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Las texturas del maquillaje que se usa en esta época del año (sobre todo la base, el iluminador y el colorete) actúan “abrigando” la piel y reforzando su protección. Sin embargo, si no se elimina correctamente, puede producir justo el efecto contrario.
La doctora Gema Pérez Sevilla, experta en Medicina y Cirugía Estética Facial y directora de la Clínica Pérez Sevilla, en Madrid, es contundente al respecto: “No desmaquillarse o no hacerlo adecuadamente puede marcar un antes y un después en el estado de la piel y, además, hace que ésta aparente 10 años más”. La experta ofrece todas las razones disuasorias para las que no son constantes en este hábito o se dejan vencer por el cansancio al final de la jornada:
- “La piel trabaja por ciclos, y es por la noche cuando se regenera. Por eso, al no desmaquillarla, las células muertas, las impurezas, las toxinas o el exceso de sebo se quedan en la superficie, impidiendo esta regeneración natural. Pero además, tanto el exceso de sebo como las impurezas sirven como caldo de cultivo a las bacterias, aumentando el riesgo de que se produzca un brote de acné o que empeore el ya existente”, comenta la especialista.
- A largo plazo, esta “dejadez” a la hora de desmaquillarse puede alterar el ecosistema y el pH cutáneo, dando lugar a una tez más apagada, una piel más gruesa y favoreciendo en envejecimiento prematuro. Evitar todos estos efectos negativos es incluso más importante en otoño/invierno ya que, como explica la doctora Pérez Sevilla, la piel actúa naturalmente como escudo contra el entorno que la rodea, así que cuánto más saludable está, más se autorregula frente a las agresiones externas: “Esa barrera natural, el estrato córneo, funciona como un conjunto de ladrillos (células de la piel) y cemento (lípidos, grasas naturales). Por eso, cuando se duerme sin eliminar el maquillaje, los restos, junto a la suciedad acumulada, alteran el estrato córneo y, como consecuencia, ya no hay ‘cemento’ para unir los ladrillos, quedando abierta la pared a todas las agresiones externas”.
- La experta insiste en que la limpieza es uno de los pasos imprescindibles para el equilibrio y buen funcionamiento de la piel, y también en que hay que llevarla a cabo, aunque no se lleve maquillaje: “Al eliminar los residuos superficiales y la suciedad permitimos que la piel se oxigene adecuadamente, lo que resulta fundamental para que la energía de las células pueda asimilar todos los nutrientes necesarios para su regeneración. Se sabe que una buena preparación de la piel se traduce en una penetración adicional del 30% de los principios activos de los cosméticos que se aplican sobre ella”.
- Para añadir un plus de confort y calidez a este gesto, Gema Pérez Sevilla aconseja masajear suavemente el rostro a medida que se limpia: “Esta práctica ayuda a activar la microcirculación, a entrar en calor y, también, a eliminar toxinas”.