primavera-verano ya que, con la llegada del buen tiempo, y por efecto del calor, se produce una vasodilatación y se abren los poros de la piel, con lo cual, si se siguen aplicando las texturas densas del maquillaje invernal, los poros ‘rescatan’ los abundantes pigmentos de estas formulaciones y, en consecuencia, se producen manchas y puntos negros”, explica la doctora Luz García Juan.

  • La principal diferencia entre un maquillaje de invierno y uno de verano es la textura.  Los productos estivales tienen unas formulaciones perfectamente adaptadas a las altas temperaturas (estables al calor y con propiedades matificantes), “y además –señala la doctora- deben estar exentos de grasas y, sobre todo, proporcionar un aspecto luminoso. Hay que huir del ‘efecto máscara”.
  • Uno de los cosméticos a los que más afecta este cambio estacional es la base de maquillaje. La  primera premisa (recomendable durante el invierno, imprescindible a partir de ahora) es que lleve protección solar. La segunda, que adopte una textura ultrafina, fresca y evanescente, que se funda con el cutis al aplicarla. Además, debe incluir pigmentos reflectores y otras sustancias como las siliconas volátiles, que aseguran su correcta fijación. En cuanto a los tonos, hay que buscar los dorados, miel y arena, siempre con una textura nacarada. Para conseguir un resultado aún más ligero, se deben extender desde el centro del rostro hacia fuera, con ligeros golpecitos, sin arrastrar el producto. Las cremas  hidratantes con color, que también incluyen protección solar, son una estupenda alternativa para esta época.
  • En los casos en los que haya una prisa “especial” por desprenderse de la blancura invernal, la doctora García Juan recomienda recurrir a los  autobronceadores, “una solución intermedia hasta que se consiga un bronceado natural que tiene la ventaja de que no perjudica a la piel”.


 

 


Tres problemas que también “brotan”

Los expertos del Centro Dermatológico Estético de Alicante han elaborado un documento en el que describen los problemas cutáneos más frecuentes que pueden aparecer en primavera:


-Alergias
. Se trata sin duda de la patología más vinculada a esta estación del año. Su sintomatología va unida a la aparición de picores, habones (erupciones de tamaño variable), lagrimeo, mucosidad fluida, etc. Para aliviar sus efectos a nivel cutáneo hay que adoptar una serie de gestos sencillos pero eficaces: utilizar la menor cantidad de jabón posible y usar en su lugar productos de limpieza suaves (y siempre, hipoalergénicos); evitar aplicar lociones o ungüentos cosméticos directamente sobre la erupción; utilizar agua tibia (no caliente) para la limpieza y secar dando palmaditas (no frotando; no probar en estos momentos productos y lociones nuevas; y dejar el área afectada expuesta al aire tanto como sea posible.


-Dermatitis atópica
. Este problema, al igual que otros como la psoriasis, suele presentar “picos” en sus manifestaciones en esta estación del año, empeorando tanto sus síntomas como el estado de la piel. No en vano, el exceso de calor y los cambios bruscos de temperatura son factores negativos para esta patología. Tanto para prevenir el brote como para mejorar los síntomas resultan beneficiosos hábitos como ventilar bien las habitaciones y evitar que la temperatura ambiente sea elevada (debe rondar los 20ºC). Tampoco hay que perder de vista que tanto el bronceado como el sudor empeoran las lesiones cutáneas, de ahí que sea  imprescindible utilizar un fotoprotector adecuado para exponerse al sol.


-Cambios en los lunares
. Los expertos advierten que si se nota que los lunares han experimentado algún cambio o tenemos más de 50 en el cuerpo, es muy importante visitar al dermatólogo, ya que un diagnóstico precoz de un lunar que está cambiando puede tener una importancia vital. De hecho, y según la última investigación realizada al respecto por expertos del Instituto médico Howard Hughes en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachussets, la diferencia entre un lunar ordinario y el melanoma puede estar marcada por una proteína anticancerosa que el cuerpo produce de forma natural. Éste es un mecanismo natural por el que las células tratan de evitar el cáncer y se ha constatado que la secreción de esta proteína se pierde en la formación del cáncer, algo que podría detectarse mediante un diagnóstico precoz.

 


Estrategias para empezar a brillar

Huir del exceso de maquillaje y “fabricarse” un aspecto lo más natural posible. Ese es el imperativo que se impone en el look primaveral, y una de las claves para conseguirlo es trabajar  tres puntos faciales en los que se deposita la clave de un aspecto luminoso: las mejillas, los labios y los ojos.

Mejillas: La clave para elevar el tono de la cara es aplicar un rubor alargado, en tonalidades beige y utilizado como iluminador, colocado justo encima del pómulo. Con ello se consigue de forma rápida un aspecto fresco y un efecto de buena cara.

Boca: Indispensable el gloss y el brillo. Un simple toque es suficiente para iluminar toda la cara. Para potenciar aún más la boca, nada mejor que los perfiladores, pero utilizados con un trazo muy suave, para definir el contorno del labio pero sin remarcarlo demasiado.

Ojos: Utilizar la sombra adecuada es clave para subir un poquito el párpado y las cejas, lo que a su vez ilumina la expresión facial. En cuanto al color, los tonos veraniegos (azules, verdes)  son los que dan más  alegría a la expresión. Una buena opción es atreverse con las máscaras y eye liner de colores, para “abrir” la mirada.

Para añadir más luz con un mínimo de maquillaje funciona muy bien un cosmético que se ha convertido en imprescindible: el iluminador. Se presenta en crema, polvo o aceite, y tiene la “virtud” de que, una vez aplicado, convierte la zona elegida en un punto luminoso. Si se sabe conjugar bien con la base de maquillaje se pude conseguir un efecto de cara limpia, luminosa y fresca sin necesidad de recargar ni marcar excesivamente ningún rasgo. Para conseguir este efecto hay que aplicarlo en los siguientes puntos: encima del hueso del pómulo; encima del hueso de la ceja; en el entrecejo; y un poquito sobre el tabique de la nariz.

 

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Redacción Consejos

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