Usos de la tecnología láser en el campo de la dermatología
La tecnología láser permite tratar cicatrices por accidentes o quemaduras, eliminar lesiones pigmentadas, nevus melanocíticos congénitos y tatuajes, además de obtener excelentes resultados para la normalización cutánea. Te enseñamos qué tipos de láser existen y cuáles son los más idóneos en función de cada caso.
La tecnología láser es una de las más utilizadas en dermatología por ser muy versátil y mínimamente invasiva. Se utilizó por primera vez en esta especialidad de la mano del doctor Goldman en 1963 con el empleo del láser Rubi, y desde entonces, la continua expansión de la tecnología láser ha permitido que, a día de hoy, se cuenten con muy diversos tipos de dispositivos empleados en múltiples procedimientos para la piel.
Entre sus usos numerosos usos estéticos y médicos se incluye el tratamiento de cicatrices por accidentes o quemaduras, así como de lesiones pigmentadas, nevus melanocíticos congénitos, eliminación de tatuajes, rejuvenecimiento, normalización cutánea, etc.
La aplicación de esta tecnología debe hacerse en todo momento bajo supervisión del dermatólogo, que es quien mejor conoce la anatomía de la piel y quien mejor puede realizar el diagnóstico de lesiones malignas o benignas.
Cómo funciona el láser
Los dispositivos láser se basan en la generación de energía a partir de un haz de luz emitido según la longitud de onda de cada dispositivo láser, que concentra gran cantidad de energía en un punto. La longitud de onda viene determinada por la sustancia activa que genera el láser (ruby, neodimio-YAG, CO2), y determina también el color del haz de luz (por ejemplo, el láser ruby de 694 nm genera luz roja y el láser CO2 genera luz invisible porque su longitud de onda pertenece al espectro infrarrojo).
Tres son las características comunes de la luz láser: es monocromática (de una única longitud de onda), coherente (todas las ondas de luz están coordinadas en tiempo y espacio) y colimada (todas las ondas viajan paralelas y no se dispersan, por lo que el haz de luz mantiene el mismo diámetro incluso tras atravesar largas distancias).
En dermatología, la aplicación del láser permite que los tejidos absorban los fotones emitidos por el láser, y convertidos en calor, destruyan las estructuras diana a las que se pretende dirigir. Los pulsos de luz eliminan la capa cutánea más externa, calentando al mismo tiempo la dermis a nivel profundo, lo que estimula la formación de colágeno.
Las estructuras cutáneas susceptibles de absorber la energía de la luz (“cromóforos”) son la melanina, el agua y la oxihemoglobina. Cada uno de ellos absorbe luz de determinadas longitudes de onda, por lo que es necesario aplicar un láser que emita una longitud de onda del espectro de absorción de la sustancia que se quiera destruir. “La luz del láser se transforma en un efecto fotoacústico, mecánico, que pulveriza el pigmento, tanto tenga un origen exógeno, como el tatuaje, o endógeno, como el lentigo», explica el doctor José Manuel Miralles, del Centro Miralles Dermatología de Palma de Mallorca y miembro del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica de la AEDV (GEDET).
Tipos de láser
Según explican desde el GEDET, existen diversos tipos de láseres cuya utilidad viene determinada por la longitud de onda y tipo de emisión así como por la “diana” de la piel con la que interactúa. Para su manejo se requiere de conocimiento y entrenamiento altos. Se pueden clasificar en:
- Ablativos (destruyen la epidermis, como el láser CO2 o el erbium:YAG) o no ablativos (inducen remodelación del colágeno respetando la epidermis, como el PDL 585 o 595 nm, Neodimio:YAG de 1064 nm o el diodo 1.450 nm).
- Fraccionados (producen microzonas de daño térmico o ablación, respetando las áreas subyacentes, lo que permite una reparación epidérmica rápida) o no fraccionados. A su vez, los láseres fraccionales pueden ser ablativos (ej: CO2 o erbio 2940 nm fraccionados) o no ablativos (ej; erbio fraccionado 1550 nm).
«Entre las demandas más frecuentes que llegan a la consulta del dermatólogo se encuentran la eliminación de lentigos solares (manchas generadas por el sol en personas predispuestas genéticamente), el tratamiento del melasma (manchas que se dan principalmente en la cara y en mujeres jóvenes) y el borrado de tatuajes«, afirma el doctor José Manuel Miralles, del Centro Miralles Dermatología de Palma de Mallorca.
El láser permite además borrar la pigmentación postinflamatoria que puede aparecer tras un golpe o accidente y las cicatrices generadas por estas y otras causas como las intervenciones quirúrgicas.
Qué láser aplicar en cada caso
- Según explican los expertos de la Academia Española de Dermatología e Inmunología Clínica (AEDV), «para eliminar lesiones pigmentadas, lo que mejor funciona son los láseres Q-Switched, ya sean de Alejandrita o Neodinium-yag».
- «Para los nevus melanocíticos congénitos (lunares presentes desde el nacimiento que suelen ser grandes), este láser se combina con el láser de CO2«, explican. El láser CO2 es un tipo de láser ablativo que ha tenido un espectacular desarrollo en los últimos años y que renueva la piel de manera integral e induce nuevo colágeno.
