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Hay fragancias asociadas a cada momento de nuestra vida o notas de olor que pueden revitalizarnos o sumergirnos en un letargo melancólico en cuestión de segundos. Recorremos el apasionante universo olfativo de los aromas de farmacia.
Ante la amplia variedad de opciones y variedades de un mismo perfume que existen actualmente en el mercado, lo primero que hay que saber es que el “mundo fragancia” se estructura en torno a tres reglas básicas. La primera es que un mismo aroma puede presentar distintas versiones según la intensidad en la que se comercialice, y así nos encontramos con el perfume propiamente dicho (la versión más concentrada, que aporta hasta un 40% de la esencia aromática); el eau de toilette (con una concentración de entre el 7 y el 15%); el agua de colonia (sin duda, la opción más refrescante, con un 3-10% de concentración y a base de aromas como los cítricos, que proporcionan un efecto fresh inmediato); y las aguas frescas, eau fraiche o splash perfumes (con una concentración muy baja de esencia aromática, por lo que permanecen poco tiempo sobre la piel).
La segunda es que todo perfume está compuesto por tres tipos de notas: de salida (la primera que se percibe y que no dura más de 30 minutos), corazón (la que persiste al evaporarse la nota de salida; perdura unas 4 horas); y las notas de fondo (fijan el perfume al pH de la piel, de forma que pueden mantenerse hasta 24 horas después de la aplicación).
Y la tercera regla es que existen distintas familias de aromas entre las que elegir: florales, cítricos, orientales, Chipre, madera, fougère (helecho)…
Aromas de farmacia
En cuanto a cuáles son las principales características o señas de identidad de los tipos de perfumes que se pueden encontrar en las oficinas de farmacia, Mónica de Orue, vocal de Dermofarmacia del Colegio Oficial de Farmacéuticos (COF) de Guipúzcoa, nos explica que “generalmente se trata de mezclas de fragancias que se caracterizan por tener un bajo contenido de alcohol o incluso este contenido es del 0%”.
Respecto a las cuestiones asociadas al uso de perfumes, unas de las que más consultan los usuarios de la farmacia son las relacionadas con la posible aparición de alergias y otras reacciones cutáneas. En este sentido, Mónica de Oure señala que “en primer lugar, los consumidores deben saber que las alergias a los perfumes se pueden producir por contacto directo, dando lugar a síntomas como enrojecimiento, hinchazón o picazón, o también, cuando el perfume está en el aire, en espacios cerrados. En este caso, la sintomatología suele manifestarse en forma de ojos llorosos, estornudos recurrentes y congestión nasal. La única forma efectiva de no sufrir este tipo de alergia es no utilizar el perfume o, al menos, no aplicarlo directamente sobre la piel sino en la ropa. Otro consejo a tener en cuenta es aplicar el perfume en una zona de la piel y esperar un tiempo prudencial para comprobar así si produce o no reacción”.
La oferta de perfumes de venta en farmacia se ha incrementado notablemente en los últimos tiempos. A clásicos como las colonias incluidas en las distintas líneas de cosmética infantil se han unido opciones tan innovadoras como la desarrollada por Prima-Derm de la mano del perfumista Ramón Monegal: Inner, la primera marca de perfumes que incorpora ingredientes activos que devuelven a la piel el aroma natural que ésta tiene en su juventud. Tal y como explicó el presidente de la marca, José María García-Antón, durante la presentación del producto, “todas las personas, a medida que envejecemos, producidos un olor corporal más intenso debido, entre otros factores, a la peroxidación de las capas lipídicas cutáneas”. Con el objetivo de “romper” ese envejecimiento a nivel olfativo, la firma, en colaboración con el CSIC, llevó a cabo una investigación centrada en los fondos marinos de la Isla de Reunión a partir de la cual desarrolló una fórmula basada en la incorporación de principios marinos que permiten la liberación de microgotas del perfume de manera muy lenta durante las 24 horas del día, “contrarrestando” así de forma natural el peculiar olor atribuido “a la edad”.
Cosmética con un plus “esencial”
Según el estudio “Aromaterapia y aceites esenciales”, el 75% de la población opina que la farmacia es el canal más adecuado para la venta de este tipo de productos. “Los aceites esenciales son sustancias naturaleza muy concentradas que deben utilizarse siempre en las dosis adecuadas y teniendo en cuenta algunas precauciones importantes.
Cada aceite esencial tiene propiedades específicas, concretamente las de la planta de la cual provienen, y es importante conocer sus efectos y particularidades. En general, aunque haya excepciones, no se aconseja aplicarlos directamente sobre la piel, ya que algunos de estos aceites pueden resultar irritantes. Lo mejor es diluirlos añadiendo unas gotas al agua, aceites vegetales, arcillas, etc.”, señala Mónica de Orue, quien ofrece una selección de los aceites esenciales que no deberían faltar en ningún botiquín-neceser de aromaterapia: “Aunque es complicado, ya que no todo el mundo tiene las mismas necesidades, las opciones más recomendables serían las siguientes:
-Árbol de té: es antifúngico, antibacteriano y calmante. Alivia las aftas, las heridas, las ampollas, el acné y las infecciones por hongos.
