“Durante estos últimos meses se han escuchado y nos han llegado mensajes relacionados con el coronavirus, uno de ellos referido a la vitamina D, y su efecto protector frente al virus. ¿Es esto cierto?” Nos escribe… María de los Ángeles (Soria)

La vitamina D es una vitamina liposoluble que cumple diferentes funciones en el organismo, entre las que destaca la de servir como vehículo para la absorción del calcio, un mineral que es esencial para el desarrollo y crecimiento de los huesos y para mantenerlos fuertes. Sin la vitamina D el calcio no puede ser absorbido y en los adultos, se produce un proceso gradual de desmineralización ósea que ocasiona primero una osteopenia y luego una osteoporosis, con el elevado riesgo de sufrir las fracturas que esta patología comporta. En los niños puede ser origen de raquitismo.

¿De dónde se obtiene?

La mayor parte de la vitamina D3 se sintetiza en la piel tras la exposición a la radiación UVB procedente del sol. La alimentación contribuye solo en un 10%-20% a las reservas de vitamina D de los adultos y, muy probablemente, este porcentaje es aún menor en niños. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es cierto que tanto la vitamina D2 como la vitamina D3 pueden obtenerse de los alimentos, aunque en cantidades relativamente pequeñas. Únicamente los pescados grasos como el salmón, el atún, las sardinas o el aceite de hígado de bacalao contienen cantidades significativas de vitamina D3. Los alimentos enriquecidos, como cereales, queso y leche representan una fuente importante de vitamina D para los niños en algunos países, aunque estos productos contienen cantidades pequeñas y a menudo variables de vitamina.

Potenciador del sistema inmunitario

Se cree que la vitamina D desempeña una función importante en la regulación del sistema inmunitario, y es posible que proteja contra las infecciones, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y trastornos como la diabetes. Durante los meses de invierno, cuando la síntesis de vitamina D disminuye de forma natural por el menor número de horas de luz solar, el menor ángulo de la radiación solar y la menor superficie de piel expuesta, aumenta la incidencia de infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores en adultos y niños. Según se constata, la administración de suplementos de vitamina D reduce la incidencia y las consecuencias adversas de estas afecciones y de otras como las infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores, disminuyendo así la mortalidad por todas las causas. Eso sí, aunque sus beneficios para la salud son diversos, al tratarse de una vitamina liposoluble, su consumo en forma de suplementos implica cierto riesgo de toxicidad, aunque no tanto como el que conlleva la suplementación con vitamina A o E.

Vitamina d y covid-19

Según los expertos, las propiedades beneficiosas atribuidas a la vitamina D tienen base científica, pero, aunque ayudan a que nuestro sistema inmunitario esté más fuerte, no puede prevenir la infección por COVID19. Lo único que podría prevenir la infección por el COVID19 a largo plazo es una vacuna. Además, una suplementación excesiva de vitamina D puede generar desde alteraciones nerviosas hasta fatiga o daños en el riñón. Por lo tanto, para suplementar con vitamina D es necesario antes medir los niveles de esta vitamina en el organismo y realizar un control exhaustivo por parte del médico.

La grasa alimentaria y su papel en la absorción de vitamina D

Tener una buena información nutricional también es esencial para ayudar en muchas funciones orgánicas y, por tanto, en el sistema inmunitario. Es lo que se conoce como inmunonutrición. La doctora Ascensión Marcos, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), explica que, a menudo, la grasa procedente de la leche es auténticamente esencial para facilitar la absorción de minerales y vitaminas, en particular del calcio y la vitamina D. De hecho, tanto un déficit de calcio como de vitamina D, pueden provocar un mal funcionamiento del sistema inmunitario. El papel de los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, que encontramos en el aceite de oliva, frutos secos o pescado azul, así como la relación entre ellos proporciona un mejor estado inmunitario. Eso sí, los ácidos grasos saturados, procedentes fundamentalmente de las carnes procesadas, no son muy beneficiosos y conviene consumirlos con moderación.

Hábitos que fortalecen nuestro sistema inmunitario

La presidenta de FESNAD destaca también la importancia de no saltarse ninguna de las 3 comidas más importantes del día: desayuno, comida y cena. Además, como también destaca la doctora, realizar actividad física regularmente, cuidar una apropiada calidad y cantidad de sueño, eliminar el tabaco, así como el consumo de alcohol e intentar mantener la salud mental son esenciales para conseguir un estilo de vida saludable, que pueda predisponer al sistema inmunitario para reaccionar y funcionar. Desde la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD, www.fesnad.org), también se han establecido una serie de consejos que no debemos olvidar poner en práctica, como mantener nuestro organismo hidratado o llevar una alimentación básica compuesta por cuatro grupos esenciales de alimentos: verduras y hortalizas, frutas, legumbres y cereales integrales.

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Redacción Consejos

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