“Mi madre, de casi 75 años, tiene muchos problemas para ir al baño. Siempre fue muy estreñida, pero con la edad se ha vuelto un problema cada vez mayor. ¿Qué podría tomar para regular este hábito?”

Nos escribe… Antonia (Murcia)

El estreñimiento o constipación es un problema muy frecuente en las personas mayores y conlleva muchas implicaciones sanitarias y psicológicas. Existen muchos condicionantes que predisponen al estreñimiento. En la mayoría de los casos su origen es multifactorial, atribuyéndose a cambios en los hábitos de vida; a un natural envejecimiento que afecta a la fisiología intestinal; a determinadas enfermedades o cirugías previas; a la inmovilidad propia de la edad; a una pobre ingesta de líquidos; y/o al consumo de determinados medicamentos que pueden producir este efecto secundario.

Muchas personas creen sufrir estreñimiento si no realizan una deposición diaria. Sin embargo, hasta 2/3 evacuaciones por semana entran dentro del rango de normalidad.

Impactación fecal o fecaloma: ¡A urgencias!

El peligro del estreñimiento, sobre todo en personas mayores es que se pueda formar un fecaloma, una masa fecal dura retenida dentro del cuerpo, ya sea en el colon o en el recto. La impactación fecal o fecaloma puede producir malestar abdominal, calambres, dolor de espalda o cabeza o cólicos abdominales. Otros síntomas de alerta son la pérdida del apetito, adelgazamientos sin causa justificada, sangrado rectal, un excesivo esfuerzo para evacuar, la pérdida de las ganas de orinar, o tener el vientre hinchado. Paradójicamente, un síntoma común que debe alertarnos es una diarrea acuosa. Esto ocurre porque las heces más duras y compactas se sitúan en la parte superior, dejando que las heces más líquidas se filtren, sin que la persona mayor lo pueda evitar. Por el mismo motivo las heces pueden escaparse cuando se tose o se ríe, y tienen forma de lápiz. El fecaloma también puede producir una bajada de la presión arterial, mareos, transpiración, mal aliento, hemorroides, etc. En los casos más graves también puede provocar deshidratación, dificultad para respirar, taquicardia, fiebre o incluso confusión, agitación o agresividad.

¿Qué podemos hacer?

• Mantener un buen ritmo defecatorio: un buen consejo es acostumbrarse a ir al WC al levantarse por la mañana. También es bueno caminar después de las comidas, para recuperar el reflejo gastrocólico que se produce aproximadamente 30 minutos después de comer.
• Aumentar el consumo de fibra dietética: la cantidad diaria recomendada es de 20-35 g/día, presente en verduras, frutas, pan integral o salvado de trigo, etc. Las personas mayores y acostumbradas a una ingesta pobre de fibra deben aumentar su consumo de forma progresiva, ya que un aumento rápido puede comportar flatulencia y molestias digestivas.
• Hidratarnos adecuadamente, algo fundamental para un buen tránsito intestinal. A nivel del último tramo del colon se produce la reabsorción del agua proveniente de las heces, que en caso de pacientes con bajo grado de hidratación puede favorecer la impactación fecal o fecaloma.
• Hacer ejercicio regular: existen datos de estudios observacionales que sugieren que un bajo grado de actividad física duplica el riesgo de estreñimiento. También el encamamiento prolongado y la inmovilidad se asocian a estreñimiento.
• En muchos casos, el tratamiento farmacológico puede ser necesario, por ejemplo, si existe inmovilidad por enfermedad aguda o cuando no hay más alternativa que utilizar fármacos de tipo opiáceos para un adecuado control del dolor.
• Emplear con sumo cuidado los laxantes y siempre bajo prescripción médica o farmacéutica: teóricamente, los laxantes hay que utilizarlos sólo de forma puntual, pero en la práctica, muchos pacientes ancianos frágiles con inmovilidad y disfunción por debilidad de la musculatura abdomino pelviana, los utilizan de forma crónica. En estos casos hay que procurar que sean laxantes eficaces, seguros, cómodos y, sobre todo, que no produzcan “efecto tolerancia”, que es característico, por ejemplo, de los senósidos.