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En plena desescalada los dermatólogos de la Fundación Piel Sana de la AEDV recuerdan la importancia de mantener unos hábitos adecuados frente al sol para poder aprovechar sus beneficios y minimizar sus riesgos. Y una cuestión preocupante: el miedo al covid y al contagio por parte del paciente puede demorar el diagnóstico de lesiones malignas y acortar su esperanza de vida.
La protección vuelve a ser esencial, por eso la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) lanza el lema ‘Ahora que sales a la calle, protege tu piel y evita la quemadura. Benefíciate del sol’. Tanto la radiación ultravioleta UVB como la UVA inducen daño en la piel, dando lugar a un proceso fisiopatológico que juega un papel importante en el desarrollo de cáncer de piel y en el envejecimiento prematuro.
Una de cal y otra de arena
Entre el 70% y el 90% de los carcinomas basocelulares se desarrollan en las zonas de la cabeza y cuello expuestas al sol. Estas zonas corporales no son las únicas que pueden verse afectadas por un cáncer de piel. El melanoma puede aparecer en brazos en torno al 20% de las ocasiones y en el tronco y piernas en porcentajes también altos.
Sin embargo, el sol no sólo es fuente de daños, todo lo contrario. Gracias a la radiación solar, el cuerpo humano sintetiza la vitamina D, esencial en ciertos procesos del organismo que ayudan a prevenir la osteoporosis y el raquitismo. Se sabe que la vitamina D, a través de su receptor, está presente en la modulación de unos 1.000 genes, que están expresados en al menos 60 tipos de células.
Buscando el equilibrio
“El principal reto es establecer un equilibrio entre lo que es beneficioso para el cuerpo y lo que es dañino. En el caso de la radiación solar, sabemos que la mejor franja horaria en la que, si estamos expuestos al sol, se sintetiza más vitamina D es la que va de las 12 a las 16 horas. Esta franja horaria es la que tiene precisamente más probabilidad de dar lugar a una quemadura, por lo que es importante limitarse a una corta exposición. Pero la buena noticia es que para generar vitamina D sólo se necesita que la piel esté expuesta al sol 15 minutos al día tres veces por semana”, explica el Dr. Agustín Buendía Eisman, responsable de campañas de la Fundación Piel Sana de la AEDV.
Campaña Euromelanoma
Por este motivo la exposición debe ser progresiva, de menos a más. “Hay que tener en cuenta que una gran parte de la población lleva muchos días sin recibir la radiación solar directamente, por lo que ahora más que nunca, si se quiere evitar la quemadura hay que exponerse al sol con sensatez, evitando la quemadura, que genera un daño cutáneo”, explica la doctora Ángeles Flórez Menéndez, responsable de la campaña Euromelanoma junto con el Dr. Buendía Eisman.
Ese daño queda en la ‘memoria’ de la piel, es acumulativo, por lo que es fundamental prevenir desde la infancia. De ahí la recomendación del uso de cremas y otras herramientas de fotoprotección, como la ropa o los sombreros. Por último, estos dermatólogos indican otro factor que toda la población debe de tener presente: la detección precoz del cáncer de piel. “Revisar tu piel cada mes en unos minutos, te puede salvar la vida. Un cambio en un lunar, la aparición de uno nuevo con un color extraño o una lesión que sangra debes consultarla con un médico”.
Cómo tomar el sol en la desescalada
- Empezar a tomar el sol de forma progresiva, primero 5 minutos e ir subiendo paulatinamente hasta los 15-20 minutos y no sobrepasar ese tiempo, sobre todo en la franja horaria entre las 12 y las 16 horas.
- Si se está más tiempo al sol, es fundamental utilizar cremas fotoprotectoras u otras vías de protección para prevenir la quemadura.
- La hidratación es muy importante en días calurosos, sobre todo en niños y ancianos, tomar dos litros de agua al día y no esperar a tener sed.
Relación entre el melanoma y el COVID-19
Los casos de COVID-19 han saturado las UCIs, las urgencias, las plantas de hospitalización y han llenado de miedo a sanitarios y pacientes. Ya no es necesario pedir que no se acuda al hospital ante problemas leves, porque nadie quiere ir por miedo al contagio. Pero ¿cómo ha podido afectar esta circunstancia al diagnóstico y tratamiento de lesiones cutáneas graves? Eso es lo que ha dado a conocer un estudio que ha recibido una beca económica de la Academia Española de Dermatología y Venereología.
Retrasar un diagnóstico o tratamiento deriva en un crecimiento del tumor, mayor gravedad y una reducción de su supervivencia. “Los datos que hemos visto son preocupantes. En un escenario donde todo el mundo esté recluido y no se estén diagnosticando o tratando este tipo de lesiones, hemos estimado que para los carcinomas de células escamosas un mes de retraso en el diagnóstico supone una pérdida en la supervivencia de hasta 4 puntos a los dos años y de 5 puntos a los 5 años. Si el retraso es de tres meses, esa cifra cae a 7 y 8 puntos, respectivamente”, explica el Dr. Antonio Tejera-Vaquerizo, dermatólogo del Instituto Dermatológico GlobalDerm y autor principal del estudio.
En el caso de los melanomas, la situación es parecida ya que el retraso de un mes en el diagnóstico supone una pérdida de 6 puntos en la supervivencia a los 5 años y de 7 puntos a los 10 años. Si el diagnóstico se hace 3 meses más tarde, la supervivencia cae en 13 puntos a los 5 años y en 15 puntos a los 10 años.
Aunque la cirugía oncológica sigue estando activa, el Dr. Tejera-Vaquerizo señala que se está asistiendo de una forma alarmante a una disminución en la atención de personas con procesos graves. “Probablemente por decisión de los propios pacientes que, por miedo al contagio de COVID-19, no acuden o retrasan la consulta por una lesión en la piel con el dermatólogo ya que interpretan que la valoración de estas lesiones cutáneas malignas se puede demorar”, apunta este especialista.