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La mención de la mujer como sinónimo de “sexo débil” hace tiempo que quedó atrás. Hoy en día, las mujeres le han dado la vuelta a la película y se han convertido en las nuevas heroínas de la modernidad, añadiendo al rol de madre y esposa otros muchos que antes se les habían sido negados. Pero ¿de dónde viene esa fuerza? En gran parte, del hecho de conocer los cambios hormonales que jalonan cada etapa de su vida, para, a partir de ahí, cuidarse adecuadamente y anticiparse a cualquier problema.
Desde que nace hasta que se muere, la mujer pasa por una serie de cambios hormonales que marcarán cada etapa de su vida como si de un reloj biológico se tratara (menarquia y adolescencia, embarazo, lactancia, menopausia…). Cuidarse adecuadamente a partir del conocimiento del propio cuerpo y su funcionamiento, será fundamental para llevar una vida plena y satisfactoria en cada una de ellas.
Preservar la flora vaginal: el punto de partida
La flora vaginal está compuesta de microorganismos vivos (lactobacilos) que habitan la cavidad vaginal de las mujeres sanas, y cuya función es impedir la proliferación de gérmenes procedentes del exterior y el posterior desarrollo de infecciones. Cuando esta flora vaginal disminuye o se desequilibra, la superficie de la mucosa vaginal queda expuesta a la colonización e infección de gérmenes patógenos. Existen muchos factores que pueden propiciar este desequilibrio, como son los cambios hormonales, la alteración del pH vaginal y la alteración de los azúcares (glucógeno) presentes en la zona.
El ABC del pH
El pH mide la acidez de un producto o su alcalinidad. A lo largo de la vida de la mujer, el PH vaginal varía, posicionándose durante la época fértil entre 4,5 y 5, es decir, es prácticamente neutro. Durante la menstruación y la menopausia (o lo que es lo mismo las épocas menos fértiles) entre 6,8 y 7,2. Y finalmente entre 4 y 4,5 en el embarazo, es cuando el PH es más ácido. Si no tienes irritación ni infección, utiliza preferentemente productos suaves cuyo pH esté entre 4 y 6 de acidez, lo que corresponde a la naturaleza química de la vulva y mantiene una acidez normal. Si tienes micosis elige un producto con un pH neutro (pH 7), incluso ligeramente alcalino (pH 8-9) para evitar el desarrollo de levaduras.
7 gestos que protegen tu flora vaginal
Para evitar desequilibrios en la flora vaginal, y por tanto evitar la predisposición a infecciones de la vulva o la vagina (bien sea por hongos como los del género Cándida o por bacterias), hay gestos que debes incorporar a tus hábitos diarios:
- Cambiar a menudo de compresa o tampón y renovar tu copa menstrual con frecuencia durante el tiempo que dure la regla, incluso aunque tu flujo no sea abundante. Las bacterias se multiplican cuando hay humedad, por lo que debes evitar su proliferación y cambiar regularmente la protección. Nunca duermas con un tampón, ya que la humedad durante más de 8 horas puede desencadenar síndrome de shock tóxico. Es preferible utilizar una compresa adaptada al flujo nocturno. Conviene evitar también el uso de salva slip de manera continuada, ya que favorece la proliferación bacteriana y las cistitis.
- Tras una relación sexual, haz pipí. Siempre, siempre, después de una relación sexual hay que vaciar la vejiga en su totalidad, procurando que quede totalmente vacía. La orina lava la uretra y arrastra todas las bacterias que hayan podido quedar en ella, evitando infecciones urinarias.
- Los óvulos no siempre son la solución. La mayoría de las micosis genitales se deben a la contaminación de hongos como cándida albicans, el más común. Para acabar con ellos existen cremas tópicas en el caso de hongos externos, u óvulos que se introducen en la vulva, en el caso hongos internos. Aunque se puedan comprar libremente en la farmacia, es conveniente que te los indique tu ginecólogo, ya que la irritación y el picor puede que no se deban a la presencia de hongos sino a una modificación del pH vaginal, en cuyo caso podrías necesitar reequilibrar la acidez de la vagina y no necesariamente un óvulo para los hongos.
- Utiliza productos adecuados para la higiene íntima, que respeten el pH de la flora vaginal y preserven los lactobacilos (los gérmenes buenos). Los jabones abrasivos pueden acabar con los lactobacilos y dejar el campo abierto a los malos gérmenes que podrían colonizar la zona. Otro consejo: nunca realices duchas vaginales ni utilices esponja para lavarte, ya que puede ser un nido de microbios.
