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En las últimas semanas, el confinamiento y todas las circunstancias relacionadas con él han alterado nuestra cotidianidad y nuestras rutinas en todos los sentidos. Y la piel, “espejo” delator de las emociones y de los cambios de hábitos, también acusa los efectos de este tipo de situaciones. Toca ponerse manos a la obra, recuperar el tiempo perdido y echar mano de productos multifunción, como los serums y los aceites.
Se puede decir que a nuestra piel, el hecho de permanecer obligatoriamente “en la sombra”, le ha beneficiado en parte, ya que durante unas semanas ha estado a salvo de dos de sus principales enemigos: la contaminación y la radiación ultravioleta. Por otro lado, la “liberación” del maquillaje diario también ha supuesto un descanso, especialmente para sus poros.
Pero no todo es positivo a nivel cutáneo en este paréntesis impuesto: de la misma manera que la cuarentena y el aislamiento en el hogar han podido hacer mella en el ánimo, el peso o la forma física, la piel también acusa las consecuencias derivadas de esta situación. Lo explica Sonia Márquez, directora de comunicación de Laboratorios +Farma Dorsch: “pasar largos periodos de tiempo en espacios cerrados, sobre todo si hay que poner la calefacción, favorece que se reseque el ambiente y que bajen los niveles de humedad. Y la consecuencia directa de ello es que la epidermis no tiene agua suficiente para mantenerse en perfectas condiciones, perdiendo elasticidad y volviéndose seca y áspera. Por eso, es importante mantener una temperatura estable de entre 17º y 20º, una humedad de, por lo menos, el 50%, ventilar los espacios y, por supuesto, hidratar la piel a conciencia”.
Paradójicamente, la falta de ese sol del que tanto intentamos protegerla tampoco la beneficia demasiado ya que, además de aumentar las posibilidades de presentar un déficit de vitamina D, favorece que la piel adquiera un tono pálido, opaco y cetrino.
Y, de la misma manera, las implicaciones emocionales también se reflejan en el estado de la epidermis: “La ansiedad y la sensación de incertidumbre pueden debilitar el sistema inmunitario, desequilibrando la piel y favoreciendo que aparezcan granitos, rojeces, deshidratación e incluso dermatitis. Asimismo, el insomnio repercute en el estado cutáneo, ya que, por un lado, dormir mal nos hace estar más cansados y, por otro, mientras dormimos, la piel se regenera y produce colágeno, un elemento fundamental para su estructura y elasticidad. Por eso, si no descansamos lo suficiente, la piel se afina y pierde firmeza y luminosidad al no renovarse adecuadamente”.
Vuelta la normalidad… y a la luz del sol
Tanto si aún queda un tiempo de confinamiento como si se vislumbra la vuelta a la “vida normal”, poner en marcha en estos momentos una rutina de cuidados cosméticos “post-aislamiento” tiene muchos beneficios añadidos, tal y como comenta la doctora Beatriz Estébanez, médico estético de la Clínica Menorca, de Madrid: “en este tipo de situaciones, el autocuidado es fundamental para asegurar un buen estado de salud (hábitos de sueño, higiene y alimentación) y también desde el punto de vista de la belleza. Hay que recordar que la falta de cuidados acelera el proceso de envejecimiento. Y además, cuidar nuestro físico hace que nos encontremos mejor con nosotros mismos, lo que nos anima y, a la vez, nos embellece. Es la pescadilla que se muerde la cola: cuanto mejor estemos mejor nos veremos, y cuanto mejor nos veamos mejor estaremos”.
Uno de los gestos más recomendables para hacer “revivir” a la piel es la exfoliación: “Ayuda a eliminar las células muertas y a ‘liberar’ una nueva piel, más fina, limpia y luminosa. Una vez a la semana hay que exfoliar tanto el rostro como el cuerpo”, dice la doctora Estébanez. También es buen momento para descubrir o redescubrir el placer de las mascarillas, uno de esos cosméticos que, en la vorágine habitual, no solemos tener tiempo de utilizar. “Estos productos permiten darle a la piel todos los nutrientes que necesita en un único gesto cosmético. Podemos utilizarla el mismo día de la exfoliación, dedicando así una jornada al beauty day. Y, por supuesto, además de estos tratamientos semanales, hay que limpiar la piel a diario, mañana y noche, independientemente de que no salgamos a la calle y no nos maquillemos. Después, hidratar la piel y cuidarla según sus necesidades (seca, mixta, sensible…) y también en función de la edad”.
