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“Nada más empezar la guardería, a mi nieto le diagnosticaron la enfermedad mano-pie boca..que es. ¿Se puede contagiar? Y una vez superada, ¿se puede volver a pasar?”
Nos escribe… Laura (Jaén)
La enfermedad boca-mano-pie está causada por un virus de la familia de los enterovirus, de los cuales, el más frecuente es el virus Coxsackie A16. Es a comienzos del otoño, coincidiendo con la vuelta al cole, cuando estos virus se vuelven especialmente virulentos, sobre todo en las guarderías. Además, un niño puede contagiarse varias veces con el mismo tipo de virus o con virus diferentes que causan la enfermedad.
Contacto oral y fecal
Aunque es una enfermedad leve, es bastante molesta y su contagio puede producirse de persona a persona por contacto con saliva, secreciones nasales (ruta oral) o a través de las heces (ruta fecal). Se caracteriza por presentar fiebre, dolor de cabeza, pérdida de apetito, dolor de garganta, ampollas pequeñas en las manos, los pies y, a veces, en el área del pañal (que pueden ser dolorosas si se presionan), así como úlceras en la garganta (incluyendo las amígdalas), la boca y la lengua.
La etapa más contagiosa se sucede en los primeros cinco o seis días y, en caso de trasmisión, probablemente el contagiado no desarrolle el brote hasta pasados tres o cuatro días, porque su periodo de incubación oscila entre tres días y una semana. Es importante aclarar que las mascotas no transmiten el virus y que el contagio por compartir utensilios no suele ser habitual, a no ser que estén manchados con secreciones muy recientes.
¿Cómo tratar la enfermedad boca-mano-pie?
Para tratar esta enfermedad está contraindicado el uso de antibióticos y no se ha desarrollado actualmente una vacuna que la pueda prevenir. Por lo tanto, aunque no exista ningún tratamiento eficaz, sí se pueden tratar los síntomas:
- Principalmente hay que centrarse en las lesiones de la boca, ya que pueden escocer. De ahí que sean de utilidad los enjuagues bucales, o colutorios y ciertos calmantes locales. Además, se deben evitar los alimentos excesivamente salados calientes y ácidos. La aplicación de frío (por ejemplo, la leche o los batidos) también ayuda, porque anestesia el dolor y el escozor de las aftas bucales; lo mismo que el yogur suave y la gelatina.
- Aunque son raras las complicaciones, puede producir deshidratación (si el niño no come ni bebe, o está muy abrigado) y convulsiones febriles. Para ello, nada mejor que mantener un buen aporte de líquidos refrescantes, ropa ligera, así como la combinación de paracetamol e ibuprofeno para bajar la fiebre si es preciso. Para reducir el riesgo de contagio es muy importante lavarse las manos especialmente después de cambiar los pañales. También se puede llevar a cabo la desinfección de superficies contaminadas (como los cambiadores o juguetes).
- El niño suele tener una recuperación completa en cinco o siete días desde el inicio de los síntomas. Durante este tiempo hay que mantenerlo alejado de otros niños, aunque no es necesario guardar cama ni estar encerrado en casa.