Únete a nuestra comunidad
Toda la actualidad del mundo de la salud y la farmacia en Consejos de tu Farmacéutico.
Además, puedes seguirnos en nuestras redes sociales:
Una caída más o menos aparatosa puede traer consigo consecuencias nefastas para la boca de los niños. Acudir al dentista debe ser siempre la primera solución
Basta jugar a gatas, frenar con la rueda delantera de la bici o caerse de un columpio, para que un diente se rompa o incluso llegue a caerse. En estos casos, buscar el trozo, meterlo bajo la lengua o en un vaso de leche y llevarlo rápidamente al dentista puede evitar su pérdida definitiva.
Simple contusión
Si tu hijo se fractura, desplaza o pierde un diente como resultado de una contusión, por mucho que sea de leche, no debe relajarte. Un diente roto o una encía malherida, a menudo sienta las bases de una boca adulta nada deseable. Es más, un golpe, por mucho que haya sido poco violento, puede provocar la formación de un hematoma. Por regla general éste se reabsorbe sin problemas, aunque en ocasiones se puede producir una degeneración de la pulpa dentaria, con consecuencias engorrosas para el futuro. Únicamente el dentista, a través de un examen cuidadoso y radiografías, podrá juzgar profesionalmente la importancia de la lesión.
Luxación
Cuando el golpe va acompañado de sangrado de la encía y movimiento del diente, hablamos de luxación. Si la luxación ha sido leve, puede ocurrir que se reduzca espontáneamente sin que tenga mayores consecuencias. Por el contrario, en algunos casos el movimiento del diente puede provocar una ruptura de los vasos, arterias y venas que irrigan y nutren la pulpa dental. El examen inicial del odontólogo permitirá evaluar con exactitud la importancia del movimiento dental y en consecuencia, el riesgo potencial de fragilización. En función de la importancia de la movilidad que se haya provocado en el diente, el dentista evaluará la posibilidad de fijarlo a los dientes vecinos, así como el instante de retirar esta fijación en el momento que sea necesario, revisando el diente a los seis meses o al año con el fin de hacer radiografías de control. En caso de que se produzca dolor sin causa aparente conviene acudir inmediatamente al dentista.
La fractura
Si el golpe ha roto el diente, lo mejor es acudir al dentista con el trozo cuanto antes. Incluso aunque el esmalte haya comenzado a cambiar de color, si llegas a tiempo, el dentista podrá pegar el trozo, el cual, cuando empiece a rehidratarse, retomará el color inicial. Las nuevas resinas compuestas, cuyas cualidades de adhesión han sido mejoradas considerablemente en los últimos años, permiten que esta clase de reparaciones se haga con una perfección y limpieza sin precedentes.
Expulsión del diente
Cuando se ha producido un choque violento, el diente puede ser expulsado, circunstancia en la que el tiempo cuenta más que nunca y obliga a encontrar rápidamente el diente, meterlo en leche o bajo la lengua e ir rápidamente al dentista para reimplantarlo. Lo ideal es reemplazarlo inmediatamente en su alveolo, pero esto se puede realizar en un plazo límite de 30 minutos. La exposición al aire seca las fibras del ligamento alveolo-dental y la yema de la pulpa apical, de ahí que haya que introducirlo en un medio fisiológico húmedo adaptado. Incluso dos o tres horas después del
accidente, la reimplantación puede continuar siendo útil si el diente ha estado bien conservado, aunque el pronóstico siempre será menos favorable.
Mucho ojo si…
A menudo, los padres ignoran las consecuencias dramáticas que pueden derivarse de un golpe. Una rotura de las raíces del diente, absolutamente invisible a simple vista, puede pasar desapercibida. Una rajita de apariencia anodina puede volver un diente sensible, o lo que es peor aún, obligar a su extracción. La consulta al dentista debe ser siempre el primer paso, incluso aunque el niño haya dejado de quejarse. Su futuro dental puede estar en juego.