¿Estás cansado, sientes hinchazón abdominal y tus digestiones son lentas? ¿tu orina se ha oscurecido o sientes náuseas y pérdida de apetito? Hazte un chequeo, puede que tu hígado no ande bien.

Un cansancio persistente es una de las primeras señales que nos pueden hacer pensar en la presencia de problemas en el hígado. Si a ello se unen una hinchazón y dolor abdominal persistentes, hinchazón de piernas y tobillos, picor en la piel, orinas más oscuras y heces de color pálido, náuseas o vómitos y pérdida de apetito, lo mejor es salir de dudas y pedir cuanto antes cita en el especialista para una revisión rutinaria que incluya analíticas para ver el estado de nuestras transaminasas. A nivel cutáneo también existen otras señales que pueden arrojar luz sobre un posible diagnóstico, y es la tendencia a formarse moratones con facilidad ante cualquier golpe, o la coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia). Esto sucede cuando el hígado no procesa correctamente la bilirrubina (generada por el desecho de los glóbulos rojos envejecidos), provocando que el organismo no pueda eliminarla, acumulándose en la sangre y generando ese color amarillento en la piel tan característico. Otras señales que nos pueden también mantener en alerta son un acuciado estreñimiento, mal aliento, aumento de peso, sudoración y mal olor corporal, así como algunas manifestaciones de acné quístico.

El hígado: sus tres funciones

  1. Ayuda a digerir los alimentos: una de las funciones del hígado es extraer los nutrientes esenciales para la digestión, como carbohidratos, lípidos y proteínas, secretando bilis, una sustancia que ayuda a transportar los desechos para expulsarlos del organismo y a descomponer las grasas en el intestino delgado durante la digestión.
  2. Almacena las vitaminas y el glucógeno en forma de azúcar para que el organismo pueda utilizarla como energía.
  3. Elimina sustancias tóxicas: filtra y elimina las toxinas provenientes de las sustancias que consumimos, como por ejemplo, el alcohol y los medicamentos. Los medicamentos, por ejemplo, se metabolizan a través del hígado para que nuestro cuerpo sea capaz de utilizarlos y eliminarlos.

Insuficiencia hepática

Cuando se produce un deterioro grave de la función del hígado causado por un trastorno o una sustancia que lo daña decimos que hay una insuficiencia hepática, interfiriendo en su normal funcionamiento. Puede presentarse de manera repentina en el transcurso de días o semanas (aguda) o gradual, de meses o años (crónica). Se puede producir como consecuencia de:

  • Enfermedades virales (como la hepatitis A, B, C).
  • Cirrosis: la destrucción de células hepáticas genera un aumento del tejido en el órgano.
  • Abuso en el consumo de alcohol o de otras sustancias.
  • Ciertas enfermedades autoinmunitarias, como la cirrosis biliar primaria o la hepatitis autoinmunitaria, enfermedad crónica caracterizada por inflamación del hígado, que se produce por la reacción anormal del sistema inmune contra las estructuras normales del propio hígado. Sus síntomas son muy variables y en una cuarta parte de los enfermos pueden existir síntomas de hepatitis aguda, con fiebre, malestar, náuseas, y aparición progresiva de ictericia. Es común la existencia de aumento del tamaño del hígado, llamado hepatomegalia, y, cuando existe enfermedad avanzada pueden aparecer otros síntomas secundarios, como aumento del tamaño del bazo, ascitis y otros. En las mujeres jóvenes no es infrecuente la aparición de amenorrea (ausencia de menstruaciones), acné facial, hirsutismo y estrías en la piel. El diagnóstico de la hepatitis crónica autoinmune comienza con la detección de una elevación de los niveles en sangre de las transaminasas, como ocurre en todos los tipos de hepatitis.
  • Cáncer de hígado.
  • Enfermedades hereditarias, como hemocromatosis (enfermedad que afecta al metabolismo del hierro, provocando su acúmulo excesivo en el organismo) y la enfermedad de Wilson (enfermedad que hace impide al organismo deshacerse del cobre adicional).

Cinco pautas para cuidarnos

El estilo de vida que llevemos y la presencia de algún factor de riesgo es lo primero en lo que debemos reflexionar. Lo ideal es controlar la ingesta de proteínas, evitar el exceso de sodio en las comidas, restringir por completo el consumo de alcohol y de tabaco, tratar el sobrepeso si lo hubiera, y atacar la causa del problema con medicamentos, si hiciera falta.