- «En la normalización cutánea destaca el papel de los láseres fraccionados no ablativos y, sin duda, los equipos de pulso en picosegundos, que no solo han mejorado nuestra capacidad en la eliminación de tatuajes, sino que, además, nos proporcionan nuevos mecanismos de actuación (LIOBS) y nos abren el espectro de pacientes permitiendo trabajar con seguridad y eficacia en fototipos altos,que son los que tienen un mayor riesgo de generar una pigmentación postinflamatoria, un efecto adverso del láser”, indica el doctor Miralles. No obstante, «no todos los dermatólogos trabajan con este láser ya que consideran que el borrado eficaz del tatuaje puede hacerse con otro tipo de láseres, como el de nanosegundos”, explican desde la AEDV.
Los tratamientos más utilizados para reducir cicatrices y quemaduras
- Láseres vasculares: según explica el doctor Adrián Alegre, experto en Dermatología, estética y láser en su blog (www.dermalegre.com), entre ellos destaca el láser de colorante pulsado, muy utilizado sobre todo en cicatrices recientes más vascularizadas y de coloración rojiza y que además, mejora el picor y el dolor. «Otros láseres vasculares son el Nd:YAG, KTP o la luz pulsada intensa, que se diferencia del láser en que emite una luz no coherente», añade.
- Láseres ablativos-quirúrgicos, empleados para liberar retracciones o adherencias de las cicatrices y cuya acción genera una vaporización de la piel por tener como cromóforo el agua. Destacan el láser de CO2 y el láser de Erbio-YAG.
- Láseres de remodelado o resurfacing fraccionados, que generan un daño selectivo sobre la piel, activando la remodelación de la dermis adyacente y mejorando con ello la textura, el grosor e incluso el pigmento de las cicatrices.
- Láseres de pigmento, utilizados cuando las quemaduras tienen alteraciones de pigmento o incluso presentan zonas con tatuajes producidos por asfalto u otros materiales como cuando son consecuencia de un accidente de tráfico. «Este exceso de pigmento se puede mejorar con los láseres Q-switched de nanosegundos o de picosegundos que tienen pulsos de energía extremadamente cortos para ser capaces de eliminar esas partículas de melanina o de tinta. También la luz pulsada intensa se puede emplear para mejorar estos cambios de pigmento en las cicatrices», explica el doctor Alegre.
Nuevos enfoques para el tratamiento de cicatrices con láser
“El enfoque para tratar las cicatrices ha cambiado en los últimos años y ahora se recomienda actuar lo antes posible ya que el pronóstico mejora mucho si se interviene precozmente. No obstante, tenemos diferentes opciones en función de cuándo el paciente nos demande nuestra actuación. Si la cicatriz es reciente, es mejor utilizar láseres vasculares ya que impactan en la hemoglobina que hay en el eritema y permiten dirigir el proceso de cicatrización por donde nos interesa. Ese láser se puede combinar con láser fraccionado de CO2, que está orientado para mejora la textura y elasticidad de la cicatriz. En cambio, si la cicatriz es antigua, sólo se usará láser de CO2”, aclara el doctor Didac Barco, dermatólogo del Centro Médico Teknon de Barcelona.
Por su parte el doctor Martínez, añade que, en el campo del tratamiento de pacientes quemados por incendios, agua hirviendo o por sustancias químicas, “estamos teniendo mucho éxito. La terapia con láser combinado (láser vascular y fraccionado) mejora en flexibilidad y elasticidad de la zona, además los pacientes tras este tratamiento afirman no notar molestias o picor que antes sí tenían”, concluye.
Procedimiento y cuidados post-tratamiento
En función del tipo de láser, localización y extensión tendremos un tiempo de recuperación diferente. En el caso de los láseres vasculares, la piel suele mostrarse oscurecida transcurridos unos 7-10 días tras el tratamiento. Es lo que se conoce como púrpura y puede acompañarse de ampollas.
En el caso de láseres fraccionados suele aparecer enrojecimiento (eritema) y edema en la piel tratada que durará hasta 7-10 días, en el caso de los láseres no-ablativos, y más allá en los ablativos. En estos últimos, además, pueden aparecer costras y exudación en las primeras 2 semanas.
Consejos para la recuperación dérmica
Tras la aplicación del láser es importante hidratar frecuentemente la piel e insistir mucho en la fotoprotección. En los tratamientos más intensos se suelen emplear antibióticos tópicos o incluso fármacos antiherpéticos orales para evitar infecciones.
Por efecto del calor, se puede producir enrojecimiento o quemadura de la piel superficial: de primer grado (eritema), o de segundo grado (ampolla), por lo que es frecuente que se interpreten como quemaduras profundas o de segundo grado lo que en realidad es la respuesta habitual a la fuente de luz o, en algunos casos, daño epidérmico de naturaleza superficial.
Es muy importante acudir al dermatólogo si observamos cualquier anomalía o complicaciones como alteraciones en la pigmentación, infecciones o empeoramiento de las cicatrices.