Un cosmético que facilita la transición entre el confinamiento y la vida al aire libre es el autobronceador, ya que proporciona un efecto “buena cara” muy natural sin poner en riesgo la salud cutánea. Se debe aplicar siempre sobre la piel recién exfoliada (imprescindible para lograr un acabado homogéneo, uniforme y sin “parches”) y seca, dejando pasar unos minutos para dar tiempo a que se seque antes de vestirse.
Manos y zona ocular: mimos para el “estrés post traumático”
El lavado de manos se ha revelado como la mejor estrategia para prevenir la infección por coronavirus, y ello ha aumentado de forma significativa las veces que realizamos este gesto a lo largo del día. Sin embargo, esta reiteración puede alterar el equilibrio de la piel de esta zona. El equipo del Centro Oxigen, de Barcelona, recuerda la importancia de aplicar un poco de crema después de cada lavado y explica el por qué: “Las palmas de las manos están muy queratinizadas y su piel es gruesa, pero cada vez que las lavamos también agredimos y resecamos su reverso (el dorso) cuya piel es fina, sin glándulas sebáceas y propensa a mostrar signos de envejecimiento”. Para los casos en los que las manos se resientan visiblemente por esta repetición de lavados, se recomienda aplicar una buena cantidad de crema hidratante antes de dormir, cubrir las manos con unos guantes y retirarlos a la mañana siguiente.
El contorno de ojos es otra de las zonas que acusa especialmente los efectos del confinamiento, en su caso, debido a la sobreexposición a lo que se conoce como luz azul. Se trata de un tipo de luz artificial, emitida por las pantallas de los dispositivos –móvil, ordenador, tablet– que, aunque no resulta tan dañina como la radiación ultravioleta, se sabe que genera radicales libres y que, en el caso concreto de los ojos, además de aumentar la fatiga visual, favorece el oscurecimiento de las ojeras. A ello hay que unir el campo electrostático que se origina alrededor y que también altera el equilibrio de la piel. La mejor forma de protegerse de estos efectos negativos es utilizar productos que incorporan filtros e ingredientes específicos para esta radiación, los cuales actúan a modo de salvapantallas, y recurrir a las opciones cosméticas que previenen y alivian los signos de fatiga en el contorno de ojos, formulados con ingredientes calmantes y que reducen la inflamación de esta zona.
Serums y aceites, es el momento de los productos multifunción
Menos es más: cuando se trata de poner la piel a punto y no se tiene el mismo acceso que en las condiciones normales al amplio arsenal cosmético que existe actualmente, la mejor opción son los productos todoterreno o multifunción, como los serums y los aceites, muy parecidos en apariencia pero con distintas potencialidades en la práctica. Ambos tienen en común su textura fluida y el plus sensorial que aportan y que incide directamente sobre el estado de ánimo. Tanto unos como otros reúnen todas las condiciones cosméticas necesarias para someter a la piel a una cura intensiva y devolverle la vitalidad perdida.
-Los serums: están formulados con una elevada concentración de principios activos con distintas funciones (reafirmantes, nutritivas, reparadoras, antiedad…), siendo esa formulación el “secreto de su éxito”, ya que con unos pocas gotas (dos o tres) es suficiente para asegurar la actuación de ese cóctel de ingredientes en la piel. Poco a poco han ido instalándose en la categoría de los cosméticos de uso diario, desplazando en muchos casos a las cremas hidratantes ya que, frente a ellas, ofrecen la ventaja de una textura más ligera, a lo que hay que añadir el plus de confort que proporcionan y, sobre todo, su fácil aplicación y la rapidez con la que se absorben.
Uno de los efectos más valorados por los incondicionales de este producto es la rapidez de acción, ya que mejoran instantáneamente el aspecto de la piel, añadiéndole además, un aspecto aterciopelado gracias a su textura oil-free. Por otro lado, son productos que, además de aportar a la piel los principios activos que ésta necesita, actúan preparando a la epidermis para los tratamientos hidratantes que se aplican después, potenciando sus efectos.