- Cuidado con la depilación: la piel de la vulva es muy fina y frágil y el vello que la recubre tiene una función que cumplir: protegerla y evitar la aparición de microorganismos que favorezcan la introducción de gérmenes. La depilación integral, por tanto, está desaconsejada.
- Presta atención a los momentos delicados. Durante el embarazo y bajo la influencia de cambios hormonales, las secreciones vaginales son más abundantes, blancas e indoloras. Pero si están asociadas a comezón y picor hay que consultar al médico porque puede tratarse de una infección del cuello uterino o de la vagina. También durante la menopausia, con el fin de la menstruación, la mucosa vaginal es más fina, seca, frágil y su acidez local está más desequilibrada, por lo que el riesgo de infección es mayor. Igualmente, algunos medicamentos como los antibióticos son susceptibles de eliminar los microorganismos que habitan la flora vaginal. Por último, los corticoides disminuyen temporalmente las defensas inmunitarias, de ahí que algunos gérmenes normalmente inofensivos puedan derivar en patógenos.
- Evita el uso de ropa muy ceñida y ajustada, así como los tejidos sintéticos, ya que pueden provocar roces y aumentar la proliferación de microbios.
Los problemas muy frecuentes durante la vida fértil
- Dismenorrea o dolor menstrual: puede ser primaria o secundaria. La primaria suele aparecer entre los 6 y los 12 meses siguientes a la menarquia (primera regla), en mujeres entre 17 y 25 años, sin hijos y que no tienen ninguna enfermedad subyacente. Según explican desde la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), se debe a la acción espasmódica de unas sustancias, las prostaglandinas, sobre el útero. Suele tratarse de un dolor de tipo cólico que remite entre las 24 y 48 horas después del inicio de la regla. La dismenorrea secundaria es un dolor menstrual que suele afectar a mujeres mayores de 30 años, con hijos y puede deberse a una enfermedad subyacente como endometriosis (implantación de tejido endometrial fuera del útero, a nivel de la cavidad pélvica y abdominal), miomas, malformaciones genitales, enfermedad inflamatoria pélvica, quistes de ovario o pólipos endometriales. En estos casos el dolor es más continuo, y suele aparecer una semana antes de la aparición de la regla y persistir durante varios días del ciclo. La SEGO insiste en que todo dolor menstrual que afecte a las actividades cotidianas de una mujer debe ser estudiado y consultarse con un médico. Asimismo, todo dolor menstrual que no ceda con antiinflamatorios o con tratamiento hormonal debe ser estudiado por un ginecólogo.
- Miomas uterinos: los miomas uterinos son los tumores benignos más comunes en mujeres en edad reproductiva (el 70% de ellas los desarrollará a lo largo de su vida). Aunque la mayoría de las mujeres con miomas no muestran síntomas, aproximadamente el 25% pueden experimentar algunos, como menorragia (menstruación excesivamente abundante o duradera), presión, dolor durante las relaciones sexuales, dismenorrea secundaria (dolor agudo en la zona baja del abdomen más pesado y continuo que en la primaria), dolor pélvico y problemas reproductivos, como infertilidad y aborto espontáneo. “Las soluciones terapéuticas clásicas han sido la cirugía abierta y el abordaje por vía laparoscópica, pero ambas requieren ingreso hospitalario y anestesia general, y dejan cicatriz abdominal y uterina”, detalla la doctora Cañete, secretaria de la Sociedad Española para el Estudio de los Miomas y la Endometriosis (SEEME). Pero en los últimos años ha cobrado fuerza la necesidad de explorar opciones seguras y eficientes para tratar los miomas uterinos, tratando de conservar el útero en mujeres que desean preservar su potencial reproductivo, de ahí que hayan avanzado mucho los tratamientos conservadores. En concreto, la ablación de los miomas por radiofrecuencia es un tratamiento mínimamente invasivo que se realiza por vía vaginal, a través de una fina aguja que aplica calor en el interior del mioma y produce la necrosis del tejido. El tejido necrosado se va reabsorbiendo y se reduce el volumen del mioma y, por lo tanto, sus síntomas. Otros tratamientos conservadores son la embolización de las arterias uterinas, la criomiolisis, la ecografía focalizada de alta intensidad y la miolisis por radiofrecuencia. “La miolisis se refiere a la destrucción de los miomas uterinos mediante energía térmica focalizada. Una técnica que ha evolucionado con el paso de los años hasta convertirse en un método eficaz y seguro en el tratamiento de los miomas uterinos, permitiendo la conservación del útero”, comenta la doctora María Cerrillo, ginecóloga de IVI Madrid y especialista en el tratamiento de miomas uterinos.
