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Aunque se haya especulado mucho con la posibilidad de adelantarla, finalmente será en el mes de octubre cuando arranque la campaña de vacunación de la gripe. Se trata de una campaña muy distinta de las anteriores, al coincidir por primera vez con una pandemia provocada por otro virus, por lo que vacunarse será esencial a la hora de disminuir la carga asistencial y evitar un nuevo colapso de nuestro sistema sanitario.
España entera tiene el susto metido en el cuerpo de cara a este otoño que comienza. Y no es para menos: las perspectivas de una temporada gripal coexistiendo con el coronavirus y el virus respiratorio sincitial (VRS), no son muy lisonjeras y amenazan con colapsar de nuevo nuestros sistemas sanitarios. Si para los últimos meses del año no se ponen en marcha las medidas de higiene y distancia social frente al virus SARS-CoV2, que también sirven para contener la gripe, y se alcanzan cifras récord de cobertura vacunal contra la gripe, esta se extenderá, aumentando las cifras de coinfección con la Covid-19. De ahí la importancia, hoy más que nunca, de la vacunación antigripal.
Aunque en un principio se hablara de un posible adelanto de la vacuna al mes de septiembre, finalmente la campaña arrancará en la primera semana de octubre, para evitar que los primeros inmunizados se queden sin protección a finales del invierno, ya que la inmunización sólo dura unos meses. Este año como novedad, se dará prioridad a los mayores que vivan en centros residenciales. Es uno de los acuerdos alcanzado entre las comunidades autónomas y el Gobierno en la conferencia multisectorial con los ministros de Sanidad, Educación y Política Territorial.
Dos infecciones, ¿peor que una?
Según explican desde la Asociación Española de Vacunología, la Organización Mundial de la Salud cree que la infección simultánea con dos o tres virus es, normalmente, peor que una, aunque las consecuencias de esas coinfecciones no se han podido estudiar con detalle aún. Según explican sus expertos, cuando múltiples patógenos co-circulan pueden ocurrir distintas formas de interacción entre ellos del tipo competición-cooperación, y citan las relaciones positivas y negativas que los epidemiólogos de la Universidad de Glasgow han encontrado entre distintos pares de virus respiratorios. Según estos investigadores, las coinfecciones entre el virus gripal y otros virus respiratorios son relativamente infrecuentes y las interacciones observadas sugieren efectos protectores: infectarse con un subtipo/tipo gripal parece reducir la posibilidad de infectarse por un rinovirus. En cambio, parece ser que “padecer COVID-19 aumenta la susceptibilidad de infectarse por Virus Respiratorio Sincitial (VRS), aunque precisar las posibles interacciones entre el SARS-CoV-2 y otros patógenos requiere de un gran número de muestras biológicas de pacientes”. En consecuencia, los expertos en vacunas explican que a día de hoy no se sabe si la infección por uno de ellos modifica el riesgo para adquirir el otro, ni cuál es su comportamiento en caso de coexistir, ya que al no haber coincidido nunca el virus con la temporada gripal, los investigadores disponen de escasas evidencias acerca de cómo la COVID-19 puede influenciar el devenir de los brotes de gripe.
Los objetivos para la temporada 2020-2021 son alcanzar o superar coberturas de vacunación del 75% en mayores, preferentemente a partir de 65 años y en el personal sanitario y sociosanitario. Este año, como novedad, se dará prioridad a los mayores que vivan en centros residenciales. También es objetivo superar el 60% en embarazadas y en personas con condiciones de riesgo.
La vacuna antigripal, más demandada que nunca
Dada la incertidumbre en torno al comportamiento que pueda presentar el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 coincidiendo con la temporada gripal, este año se está poniendo un énfasis especial en aumentar las coberturas de vacunación frente a la gripe especialmente en personas mayores, empezando por aquellas que viven en centros residenciales, en aquellas que ejercen servicios esenciales, personal sanitario y sociosanitario y personas de cualquier edad con condiciones de riesgo. El objetivo, además de proteger a las personas más vulnerables a la gripe, es disminuir al máximo posible la incidencia de gripe contribuyendo a reducir el impacto sobre la presión asistencial y evitar el colapso de nuestro sistema sanitario en plena pandemia por coronavirus.