Aunque su uso depende de las necesidades concretas de cada piel, lo ideal es aplicarlos dos veces al día, sobre la piel perfectamente limpia y antes de la crema hidratante y/o el maquillaje. La forma de hacerlo es añadir unas gotas en las yemas de los dedos y masajear después cuidadosamente la piel, con movimientos circulares.
Los serums cuentan con lo que se podría considerar su versión “evolucionada”; los boosters, que son, sin duda, los cosméticos de moda. La farmacéutica Laura Granados, responsable de bienestar de Spirit SkinBar, explica que la principal diferencia entre éstos y los serums está en la concentración: “Los boosters (literalmente, “potenciadores”) incluyen potentes combinaciones de activos formulados a mayores concentraciones que un serum, por lo que su poder de penetración en la piel es más elevado”.
Otra diferencia es que mientras los boosters están diseñados para utilizarse en combinación con otros productos, para “potenciar” así la acción cosmética (por ejemplo, añadiendo unas gotas de producto a la crema hidratante), el serum es un producto autónomo, que se usa habitualmente de forma individual.
-Los aceites: Son mezclas homogéneas de sustancias oleosas (aceites vegetales y aceites minerales) que cada vez cuentan con más adeptos (una vez superada su “leyenda” sobre la textura grasa que dejaba sobre la piel) y van subiendo posiciones como alternativa a las cremas y lociones para asegurar la hidratación de la piel del cuerpo (la mayoría de los aceites son de uso corporal, aunque también hay productos faciales, capilares e integrales, que se pueden aplicar en cualquier zona).
Se trata de fórmulas cosméticas sin agua, lo que favorece que los aceites formen una ligera capa que impide la deshidratación cutánea al mismo tiempo que actúan sobre la epidermis de forma que llegan a las capas más profundas de la piel, aportando así mayor nutrición y durante más tiempo.
Laura Izquierdo, química y co-fundadora de la forma Izba Nature desglosa algunas de las razones por las que se ha disparado la “oleomanía” en los últimos tiempos: “Son productos que aportan la luminosidad, la nutrición y la protección que la piel necesita sin necesidad de recurrir a más productos, y, por su textura, se extienden de forma óptima, por lo que se necesita menos cantidad en cada aplicación. Además, y debido a su composición, presentan un alto contenido en ácidos grasos omega 3 y omega 6; minerales como fósforo, magnesio, zinc y calcio; y vitaminas que favorecen la regeneración de la barrera hidrolipídica y frenan la acción de los radicales libres. Por otro lado, suponen un vehículo ideal para que la piel aproveche al máximo las propiedades de los aceites esenciales y de los activos botánicos que se pueden incluir en la mezcla para potenciar sus efectos y, además, no precisan conservantes sintéticos para su perfecto mantenimiento, por lo que se trata de una opción cosmética muy natural”.
Respecto a la sensación grasa sobre la piel asociada a estos productos, para Laura Izquierdo la clave está en adecuar la densidad del producto al tipo de piel.
Hay cada vez una mayor variedad de aceites corporales en el mercado. La principal diferencia entre unos y otros suele estar en los aceites que incorporan en su fórmula y el efecto que se busque (hidratante, relajante, vivificante, nutritivo…).
Otro factor a tener en cuenta es la densidad, ya que es la que marca la manera de utilizar estos productos y de optimizar sus beneficios. Así, los aceites vegetales de densidad media-baja están formulados para aplicarse después del baño o ducha, sobre la piel seca y, siempre, en poca cantidad, sustituyendo a la crema o loción, alternándose con ella o, en las pieles más secas, combinando ambos productos (en este caso, hay que esperar a que el serum se absorba totalmente antes de aplicar la crema). Los aceites más densos (más indicados para los masajes o las curas de hidratación intensiva, por ejemplo) tardan más en absorberse, así que la cantidad debe ser menor que en los más ligeros y, preferiblemente, aplicarse sobre la piel ligeramente húmeda y retirando después el exceso con una toalla.