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Suelen ser los grandes olvidados en los meses de invierno, cuando permanecen pertrechados dentro de medias, botas, botines y demás “cárceles”. Y es con la llegada del buen tiempo cuando salen a relucir muchos de los problemas que, además de antiestéticos, pueden incluso tener consecuencias. Por suerte, es una de las zonas más agradecidas del cuerpo, de ahí que sea fácil ponerlos a punto.

 

Un total de 28 huesos, más de 7.000 terminaciones nerviosas y 57 articulaciones. Estas son las principales “credenciales” de nuestros pies. Pese a que todas estas piezas se estructuran a modo de una perfecta maquinaria, si tenemos en cuenta que como media andamos unos 10.000 pasos al día (unos 1.300 km al cabo de un año), no es extraño que en algún que otro momento “protesten” y reclamen su dosis de cuidados. La planta es la zona más delicada, ya que su sensibilidad es extrema, debido a la concentración de terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos que confluyen en ella. El arco, por su parte, es el gran perjudicado de hábitos tan insanos como el uso habitual de tacones, lo que altera su función amortiguadora y tiene como consecuencia inmediata dolores de espalda y otras molestias músculo-esqueléticas. “Los pies tienen cometidos específicos y duros, como soportar el peso corporal, mantener el equilibrio en la posición adecuada y servir de punto de apoyo para desplazarnos”, explica el Dr. Alfons Miranda, responsable del Área Médica de Laboratorios Isdin.

Se estima que el 60 por ciento de la población española sufre problemas en los pies, y el 90 por ciento afirma haber padecido en algún momento de su vida molestias o dolores”, añade el experto.

 




Callos y durezas: las “pupas” más típicas









 

Son, tras los pies cansados, los problemas de los pies más frecuentes entre la población. En ambos casos, se trata de hiperqueratosis o engrosamiento anormal de la piel. Entre las causas más frecuentes de los callos se encuentran el uso de zapatos inadecuados, las medias o calcetines demasiado oclusivos, la presión producida por los zapatos de puntera estrecha o tacones tan altos que obligan a la planta a soportar todo el peso del pie. En el caso de las durezas, los principales culpables son los zapatos de tacón alto, el exceso de peso, una pisada “mala” y distintas malformaciones de los huesos de los pies.

Para tratar estos dos problemas es fundamental la hidratación, para aumentar la suavidad, flexibilidad y elasticidad de la piel, y aplicar sustancias queratolíticas (las más comunes son la urea y el ácido salicílico) que actúan disgregando las acumulaciones de células cutáneas y disminuyendo por tanto el grosor de la capa córnea.

 



Tres “gajes” de la pisada


 


– Pies cansados
. Sus síntomas son inequívocos: ardor, dolor, sensación de calor, imposibilidad para dormir… Suelen aparecer tras someter a los pies a un esfuerzo muy grande (caminatas, ejercicio físico); zapatos inadecuados; problemas circulatorios o exceso de peso. Como remedio rápido funcionan muy bien los pediluvios, en los que se pueden añadir unas gotas de aceite esencial relajante (lavanda, por ejemplo). También es conveniente tener siempre a mano un calzado cómodo para poder sustituirlo por otros modelos que mantienen el pie aprisionado; evitar los tacones demasiado altos y cuidar al máximo la higiene de la zona.


– Ampollas
. Se trata de vesículas llenas de líquido producidas fundamentalmente como consecuencia de unos zapatos nuevos o inadecuados. Para evitar su aparición hay que proteger la zona del roce excesivo con calcetines de algodón, una tirita o aplicando un poco de vaselina. Un remedio natural que funciona consiste en diluir unas gotas de tintura de hamamelis en una palangana de agua caliente y dejar reposar los pies durante 10 minutos. Esta planta posee propiedades antisépticas que evitan que la ampolla se infecte y acelera su curación.


– Uñeros
. Se trata de una infección que se produce alrededor de la uña del pie. Se caracteriza por un enrojecimiento acompañado de una gran sensación de dolor y calor. Al tratarse de una infección hay que ponerse en manos del especialista si en pocos días no mejora. Para aliviar los síntomas se puede recurrir a remedios naturales como los masajes con aceites esenciales de tomillo (tiene propiedades antibacterianas) y limón (ayuda a reducir la inflamación).

 



Pedicura en casa


 

Es cierto que cuando este tratamiento se realiza en un centro especializado ofrece una serie de “pluses” que lo convierten en un auténtico pasaporte al placer y al relax, pero la pedicura se puede realizar de forma eficaz en casa. Para ello, es necesario contar con los utensilios adecuados y seguir una serie de pasos concretos:

1. Preparar un baño para los pies con agua tibia, sal marina y aceites esenciales. Sumergir los pies durante unos 10 minutos, pasados los cuales las durezas y las uñas estarán lo suficientemente reblandecidas.