-Lavanda: se trata de un aceite relajante, ideal para el insomnio. También tiene propiedades cicatrizantes.
-Menta: se utiliza para los dolores de cabeza y de estómago.
-Gaulteria: va bien para las molestias articulares o musculares (lumbares, cervicales, de rodillas…).
-Limón: se utiliza los casos de herpes y granos.
-Citronela: aleja a los mosquitos e insectos en general.
Teniendo en cuenta las múltiples propiedades no solo olfativas sino también sobre el cuidado de la piel y la salud que tienen los aceites esenciales, no es de extrañar que muchas firmas (Apoem, Apivita…) los consideren como ingredientes prioritarios de sus formulaciones cosméticas. Pero, ¿cuál es el secreto de la aromaterapia? Tal y como explica Paola Gugliotta, fundadora de Apoem, la clave está en los quimiotipos, esto es, la clasificación química, biológica y botánica de la molécula con mayor presencia en el aceite. “Los aceites esenciales pueden encontrarse por miles, pero su verdadera identidad está en los quimiotipos. Sólo aquellos quimiotipados son efectivos y seguros. La razón es que en función de su biotipo (los días de sol a los que está expuesta, la temperatura, la composición del suelo o la altitud) una misma planta puede producir aceites esenciales muy diferentes desde el punto de vista bioquómico”. Este biotipo es el que permite definir y “afinar” la actividad terapéutica y/o cosmética de un aceite esencial determinado.
Face-mist, brumas o aguas florales: aromas… y mucho más
Un tipo de cosméticos que permiten acceder de forma cómoda y rápida a las propiedades cosméticas de plantas y esencias son las aguas florales. Como comenta la farmacéutica Esther Sansi, (@sansi_farma), experta en dermocosmética, “las aguas (también llamadas face-mist florales, hidrolatos o brumas) aportan todos los beneficios de los aceites esenciales, en menores concentraciones, e incorporan otros ingredientes, por lo que su función va más allá de la mera hidratación de la piel. Son productos más completos que, por ejemplo, las aguas termales, y pueden ser utilizadas tanto por adultos como por niños. Tan solo hay que tener en cuenta las alergias a alguna de las plantas de las que se extraen los ingredientes de su composición”.
La farmacéutica explica que en los face-mist florales, además de las plantas, se pueden encontrar ingredientes de dos tipos: “Por un lado, los que tratan la piel (vitaminas, colágeno, ácido hialurónico, filtros solares…) y, por otro, las sensaciones que se transmiten por el olfato y que aportan un ‘chute’ de bienestar inmediato gracias a una cascada de notas aromáticas relajantes o estimulantes”. Sansi recomienda tener cuidado a la hora de elegir estos productos, ya que no todos son iguales y muchos de ellos no son verdaderos hidrolatos, sino agua a la que se han añadido conservantes, colorantes y fragancias sintéticas. “Hay que leer bien la etiqueta y prestar atención a sus componentes. Yo recomiendo siempre aquellas que sean de procedencia ecológica y en formato spray o difusor, envasadas en vidrio opaco (oscuro) para que sus propiedades se conserven mejor. Además, es beneficioso mantenerlas alejadas de la luz y el calor. Un truco: en verano, aportan un extra de frescor descongestionante si se conservan en la nevera”.
Vademécum de aguas florales
Dependiendo de su formulación, las brumas realizan un efecto determinado sobre la piel: “Se trata de cosméticos efectivos y muy seguros a nivel cutáneo, ya que no aportan a la epidermis ningún tipo de sustancias tóxicas”, dice Esther Sansi, quien ofrece un “vademécum” del tipo de aguas florales más adecuado a cada necesidad:
-Agua de rosas: todo un clásico que ya usaban nuestras abuelas. “Posee propiedades regeneradoras, calmantes, relajantes, antiinflamatorias, antibacterianas, descongestionantes… Es el producto estrella de las brumas y el comodín perfecto si se tienen dudas para elegir el tipo de agua floral más adecuado. Yo las suelo recomendar en las pieles jóvenes (11-18 años) como tónico habitual para iniciarlas en la rutina del cuidado facial. Con su aplicación, se controlan los granitos, se hidrata la piel y se equilibra el pH”.
-Agua de naranja: calma las rojeces y es perfecta para las pieles reactivas y sensibles.
-Agua de nerolí: desinfecta, hidrata la piel y regula la producción de grasa.
-Agua de lavanda: regenerante y calmante, evita además la caspa si se aplica sobre el cuero cabelludo.
-Agua de manzanilla: refresca, es antiinflamatoria y estimula la vitalidad del cabello. “Mezclada con aguacate se puede elaborar una mascarilla casera muy efectiva para nutrir e hidratar el cabello en profundidad”.
-Agua de árbol de té: es ideal para tratar las infecciones, los granitos y evitar o prevenir los piojos.
-Agua de tomillo: promueve la circulación y tiene un gran poder desinfectante, de ahí que sea un estupendo desodorante natural. “Aplicada en el cabello, estimula su crecimiento”.
-Agua con extracto de diente de león: posee un potente efecto anti-polución.