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La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) han unido fuerzas para conmemorar el Día de la lucha contra la obesidad con el lema “Stop discriminación, la obesidad también es una enfermedad”.
Charlamos con la doctora Nuria Vilarrasa, coordinadora del Grupo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), sobre una patología que, según la Organización Mundial de la Salud es ya una epidemia mundial, a causa de la cual mueren cada año 2,8 millones de personas, y que ha provocado el aumento de al menos 13 tipos de cáncer entre los que destacan el cáncer de mama, útero, colon, recto, adenocarcinoma de estómago, riñón y páncreas.
España es uno de los países donde la obesidad amenaza con convertirse en epidemia, ¿estamos ante un grave problema de salud? ¿Cuál es la prevalencia de la obesidad en nuestro país?
Efectivamente, España también sufre este incremento tan importante de obesidad. La prevalencia estimada en nuestro país de obesidad en la población adulta (25–64 años) es del 21,6% (el 22,8% entre los varones y el 20,5% entre las mujeres), y aumenta con la edad. La prevalencia de obesidad abdominal se estima en el 33,4% (datos estudio ENPE). Los últimos datos en obesidad infantil del estudio PASOS también ha mostrado que el 35% de los menores entre 8 y 16 años tienen exceso de peso en España y un 20,7% de ellos sufren sobrepeso, y un 14,2% obesidad.
¿Qué es la obesidad y cómo se diagnostica? ¿Consiste simplemente en exceder de un peso determinado o es necesario que convivan otros factores?
La obesidad se define como un exceso de grasa corporal. Como las técnicas para cuantificar directamente la grasa corporal no están a disposición de todos los centros, se recurre al cálculo del índice de masa corporal que resulta de dividir el peso en kilos por la altura expresada en metros al cuadrado. Un índice de masa corporal igual o superior a 30 kg/m2 indica obesidad (independientemente de los factores de riesgo asociados) y ésta puede ser clasificada en diferentes grados en función de su severidad. También es importante valorar la distribución de la grasa corporal mediante la circunferencia de la cintura puesto que la obesidad de predominio abdominal comporta un mayor riesgo cardiovascular.
Los expertos lamentáis que no siempre se reconoce ni diagnostica como enfermedad, ¿qué consecuencias tiene esto?
Ciertamente, la obesidad es una enfermedad con poco reconocimiento en el ámbito sanitario a diferencia de otras enfermedades asociadas o causadas por ella misma tales como la HTA, diabetes, enfermedad cardiovascular, etc. En este sentido, datos del estudio Action –IO (Awareness, Care and Treatment In ObesityMaNagement: an International Observation), en el que ha participado España, muestran que hasta un 32% de las personas con obesidad todavía siguen sin considerarla una enfermedad y demoran varios años (media de 6 años) la primera consulta con el profesional sanitario de manera que en ese momento su enfermedad está mucho más complicada y es más difícil de tratar.
¿Cuáles son las principales patologías asociadas al sobrepeso y la obesidad?
La obesidad se asocia o es directamente la causa de muchos otros trastornos y enfermedades como la hipertensión arterial, diabetes mellitus, dislipemia, síndrome de apneas-hipoapneas del sueño, hígado graso, alteraciones cardíacas. Esto hace que las personas con obesidad tengan un riesgo cardiovascular y una morbimortalidad aumentadas. Esta enfermedad también se asocia a patología osteoarticular y riesgo de desarrollo de al menos 13 tipos decáncer. Y también es causa de enfermedades menos conocidas como infertilidad,hipertensión endocraneal y alteraciones cognitivas, etc
Recientes estudios asocian también la obesidad a un mayor riesgo de cáncer, ¿por qué?, ¿cómo se relacionan estas dos patologías?
El aumento de los niveles de insulina en la presencia de obesidad y del factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1), puede contribuir a que se produzcan algunos tipos de cáncer ya que el IGF-1 está implicado en la proliferación tumoral, en la invasión y metástasis tumoral. Por otra parte, el tejido adiposo secreta citocinas inflamatorias que pueden ocasionar daño sobre el DNA. A su vez, las cantidades más elevadas de estrógenos producidas por el tejido graso, pueden desencadenar el crecimiento de algunos tipos de cáncer hormon-dependientes, principalmente el de mama o de endometrio.
Concretamente ¿con qué tipos de cáncer podemos vincular la obesidad?
Se ha descrito un aumento de al menos 13 tipos de cáncer entre los que destacan el cáncer de mama, útero, colon, recto, adenocarcinoma de estómago, riñón y páncreas. Y también se ha asociado mayor riesgo en personas con obesidad de meningioma, mieloma múltiple, ovario, tiroides, hígado, vesícula, estómago.
Algunas pautas para una dieta “antiobesidad” y en cuanto a estilo de vida…
Mantener un peso saludable durante la vida y mantenerlo a largo plazo mediante una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio físico es el gran reto. Se recomienda comer con moderación controlando el tamaño de las raciones, consumir 5 raciones de fruta y verdura todos los días, limitar la comida rápida y precocinada, así como los fritos y rebozados, y moderar el consumo de azúcar blanco, los alimentos y bebidas azucaradas, entre otros. Sin olvidar realizar actividad física mínimo 150 minutos/semana.
«La obesidad es una enfermedad con poco reconocimiento en el ámbito sanitario»
¿Qué tratamientos farmacológicos existen para tratarla?
