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La alergia al polen será menos intensa esta primavera que en 2016, una buena noticia para los más de seis millones de alérgicos contabilizados en España. Eso sí, el incremento de las temperaturas y de los niveles de CO2 podría adelantar a mediados de abril el inicio de la polinización de las gramíneas y, por tanto, en esas fechas comenzarían a asomar los primeros síntomas de los alérgicos.
La alergia es una respuesta exagerada del sistema defensivo del paciente, que identifica como nocivas determinadas sustancias inocuas, como pueden ser los pólenes de algunas plantas o los ácaros del polvo doméstico, habitualmente toleradas por la mayoría de las personas, liberando histaminas. Esta respuesta inapropiada y equivocada, en lugar de ser beneficiosa, es claramente perjudicial para el paciente y produce una serie de alteraciones inflamatorias de la piel y mucosas, que originan los diferentes síntomas y signos de las enfermedades alérgicas.
La sintomatología alérgica es muy similar a la producida por los cuadros infecciosos virales (catarros), y consiste en afectación nasoocular (estornudos en saliva, picores en la nariz y en los ojos, enrojecimiento ocular, lagrimeo, hidrorrea y congestión nasal) y ocasionalmente tos y asma.
El alérgico no nace, se hace
No se nace alérgico, se tiene una predisposición genética y en función de los factores ambientales, la persona se hace alérgica a determinadas sustancias con capacidad de producir una respuesta inmunológica de hipersensibilidad y posterior alergia. Estas sustancias pueden sensibilizar a la persona predispuesta, de modo que sus sistema inmunitario produce una serie de anticuerpos, habitualmente del tipo inmunoglobulina E (IgE) contra estos alérgenos. Estos anticuerpos se fijan a la superficie de unas células llamadas mastocitos (localizadas en la piel y mucosas) y basófilos (circulantes en torrente sanguíneo). Cuando la persona vuelve a tener contacto con el alérgeno se produce una interacción con la IgE fijada a dichas células efectuándose un cambio en la superficie de estas células, que liberan una serie de mediadores proinflamatorios, responsables de los diferentes síntomas alérgicos. Es decir, las sustancias liberadas de las células que intervienen en las reacciones alérgicas, son las responsables últimas de los síntomas que sufre el paciente alérgico.
Los síntomas de polinosis pueden aparecer a cualquier edad, aunque el inicio suele ser más frecuente en la infancia y en la juventud. Una vez que aparecen los primeros síntomas clínicos, éstos tienden a persistir indefinidamente en el tiempo, e incluso a agravarse (entre un 30-60% de los pacientes puede terminar desarrollando asma bronquial). No obstante, un pequeño porcentaje de pacientes (8%) puede presentar remisiones clínicas espontáneas, es decir, dejar de tener sintomatología.
Histamina, la reina de la fiesta alérgica
La histamina es uno de los principales mediadores de la inflamación alégica. Es el producto más abundante, puesto que se encuentra en los gránulos de mastocitos y de los basófilos. La respuesta biológica a la liberación de la histamina es: el picor cutáneo, por estimulación de los nervios; la dilatación y aumento de la permeabilidad de los vasos sanguíneos, con lo que se produce calor y enrojecimiento de la piel y de las mucosas, y salida de líquido hacia los tejidos de alrededor, con lo que se origina una hinzhazón (edema); y la contracción de la musculatura de los bronquios, que causa dificultad para respirar y mayor producción de moco en las vías respiratorias.
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