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Popularmente conocido como “culebrilla”, el herpes zóster es una enfermedad causada por el virus varicela zóster, el mismo que provoca la varicela.
El primer contacto con el virus lo tenemos generalmente en la infancia y se manifiesta como una varicela. Tras esto, el virus permanece latente en el cuerpo y puede no causar problemas durante muchos años, pero determinadas situaciones pueden provocar su reaparición en la piel dando lugar al denominado herpes zóster.
Picor, dolor y ampollas
1. Los primeros signos de herpes zóster son ardor o dolor punzante, hormigueo y picazón, generalmente en el tronco, el muslo o en la cara (zona más delicada porque puede afectar a la vista o al oído). El dolor puede ser leve o severo.
2. Al cabo de 4 ó 5 días la zona presenta enrojecimiento y comienzan a aparecer erupciones o vesículas de forma agrupada. Durante esta fase las lesiones son altamente contagiosas pues el virus se encuentra dentro de las vesículas.
3. Alrededor de una semana después las lesiones comienzan a secarse, y la enfermedad acaba por remitir.
Toda persona que ha pasado la varicela es susceptible de padecer un herpes zóster; 1 de cada 4 lo sufrirá a lo largo de su vida.
Neuralgia post-herpética
El 15% de las personas que padecen un herpes zóster sufre su complicación más frecuente, la neuralgia post-herpética, más común en pacientes mayores de 50 años y que se caracteriza principalmente por un dolor residual en la zona que puede prolongarse durante meses o incluso años.
El herpes zóster es una enfermedad contagiosa: debe evitarse el acercamiento a personas que no hayan estado en contacto con el virus previamente, especialmente pacientes inmunodeprimidos y mujeres embarazadas.
Cómo se trata
Por lo general la enfermedad se resuelve espontáneamente en una o dos semanas. En pacientes inmunodeprimidos o personas mayores puede ser necesario un tratamiento con fármacos antivirales que se debe iniciar de forma temprana para que sea efectivo.
Desde octubre de 2014 está disponible en España la vacuna para la prevención del herpes zóster y la neuralgia post-herpética para mayores de 50 años con prescripción médica. Se recomienda prioritariamente a pacientes crónicos con EPOC, diabetes o insuficiencia cardiaca.