Existen en la actualidad tres fármacos registrados autorizados por la Agencia Española del Medicamento para el tratamiento de la obesidad, que pueden administrarse como coadyuvantes a los cambios del estilo de vida en personas con IMC ≥ 30kg/m2 y con IMC entre 27 y 29,9kg/m2 con al menos una comorbilidad (hipertensión, dislipemia, diabetes mellitus tipo 2, apnea obstructiva del sueño, etc). Hay fármacos que alteran la absorción de grasas (Orlistat), y otros que actúan a nivel del sistema nervioso central sobre los centros que regulan el apetito induciendo saciedad como son la combinación de fármacos (bupropion-naltrexona) y análogos del GLP-1 (liraglutide). Todos ellos requieren un control médico y ninguno está financiado por El Sistema Nacional de Salud.
Y en cuanto a cirugía bariátrica y otras técnicas menos invasivas, ¿qué novedades existen y en qué casos se recomiendan?
La cirugía bariátrica está indicada en aquellos pacientes con IMC ≥35kg/m2 con complicaciones asociadas o IMC >40kg/m2. En los últimos años las indicaciones han ido ampliándose y en pacientes seleccionados con diabetes tipo 2, con muy mal control metabólico a pesar de tratamiento intensificado, existe indicación de cirugía bariátrica en IMC entre 30-35kg/m2 (estas indicaciones siempre deben ser consensuadas en comités multidisciplinares). Las técnicas quirúrgicas que han mostrado su coste-efectividad, cada vez son más seguras y con menor morbimortalidad, en los últimos años se han desarrollando modificaciones de las mismas en la búsqueda de menor riesgo quirúrgico y nutricional.
En los niños también es ya un problema importante, ¿Cómo se trata la enfermedad en los más pequeños? ¿Qué papel juegan aquí los padres?
Es fundamental en el seno de las familias promover los hábitos alimentarios saludables. La dieta de los niños y adolescentes españoles en los últimos años se viene caracterizando por un exceso de carnes, embutidos, lácteos y alimentos de gran contenido energético, como dulces, bollería industrial y refrescos carbonatados (ricos en grasas y azúcares refinados, respectivamente) y por un déficit en la ingesta de frutas, verduras, cereales y legumbres. Por otra parte, los niños juegan menos en las calles y parques y dedican un número de horas cada vez mayor a jugar con los ordenadores y videojuegos. Está demostrado que la prevalencia de obesidad es mayor en los niños que dedican más de dos horas al día a ver la televisión y que no practican ningún deporte. De manera que los padres además de procurar una alimentación saludable deben incentivar la práctica de actividades deportivas 3 veces o más a la semana y reducir el tiempo delante de las pantallas.
Perder peso realmente cuesta, ¿qué aconsejan ustedes a sus pacientes para no caer en tentación y acabar comiendo lo que no se debe?
Se recomienda escoger bien los alimentos que vamos a ingerir y seleccionar ya en el momento de la compra los más saludables, teniendo en cuenta sus propiedades nutritivas, así como su contenido energético. Es muy importante también ser conscientes de lo que estamos comiendo y para ello debemos comer lentamente sin distracciones, concentrándonos y saboreando la comida. Si comemos muy rápido las señales de saciedad del tubo digestivo llegarán al cerebro demasiado tarde cuando ya hayamos comido más de la cuenta.
Es una enfermedad que además conlleva un fuerte rechazo social. ¿Qué consecuencias tiene sobre la persona que lo sufre? Ustedes señalan además que puede suponer una barrera en su tratamiento, ¿por qué?
La estigmatización de esta enfermedad está muy arraigada en nuestra sociedad, que culpabiliza al paciente por tener malos hábitos alimentarios y ser responsable de su enfermedad simplificando su compleja y multifactorial etiología en la que se incluyen factores biológicos, psicológicos, sociales, personales, ambientales, etc. Hasta un 81% de las personas con obesidad consideran que la pérdida de peso es su total responsabilidad, según datos ACTION-IO, y por eso demoran varios años la primera consulta con el profesional sanitario. Estos retrasos favorecen la aparición de patologías asociadas como la hipertensión arterial (HTA), la diabetes mellitus (DM), dislipemia, el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), etc., haciendo la enfermedad cada vez más compleja.
Estamos en la era del culto al cuerpo, de la delgadez extrema como patrón de belleza, y a la vez la obesidad es un problema muy importante, ¿no es paradójico? ¿Qué le ocurre a nuestra sociedad?
Vivimos en una sociedad en la que no paramos de correr en todo el día, sometidos a gran estrés, con falta de sueño, sin tiempo para poder preparar las comidas y muchas veces comiendo delante del ordenador. Por otra parte, tenemos disponibles a cualquier hora del día y noche comidas rápidas y procesadas con alta densidad calórica que luego somos incapaces de “quemar” porque somos muy sedentarios y con los transportes apenas necesitamos caminar para desplazarnos a los sitios. Es decir, que vivimos en un ambiente obesogénico en el que mantenerse en un peso saludable requiere un gran esfuerzo. El icono de belleza debería ser por tanto tener un peso saludable y no por debajo de la normalidad puesto que esta situación conlleva también muchos efectos deletéreos para la salud. Y aunque sorprendente se ha visto que existen algunos factores psicosociales y neurobiológicos similares entre los trastornos de conducta alimentaria y la obesidad.