Grupos diana
*Fuente: Ministerio de Sanidad
- Personas mayores, preferentemente a partir de los 65 años de edad, haciendo especial énfasis en aquellas personas que conviven en instituciones cerradas.
- Personas con menos de 65 años de edad que presentan un alto riesgo de complicaciones derivadas de la gripe: menores (a partir de los 6 meses) y adultos con enfermedades crónicas, cardiovasculares, neurológicas o respiratorias, incluyendo displasia broncopulmonar, fibrosis quística y asma; y menores (a partir de los 6 meses) y adultos con diabetes mellitus, obesidad mórbida (índice de masa corporal ≥40 en adultos, ≥35 en adolescentes o ≥3 DS en la infancia), enfermedad renal crónica y síndrome nefrótico, hemoglobinopatías y anemias, hemofilia, otros trastornos de la coagulación y trastornos hemorrágicos crónicos, así como receptores de hemoderivados y transfusiones múltiples o asplenia o disfunción esplénica grave o enfermedad hepática crónica, incluyendo alcoholismo crónico, enfermedades neuromusculares graves, inmunosupresión (incluyendo las inmunodeficiencias primarias y la originada por la infección por VIH, por fármacos –incluyendo tratamiento con eculizumab-, en los receptores de trasplantes y déficit de complemento), cáncer y hemopatías malignas, implante coclear o en espera del mismo, fístula de líquido cefalorraquídeo, enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria crónica, trastornos y enfermedades que conllevan disfunción cognitiva: síndrome de Down, demencias y otras.
En este grupo se hará un especial énfasis en aquellas personas que precisen seguimiento médico periódico o que hayan sido hospitalizadas en el año precedente: menores entre los 6 meses y los 18 años de edad, que reciben tratamiento prolongado con ácido acetilsalicílico, por la posibilidad de desarrollar un síndrome de Reye tras la gripe; personas de cualquier edad (≥6 meses) institucionalizadas de manera prolongada; mujeres embarazadas en cualquier trimestre de gestación y mujeres durante el puerperio (hasta los 6 meses tras el parto y que no se hayan vacunado durante el embarazo); menores entre los 6 meses y los 2 años de edad con antecedentes de prematuridad menor de 32 semanas de gestación.
- Personas que pueden transmitir la gripe a aquellas que tienen un alto riesgo de presentar complicaciones: personal de los centros, servicios y establecimientos sanitarios, tanto de atención primaria como especializada y hospitalaria, pública y privada, así como personal de oficinas de farmacia. Se hará especial énfasis en el personal que tiene contacto mantenido con pacientes de algunos de los grupos de alto riesgo anteriormente descritos; personas que trabajan en instituciones geriátricas o en centros de atención a enfermos crónicos, especialmente los que tengan contacto continuo con personas vulnerables; estudiantes en prácticas en centros sanitarios; personas que proporcionen cuidados domiciliarios a pacientes de alto riesgo o mayores; personas que conviven en el hogar, incluidos los menores a partir de los 6 meses de edad, con otras que pertenecen a algunos de los grupos de alto riesgo, por su condición clínica especial.
- Otros grupos en los que se recomienda la vacunación: personas que trabajan en servicios públicos esenciales, con especial énfasis en las Fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, con dependencia nacional, autonómica o local, bomberos, servicios de protección civil; personas que trabajan en los servicios de emergencias sanitarias, personal de instituciones penitenciarias y de otros centros de internamiento por resolución judicial (incluyendo centros de acogida de inmigrantes), personas con exposición laboral directa a aves domésticas o a cerdos en granjas o explotaciones avícolas o porcinas y también a aves silvestres. La finalidad es reducir la oportunidad de una infección concomitante de virus humano y aviar o porcino, disminuyendo la posibilidad de recombinación o intercambio genético entre ambos virus.