  1. Alimentación saludable y vida activa: mantener una dieta saludable con verduras, frutas y cereales, y moderar el consumo de grasas y alimentos procesados.
  2. Alcohol con moderación: hasta una copa por día para las mujeres y hasta dos copas para los hombres sería una medida apropiada, aunque lo mejor es eliminarlo por completo.
  3. Vacunas: si tienes riesgo de contraer hepatitis o si ya estuviste infectado con cualquier tipo de hepatitis, es aconsejable vacunarte.
  4. Seguir siempre el consejo médico respecto al consumo de medicamentos. La automedicación puede generar más problemas que soluciones.
  5. Mantener relaciones sexuales de manera segura.
Hepatitis AHepatitis BHepatitis CHepatitis DHepatitis  E
Causada por el virus de la hepatitis A (VHA),Causada por el VHB (Virus de la Hepatitis B).Provocada por el VHC (Virus Hepático C).Causada por el VHDCausada por el virus de la hepatitis E (VHE).
Provoca una inflamación del hígado y es más frecuente en niños, cursando sin prácticamente ninguna sintomatología.Puede conllevar un alto riesgo de muerte por cirrosis y cáncer de hígado.Este virus causa una infección aguda y crónica en el hígado. Al ser principalmente asintomática, son pocos los casos que se diagnostican en la fase aguda. A menudo, la infección crónica se diagnostica décadas después de la infección cuando aparecen los síntomas del daño hepático grave, como cirrosis.Es una de las patologías más graves para el hígado. 
Suele tener carácter crónico, aunque puede haber brotes y suele ser asintomáticoEn general, la enfermedad no presenta síntomas durante la fase de infección aguda. Sin embargo, algunas personas pueden presentar los siguientes síntomas: -Coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia). -Orina oscura. -Fatiga extrema. -Náusea, vómitos y dolor abdominal.La hepatitis C suele cursar de manera asintomática. Sin embargo, en algunos casos pueden presentar los siguientes síntomas: -Cansancio. -Fiebre. -Nauseas, vomitos y dolor abdominal. -Oscurecimiento de la orina. -Heces claras. -Inapetencia. -Ictericia.Cuando se da la coinfección entre la hepatitis B y D, el paciente puede presentar alguno de los siguientes síntomas: -Cansancio. -Dolor de cabeza. -Fiebre. -Nauseas, vómitos. -Ictericia.     
Se puede transmitir por vía orofecal o por medio de objetos contaminados si entran en contacto con la boca. Otra de las formas de transmisión es por la ingesta de alimentos y agua contaminados.VHB puede transmitirse por contacto con sangre infectada (consumo de drogas, tatuajes, utilización de objetos de higiene personal de personas infectadas…), durante el parto pasando de la madre al niño por vía perinatal o por exposición percutánea o de las mucosas a sangre o diferentes líquidos corporales infectados (saliva, líquido seminales y vaginales).  El VHC se transmite por la sangre (consumo de drogas, mala esterilización de equipo médico, tatuajes, o a través de transfusiones de sangre sin analizar), por vía sexual o perinatal (durante el proceso de parto).La hepatitis D se transmite a través de la sangre por el contacto con objetos de higiene de personas infectadas (cepillos de dientes, maquinillas de afeitar, etc.…) o por el contacto con agujas utilizadas por personas con VHD (Tatuajes, acupuntura, consumo de drogas, etc.…) También se puede dar la transmisión por vía sexual y perinatal pero en ambos casos es mucho menos frecuente.La hepatitis E suele transmitirse por vía orofecal al igual que la hepatitis A. Suele darse en los países en vía de desarrollo a través del consumo de alimentos y agua contaminados. No existe una vacuna por lo que hay que extremar la prevención extremando las medidas higiénicas.
La vacunación contra este virus tiene una eficacia del 100% por esto es la mejor manera de prevenir esta patología.En el caso de la hepatitis B aguda, no existe un tratamiento específico. En el caso de la infección crónica por el virus de la hepatitis B puede tratarse con agentes antivirales orales. Estos tratamientos no curan la infección por el virus de la hepatitis B, tan solo suprime la replicación del virus. La vacuna contra la hepatitis B es el principal pilar de la prevención de esa enfermedad.El tratamiento para las personas que lo requieran está formado por antivíricos de acción directa que pueden curar a la mayoría de las personas infectadas. Como no existen vacunas para el VHC, la mejor manera de prevenir la infección es reducir el riesgo de exposición al virus.En la actualidad, existe tratamiento para la hepatitis D, aunque es posible que una vez se finalice el tratamiento haya recaídas. En general, los pacientes evolucionan a la curación de esta infección.  El diagnóstico del virus hepático E se realiza mediante un análisis de sangre. Para confirmar la infección es necesario realizar la prueba PCR, que detecta el ARN del virus en sangre y además permite conocer el genotipo.  Suele cursar con una hepatitis aguda y puede dar lugar a una hepatitis crónica en el caso de personas trasplantadas, infectadas por el VIH y/o mujeres embarazadas.

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Redacción Consejos

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