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La última Encuesta Nacional de Salud de España revela que el consumo de tabaco en nuestro país ha descendido notablemente entre 1993 y 2017. Sin embargo, en los últimos tres años se ha registrado una bajada más lenta —0,9 puntos—, situándose la tasa de fumadores en 25,6% en hombres y 18,8% en mujeres. En la misma línea, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que la cifra actual de fumadores en el mundo —más de 1.000 millones de fumadores— no se prevé que descienda sensiblemente para 2025.
En este contexto, la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS) ha celebrado un debate coloquio sobre el “Futuro del tabaquismo: desafíos y tendencias emergentes” —con la colaboración de la compañía Philip Morris— con el objetivo de seguir avanzando en el abordaje a este grave problema y abrir un debate sobre el rol que las nuevas alternativas al tabaco tradicional pueden desempeñar en la reducción del daño en aquellos fumadores que no pueden o no quieren dejar de fumar.
El experto en medicina interna Josep Maria Ramon Torrell, jefe de Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universitari de Bellvitge y responsable de la Unidad de Tratamiento del Tabaquismo, ha explicado que el humo del tabaco es el que provoca la enfermedad en sí misma, no la nicotina. “Aproximadamente, el 15% de los fumadores que son derivados a las unidades de tabaquismo no quiere dejar de fumar. Habría que incorporar las estrategias de reducción del daño en nuestra práctica clínica diaria, dirigidas tanto a aquellos pacientes con los que se han utilizado los tratamientos estandarizados para dejar de fumar y no han funcionado como a aquellos que no quieren dejar de fumar”, señaló.
En la misma línea, el Dr. Vivencio Barrios, médico adjunto del Servicio de Cardiología del Hospital Ramón y Cajal y profesor asociado de Medicina de la Universidad de Alcalá, ha subrayado la importancia de que el paciente abandone el tabaquismo con cualquier tipo de estrategia terapéutica disponible y, “en última instancia, cuando no se consigue que el paciente lo deje, hay que apostar por alternativas que, sin ser inocuas, produzcan menos daño en su salud cardiovascular. Según un estudio recientemente presentado en el Congreso Europeo de Enfermedad Cardiovascular, en España, aproximadamente el 34% de los pacientes con enfermedad coronaria no abandona el hábito tabáquico. Por tanto, la situación es muy preocupante”.
En el caso de las personas con enfermedad mental grave, según el especialista en psiquiatría Dr. Néstor Szerman, jefe de los servicios de Salud Mental Retiro H.G.U.G. Marañón, “pacientes con psicosis pueden consumir entre 60 y 80 cigarrillos diarios y, debido a esto, tienen una esperanza de vida 15 años menor que la media de la población. En estos pacientes la solución no es la abstinencia, sino reducir el consumo o sustituirlo por alternativas menos dañinas”.
Por otro lado, el oncólogo Enrique Grande, jefe de Servicio de Oncología del MD Anderson Cancer Center Madrid, ha señalado que, dentro de los 14 o 15 tumores más frecuentes, 12 están relacionados con el consumo de tabaco. “Concretamente, el segundo tumor con mayor prevalencia, tanto en varones como en mujeres, es el cáncer de pulmón. Así pues, todo lo que sea reducir efectos dañinos será bienvenido”.
Para el Dr. Xavier Pintó, jefe de la Sección de Lípidos y Riesgo Vascular del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitari de Bellvitge, “habría que destinar todos los recursos para luchar contra algo tan grave como el tabaquismo. Las herramientas de reducción del daño son poco conocidas, tanto por pacientes como por médicos. Es necesaria más información y máximo rigor en la información que se transmita sobre estas alternativas”.
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