2. Retira el esmalte y limpia las  uñas con un cepillo específico.

3. Exfolia después toda la superficie del pie (puedes usar una exfoliante corporal o un producto específico).

4. Es ahora el mejor momento para eliminar las durezas, utilizando para ello una piedra pómez de las de toda la vida o una lima especial, insistiendo en la zona de los talones.

5. Después, aplica una hidratante rica en agentes emolientes y déjala actuar durante unos minutos.

 



Masajes: un plus de relax


 

La práctica de la reflexología es uno de los mejores favores que podemos hacer a nuestros pies. No sólo mejora su aspecto físico sino que proporciona un rápido efecto  relax al resto del organismo. Estos son los pasos básicos para disfrutar de un masaje podal:

 

  • Para relajar, coge un pie con una mano en la planta y otra en el empeine. Realiza movimientos firmes y prolongados, desde el tobillo hasta la punta del pie.
  • Coge el talón con una mano y la punta del pie con la otra. Realiza movimientos circulares, cinco veces en dirección de las agujas del reloj y cinco en sentido contrario.
  • Empezando por el dedo gordo, da un masaje a lo largo de cada dedo y, al llegar a la punta, estíralo ligeramente, repitiendo tres veces este gesto.
  • De nuevo empezando desde el dedo gordo, desplaza el pulgar de la mano por la zona carnosa que sirve de apoyo delantero del pie. Aprieta bien en cada uno de los montes de los dedos antes de pasar al siguiente. Al llegar al meñique, cambia de mano y, también con el pulgar, haz el camino de vuelta al dedo gordo, repitiendo dos veces la operación.
  • Ejerce con el pulgar una ligera presión desde la punta hacia la base del dedo gordo. Haz lo mismo en todos los dedos y, al llegar al meñique, cambia de mano y, también con el pulgar, haz el camino contrario. Repite dos veces.
  • Coge los dedos con una mano y con el pulgar de la otra, haz una presión a lo largo de la planta, desde la base del dedo gordo hasta el centro del pie, siguiendo la línea del metatarso. Repite en todos los dedos.
  • Empezando por la rodilla, utiliza el pulgar para ejercer presión en toda la cara interna del pie hasta llegar al dedo gordo. Presiona firmemente y sigue la línea que sube hasta el empeine, desde el talón hasta el dedo meñique.

 



Ideas para pisar firme


 

  • La parafina es una de las mejores opciones a la hora de recuperar la piel de los pies. Una receta casera consiste en mezclar diez gotas de agua de rosas con igual cantidad de parafina líquida y, antes de irte a la cama, aplica esta preparación con suaves masajes en los talones y otras zonas ásperas (debajo de los dedos, en la planta). Después, ponte unos calcetines (preferiblemente de algodón) y deja actuar durante toda la noche.

  • Si tienes los pies delicados, acostúmbrate a utilizar plantillas para prevenir la aparición de dolor, juanetes y deformidades. 

  • No hay que recurrir a las cuchillas específicas para eliminar las durezas, ya que se pueden producir heridas con el riesgo de infección que ello conlleva. Lo mejor es consultar a un podólogo para que determine cuál es la causa y aplique el método más adecuado.

  • Todos los expertos coinciden: no hay mejor remedio natural para los pies que caminar descalzos por la arena de la playa.

 



Uñas a punto


 

Aunque básicamente tienen las mismas características que las de las manos, las uñas de los pies suelen estar en un segundo plano. En comparación con las de las manos son más opacas y abombadas debido al hecho de que están aprisionadas en los zapatos.

El cuidado de las uñas merece un capítulo aparte, siendo muy importante seguir una serie de pasos para obtener un resultado satisfactorio:


1)

 Lo primero que debes hacer es desmaquillar las uñas aplicando quitaesmaltes.

2) Si es necesario, córtalas (siempre en recto y una tijera de punta roma) y después dales forma con la ayuda de una lima de cartón extra gruesa.

3) Aplica sobre ellas un producto quitacutículas que ayuda a deshacer esas acumulaciones de células muertas. Es muy importante no cortar las cutículas (crecen el doble y un mal corte puede producir heridas); basta con retirarlas.

4) Sumerge los pies en agua caliente durante al menos 10 minutos, de forma que la uña se reblandezca y puedas eliminar más fácilmente cualquier resto de dureza o suciedad.

5) Separa los dedos con algodones o con la ayuda de algún separador específico.

6) 
Antes de pintarlas de cualquier color, aplica una base transparente fortalecedora. Y termina aplicando una capa de esmalte transparente.

 





Productos recomendados:





 


1- Limpieza efervescente.


Germisdin Baño Podológico, de Isdin

.

2- Fuera intrusos.
Cuidado Avanzado para Alivio de Callos, de Compeed.

3- Ni rastro de durezas.
Crema Pies Secos y Estrpeados, de Neutrógena.

4- Lujo a tus pies. Sales Relajantes, de Saltratos.

5– Uñas aptas para sandalias. Tratamiento Uñas Descoloridas, de Dr. Scholl.

6-Suavidad extrema. Gama de Cuidado para pies femeninos, de Salvaped.

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Redacción Consejos

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