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Ante la posibilidad de estar sufriendo un ictus, actuar con rapidez puede salvar vidas y evitar secuelas irreversibles de por vida.
Kiko Rivera ha ingresado de urgencias la pasada madrugada en el hospital Virgen de Rocío de Sevilla, y de momento las 24 horas serán decisivas.
En España, entre 110.000 y 120.000 personas sufren un ictus cada año, de los cuales un 50% sufren secuelas discapacitantes o fallecen. Para que esto no ocurra, las primeras cuatro horas y media después de un ictus son clave. Por cada minuto en el que se reduce o detiene la circulación de sangre en el cerebro de una persona se pierden 1,9 millones de neuronas y 14 billones de conexiones neuronales, mientras que una hora sin circulación supone un envejecimiento cerebral de 3,6 años.
Sin embargo, durante la pandemia del COVID-19, los casos de ictus detectados se han reducido de forma alarmante, motivo por el que los profesionales sanitarios y la asociación Freno al ICTUS se han unido para recordar que, independientemente de la situación actual, no se debe retrasar la visita al médico en caso de detectar síntomas de un posible ictus.
¿Estoy sufriendo un ictus? Llama al 112
Al tratarse de una enfermedad tiempo-dependiente, hay que concienciar sobre la importancia de reaccionar rápidamente ante el primer síntoma. Sin embargo, durante la pandemia generada por el coronavirus los sanitarios han observado que, por miedo a acudir a los hospitales y contagiarse, los pacientes tardaban en acudir a urgencias.
Las secuelas del ictus pueden ser muy severas si no se trata, y que el ictus puede volver a repetirse si no hay un tratamiento adecuado. Hacer un correcto seguimiento por sus profesionales de salud y llevar una vida sana y equilibrada es fundamental para mantener el ictus a raya. Tener uno solo de estos síntomas ya es razón suficiente para llamar al 112:
- No poder levantar uno de los brazos.
- Hormigueo o pérdida de fuerza en brazos o piernas.
- Pérdida brusca de visión.
- Pérdida de fuerza en la mitad de la cara.
- Problemas al hablar.
- Dolor de cabeza intenso y repentino.
Lo realmente grave es tener síntomas de ictus y no recibir atención en las primeras horas; no debemos tener miedo de entrar en un hospital por un posible contagio explica Julio Agredano, presidente de Freno al ICTUS.