- Endometriosis: es una patología generalmente recurrente, causada por la presencia anormal de células endometriales fuera de la cavidad uterina. El dolor es el principal síntoma incapacitante. Los dolores crónicos impiden a la mujer llevar una vida normal, profesional, social e íntima y puede llegar a causar esterilidad. Un seguimiento en un centro anti-dolor a veces puede ser necesario. En el caso de la cirugía, la media del porcentaje de recidiva post-operación es de aproximadamente el 20% en los 5 años siguientes a la intervención.
- Síndrome de Ovario Poliquístico: el SOP es un trastorno endocrino de causa desconocida que parece estar relacionada con factores genéticos como la resistencia a la insulina, el aumento de los niveles de hormonas masculinas llamadas andrógenos y factores medioambientales. El SOP produce alteraciones menstruales, como períodos de ausencia de menstruación, lo cual puede predisponer a infertilidad; hiperandrogenismo con presencia de vello en la cara, pecho, abdomen, muslos y acné severo o acné postadolescente que no responde a tratamientos habituales; aumento de resistencia a la insulina, con la consecuente obesidad o acantosis nigrans (regiones de piel aterciopeladas engrosadas y oscurecidas); y múltiples quistes de pequeño tamaño en los ovarios. La primera opción de tratamiento es la disminución de peso. También medicamentos para provocar la ovulación, anticoncepción oral con píldoras anticonceptivas hormonales de estrógenos y gestágenos, que regulan el ciclo menstrual y reducen el hirsutismo y el acné al disminuir los niveles de andrógenos. Así como fármacos sensibilizadores a la insulina, suplementos nutritivos para el ovario a base de aminoácidos y de inositol. Por último, si los síntomas son severos y no se produce mejoría la cirugía también está indicada.
- Enfermedad Inflamatoria Pélvica (EIP). La flora vaginal normal en una mujer sana se compone de una amplia variedad de bacterias. Entre ellas, el lactobacillus destaca por su mayor cantidad y por estar en equilibrio con otras bacterias que pueden resultar nocivas como los estreptococos, estafilococos, enterobacterias y anaerobios. Los cambios hormonales, el método anticonceptivo usado, la actividad sexual, la inmunidad y otras causas aún desconocidas pueden desencadenar una Enfermedad Inflamatoria Pélvica (EIP), cuyos síntomas son dolor abdominal bajo, que empeora con el coito y los movimientos bruscos, fiebre y flujo vaginal semejante a pus. Reviste gravedad porque puede provocar a largo plazo infertilidad por la presencia de cicatrices que obstruyen las trompas de Falopio, embarazos extrauterinos y dolor pélvico crónico. El tratamiento, además de antiinflamatorios, antieméticos y antipiréticos, incluye antibióticos de amplio espectro.
Menopausia: prevenir la atrofia vaginal
En la menopausia los ovarios dejan de producir óvulos y se reduce la secreción de estrógenos y progesterona, por lo que finalizan los períodos menstruales y se inician una serie de síntomas como sofocos, atrofia urogenital, osteoporosis y cambios en el estado de ánimo. La atrofia vaginal aparece en el 40% de las mujeres menopáusicas y sus síntomas son la disminución de la lubricación vaginal con la consecuente sequedad vaginal, ardor, picor y dolor en las relaciones sexuales. Otros síntomas son el aumento de la frecuencia miccional o infecciones urinarias recurrentes. Anatómicamente, también se producen una serie de cambios en los tejidos locales, como la pérdida de los pliegues rugosos vaginales y el adelgazamiento de la mucosa, así como una disminución del tamaño de los labios mayores y menores y del orificio de entrada vaginal.
Sí | No |
Lava los genitales con agua templada y jabón neutro, secando la piel cuidadosamente. | Nunca frotes la zona ni utilices jabones abrasivos. |
Utiliza ropa interior de algodón. | Evita la ropa ajustada y los tejidos sintéticos, que pueden incrementar el sudor de la zona genital. |
Conviene seguir teniendo actividad sexual para mantener las condiciones locales de la vulva y la vagina. Si son dolorosas a pesar del tratamiento, consulta al ginecólogo. | Nunca utilices compresas perfumadas o plastificadas. |
Utiliza hidratantes y lubricantes para mejorar tus relaciones sexuales. No tienen hormonas y son compuestos capaces de acumular agua para después liberarla lentamente. Se deben usar una o más veces por semana y son inocuos. | No uses polvos de talco ni te apliques perfumes en la zona. |
Recuerda que los tratamientos de sustitución hormonal deben ser indicados siempre por el médico y que algunos no están indicados en casos de cáncer. | Evita el consumo de tabaco y el sobrepeso. |
*Fuente: SEGO