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¿Sabías que la leche materna va sufriendo cambios en su composición para adaptarse a las necesidades del bebé en cada etapa? ¿Y que hay casos en los que necesariamente hay que ceder el paso a las leches de fórmula? ¿Conoces qué es el Baby Led Weaning? Este mes, nuestro dietista-nutricionista, Eric Iges, nos descubre los beneficios de la lactancia materna y “de fórmula” y responde a las preguntas que todos los papis se plantean durante la crianza.
La alimentación y los hábitos de sueño son los ejes en torno a los que basculan las consultas del Niño Sano, sobre todo durante los primeros dos años de vida. En este momento, la alimentación cobra especial importancia, ya que con ella se pretenderán conseguir tres objetivos fundamentales, que son garantizar el crecimiento y el desarrollo del niño/a; fomentar desde pequeños una correcta educación nutricional, que servirá para la prevención de enfermedades en la edad adulta; y realizar un aporte nutricional adecuado con el que evitar carencias y prevenir enfermedades.
La leche materna en 5 elementos
Que la lactancia materna presenta numerosos beneficios tanto para la madre como para el recién nacido es algo que avalan un gran número organizaciones y comités de expertos, quienes recomiendan la lactancia materna exclusiva (o en su defecto, la toma de leche de fórmula adaptada), durante los primeros 6 meses de vida.
- El primer componente de la leche son las proteínas, fundamentalmente seroproteínas como la lactoalbúmina y lactoferrina; junto a caseínas en menor proporción.
- Tras las proteínas el segundo macronutriente principal son los hidratos de carbono. La lactosa sería el principal (6,5 g por cada 100 ml), ayudando en la absorción de calcio y hierro y favoreciendo además la aparición de flora bifidógena en el bebé. Tras la lactosa, los oligosacáridos (otro tipo de hidrato de carbono) serían el tercer componente mayoritario en la leche materna, teniendo una acción indirecta como prebióticos sobre la flora intestinal y actuando de manera directa contra infecciones intestinales, pudiéndose unir a patógenos y toxinas. Además poseen un efecto antiestreñimiento.
- Por último, también encontramos lípidos en la leche materna en menor proporción (entre 2 y 4,5 g por cada 100 ml). Su contenido es variable dependiente de distintos factores. Por ejemplo, la leche puede tener menor contenido en grasas cuanto mayor sea la edad de la madre, o cuanto menos tiempo se deje entre tomas. En cambio, el contenido de grasas es mayor por la mañana. Aportarán el 40-50% de las necesidades calóricas del bebé, ya que cada gramo de grasa aporta 9 kcal, en cambio los hidratos de carbono y las proteínas aportan 4 kcal por gramo.
- El contenido en vitaminas de la leche va a depender mucho del estado nutricional que lleve de la madre.
- Además, la leche contiene también una serie de microorganismos como lactobacilos y otras bacterias lácticas que proceden del intestino materno y que ayudarán al desarrollo de la flora bacteriana del recién nacido, protegiendo de infecciones.
Un ente “vivo”
Pero es que, además, la leche materna no tiene la misma composición nutricional ni las mismas características a lo largo del tiempo.
- El llamado calostro, producido en los primeros 4 días, es especialmente rico en proteína.
- Del cuarto al decimoquinto día, comienza la “leche de transición”, que se produce en mayor volumen que el calostro, disminuyendo proporcionalmente la cantidad de proteína y aumentando su contenido graso.
- A partir de entonces, comienza la “leche madura”, aportando unas 70 kcal por cada 100 ml y sirviendo como alimentación exclusiva para el lactante durante su desarrollo en estos primeros meses de vida.
- En las etapas tardías se produce la “leche de lactancia materna prolongada”, produciéndose ya en menos volumen y modificándose las proporciones de algunos de sus componentes. Como decíamos, la lactancia materna es el mejor alimento para el lactante, y debe ser favorecida, apoyada y protegida por sus numerosos beneficios: composición nutricional, provisión de componentes inmunológicos, coste, vínculo madre-hijo, disminución de infecciones, mejor composición corporal de recién nacidos…
Leches de fórmula: “ceda el paso”
Sin embargo, también existen contraindicaciones para la lactancia materna, como en el caso de que el bebé padezca una enfermedad metabólica como la galactosemia o una deficiencia congénita de lactasa, que la madre tenga algún tipo de herpes en la zona de la mama, una infección por VIH o tuberculosis, o bien, problemas de alcoholismo, drogadicción o esté tomando medicamentos que puedan afectar al contenido de su leche. Es en estos casos donde la “lactancia artificial” es vital.
Existen distintas fórmulas para la alimentación del lactante, hechas a base de leche de vaca (salvo algunas fórmulas especiales a base de soja), con distintas modificaciones para asemejarla a la leche materna. Este tipo de alimentación realmente aporta comodidad y flexibilidad a la madre, además de garantizar la alimentación de los recién nacidos en aquellos casos en los que la lactancia materna esté desaconsejada.
Existen los preparados o leche para lactantes, que se administra hasta los primeros 6 meses de vida, y los preparados o leche de continuación, que se administra para un régimen alimentario mixto, a partir de los 6 meses. Tras los primeros 6 meses comienza la alimentación complementaria.
Alimentación complementaria: desde los 6 meses
Según la Asociación Española de Pediatría, una vez que comienza la alimentación complementaria, hay que saber que “no hay alimentos mejores que otros para empezar, aunque se recomienda ofrecer de manera prioritaria alimentos ricos en hierro y zinc. Asimismo, se recomienda introducir los alimentos de uno en uno, con intervalos de unos días, para observar la tolerancia y la aceptación y no añadirles sal, azúcar ni edulcorantes, para que el bebé se acostumbre a los sabores naturales de los alimentos”. Cereales, frutas, hortalizas, legumbres, huevos, carne, pollo, pescado, aceite de oliva… serían los primeros grupos de alimentos a introducir entre los 6-12 meses. Los yogures y el queso tierno pueden empezar a introducirse en pequeñas cantidades a partir de los 9 meses.
El auge del Baby Led Weaning
El Baby Led Weaning es un método de alimentación que consiste en administrar los alimentos enteros, siempre con el tamaño y forma adecuadas, pero evitando administrar todo en forma de purés y triturados, con el objetivo de que el propio bebé coja los alimentos con las manos. Es cierto que hay determinados alimentos que por presentar mayor riesgo de atragantamiento deben evitarse o controlarse mucho, al menos hasta los 3 años de edad, como pueden ser la manzana y zanahoria cruda, los frutos secos enteros, aceitunas, uvas, cerezas o frutos rojos enteros; y otros como los productos ultraprocesados (galletas, bollería, azúcar, embutidos…) que cuanto más tarde se añadan y en menor cantidad, mejor. Los posibles beneficios de esta práctica son claros:
- Mejora de la capacidad de autorregulación y sensación de apetito-saciedad del bebé.
- Mejora del desarrollo psicomotor. Favorece la coordinación ojo – mano – boca, el control de la presión manual y la realización de pinza con los dedos.
- Favorece la creación de unos buenos hábitos alimentarios desde pequeños, dando a conocer numerosos sabores, olores, colores y texturas de alimentos.
- Mayor autonomía y facilidad de realizar comidas familiares y eventos sociales. Puede comer los mismos alimentos que los adultos (adaptando la introducción de cada uno de ellos según las recomendaciones).
- Es totalmente compatible con la lactancia materna o la alimentación con leche de fórmula.