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Aunque revestida de cierta gravedad, la bronquiolitis hoy en día se considera una infección benigna que en el 90% de los casos puede curarse fácilmente en casa, si bien en lo que a urgencias hospitalarias se refiere, el mes de diciembre es temporada alta.
Una enfermedad vírica
Una bronquiolitis se desencadena siempre por un virus. Aunque existen varios capaces de desencadenarla, el virus más común es el virus respiratorio sincitial (VRS), responsable de la enfermedad en el 70% de los casos. Una vez contagiado, el virus tarda dos días en instalarse en los bronquiolos, de ahí que la enfermedad suela evolucionar de un resfriado a una dificultad respiratoria.
Estos virus se propagan con mucha facilidad de un individuo a otro a través de las minúsculas gotas expulsadas con la tos o con los estornudos, a través de los besos o las manos (el virus puede sobrevivir hasta 30 minutos sobre la piel) y a través de objetos contaminados (sobre los que el virus puede sobrevivir durante varias horas). De ahí que se transmita con más facilidad en las guarderías y en lugares donde los niños viven en colectividad.
El proceso
Una bronquiolitis comienza por un simple resfriado acompañado de tos seca. En un principio, el bebé se muestra fatigado, tiene un poco de fiebre y come mal. Vomita los biberones o la comida y le cuesta trabajo respirar. En esta fase el virus se ha instalado en los bronquiolos estrechándolos, lo que dificulta su respiración y genera silbidos, a veces imperceptibles para los padres pero claramente reconocidos por el médico a través del estetoscopio.
Obstrucción
Al ser los bronquios y bronquiolos más estrechos en el niño, la inflamación viral dificulta el paso del aire, pudiendo llegar a obstruir estos conductos, lo que no deja de ser grave. Esta obstrucción está ligada a dos fenómenos:
- La inflamación que espesa la pared de los bronquiolos.
- La formación de un tapón mucoso, ligado a la acumulación de células muertas y de secreciones.
Menos de tres meses: hospitalización inmediata
La bronquiolitis en los bebés menores de tres meses requiere una hospitalización inmediata, ya que podría generar serias dificultades respiratorias. Todo depende de la edad del niño y de la gravedad de los síntomas. La edad de mayor frecuencia de bronquiolitis se sitúa entre los 3 y los 9 meses. Si las dificultades respiratorias son grandes y se oyen sibilancias, el bebé vomita todo lo que come o presenta fiebre constante, hay que llevarlos al médico cuanto antes.
Cómo prevenirla
Si inmunizar al bebé resulta prácticamente imposible, sí existen medidas que limitan el riesgo de contagio.
- Lávate siempre las manos con agua y jabón durante 30 segundos antes de coger al bebé. Esta medida deberá observarla fundamentalmente el personal de las guarderías, los padres y cuidadores.
- No beses al niño en la cara si estás resfriado y enseña a los hermanitos a no hacerlo.
- Evita llevar al bebé menor de dos meses a lugares cerrados y frecuentados como los supermercados o los autobuses.
- Airea con frecuencia las habitaciones y no sobrecargues el ambiente de tu casa con temperaturas elevadas. Lo ideal es mantener la temperatura a 19º.
- Si el bebé está resfriado límpiale la nariz con sueros fisiológicos y no dejes que se acumulen sus secreciones, a fin de evitar que el virus se propague hacia los bronquios.
- No compartas las tetinas de los biberones o los cubiertos.
- No fumes en presencia del bebé ni frecuentes lugares en los que se fume habitualmente.
Los cuidados en casa
- Si tu bebé ya tiene bronquiolitis, intenta que la atmósfera de su habitación sea lo suficientemente húmeda, para lo cual te puedes ayudar de humidificadores del ambiente.
- Dale de beber con frecuencia, ya que su respiración acelerada puede agotar sus reservas hídricas.
- Dale de comer en pequeñas cantidades.
- Tienes que ponerte en manos de tu pediatra, quien te indicará la medicación pertinente, normalmente con medicamentos broncodilatadores. Al cabo de una semana, lo normal es que la bronquiolitis esté curada.
- Al tratarse de un virus, el uso de antibióticos no está indicado, salvo en el caso de que exista sobreinfección. Una fiebre persistente de más de 38,5º, una otitis asociada o expectoraciones bronquiolíticas purulentas son indicadores de una sobreinfección.