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Cuando nos duele la garganta, distinguir dónde duele y cómo duele es fundamental para establecer un diagnóstico certero. Además, también es importante saber cuál es el tipo de agente infeccioso que se haya “colado” en nuestras vías respiratorias, puesto que el tratamiento puede diferir entre uno y otro. Te damos las claves para distinguirlos.
Para aprender a localizar un dolor de garganta, lo primero es saber de qué partes está compuesto este órgano ubicado dentro del cuello y que comienza detrás de la nariz y termina en la parte superior de la tráquea y el esófago (tubo que va al estómago). También llamada faringe, es un tubo de unas cinco pulgadas de largo, que conecta la cavidad bucal con el esófago y la cavidad nasal con la laringe. Está formada por una zona superior (nasofaringe, la parte de la garganta que se encuentra justo detrás de la nariz); una zona media (orofaringe, la parte de la garganta que se encuentra justo detrás de la boca que incluye las amígdalas, dos estructuras situadas a ambos lados de la faringe, que forman parte del sistema inmune y constituyen la primera barrera de defensa para protegernos del ataque de patógenos que llegan a través del aire); y una zona inferior (hipofaringe, la parte inferior de la garganta que se encuentra arriba del esófago y la tráquea). En la parte superior de la tráquea se encuentra la laringe, que contiene las cuerdas vocales y es la principal encargada de producir el sonido de la voz. La laringe está localizada en una zona más profunda y está formada por cartílagos que permiten que el aire llegue a la tráquea y, por lo tanto, sea conducido a los pulmones.
Los agentes que la inflaman
Toda la garganta está revestida por una membrana mucosa compuesta por células que producen mucosidad, y es susceptible de inflamarse e infectarse por la acción de agentes patógenos. De hecho, la laringe, las amígdalas y la faringe son zonas del aparato respiratorio infectadas con frecuencia y que provocan una sintomatología similar.
- Faringitis: la mayoría de los casos de faringitis suelen tener como causante una infección vírica, generalmente durante un proceso de resfriado o de gripe. Hay otras muchas enfermedades víricas que pueden conducir a sufrir una inflamación de la faringe: mononucleosis, varicela, sarampión… También hay causas no infecciosas que pueden comportar un proceso de faringitis: alergias, tensiones musculares (gritar demasiado), sequedad, tabaquismo, etc. Su sintomatología puede aliviarse fácilmente mediante el consumo de antiinflamatorios.
- Laringitis: suelen deberse a agentes víricos similares a los de la faringitis, aunque también puede ser provocada por infecciones bacterianas como la difteria e incluso por infecciones micóticas, es decir, causadas por hongos. Su sintomatología puede aliviarse fácilmente mediante el consumo de antiinflamatorios en el primer caso, y con antibióticos en el segundo. El principal problema que puede causar la laringitis es que los patógenos que han infectado la laringe se propaguen a las vías respiratorias más bajas (bronquios y pulmones), pudiendo provocar bronquitis o neumonía.
- Amigdalitis: suele estar causada por las mismas infecciones virales que la faringitis, aunque las infecciones bacterianas por estreptococos son una causa muy común de inflamación y dolor de amígdalas. Por este motivo, es común que aparezca la fiebre y el malestar general. Suele requerir tratamiento antibiótico, ya que el agente infeccioso suele ser una bacteria.
Sus síntomas
FARINGITIS | Dificultad para tragar | Dolor al hablar | Picor de garganta | Tos (no seca) | Enrojecimiento de la zona |
LARINGITIS | Ronquera y pérdida de voz | Dolor de garganta persistente | Tos seca | Cosquilleo en la garganta | Sensación de sequedad |
AMIGDALITIS | Fiebre | Dolor al tragar | Mal aliento | Fiebre y malestar general | Formación de placas de pus |
Disfonía: nunca te automediques
Los principales factores de riesgo de una disfonía o ronquera, además del resfriado común, son el uso excesivo, indebido y duradero de la voz; el reflujo ácido; la laringitis alérgica o el tabaco, entre otros. Es más común en aquellas personas que utilizan la voz como herramienta de trabajo como cantantes, profesores o trabajadores de un call center. También suele afectar más a los niños entre los 8 y 14 años y los adultos de más de 65, así como a las personas que fumadoras.
Las disfonías relacionadas con infecciones del tracto respiratorio superior, como los catarros, suelen desaparecer por si solas en torno a los 7 o 10 días. Sin embargo, si la ronquera no mejora después de ese tiempo, sobre todo si se es consume tabaco, no existe resfriado o gripe, se tose sangre, hay dificultad para tragar, dolor al hablar, se experimentan cambios en la voz o impide el desempeño de un trabajo, sobre todo en el caso de ser cantante o profesor, es necesario hacer una evaluación de la laringe mediante una laringoscopia. La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) recomienda no automedicarse ante una disfonía sin que se hayan revisado antes las cuerdas vocales mediante una laringoscopia.