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El clima, la altura o la presión atmosférica afectan a nuestro corazón cuando viajamos. Si tienes alguna patología coronaria, aumenta tus precauciones: la enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en viajeros.
Llegado el verano y las vacaciones, la Fundación Española del Corazón (FEC) quiere recordar que elegir destino vacacional, cuando se sufre de alguna dolencia cardiovascular, no tiene por qué convertirse en un problema si tomamos ciertas consideraciones a la hora de decidirnos además de las precauciones pertinentes mientras disfrutamos de nuestras merecidas vacaciones.
Sentido común a la hora de elegir nuestro destino de vacaciones y unas simples precauciones harán que la salud de nuestro corazón no se vea afectada durante esos días. “Si la condición cardiaca del paciente es estable, está bien controlada y se encuentra bien, no hay mayor problema en viajar”, apunta el doctor José Luis Palma, vicepresidente de la FEC. “Sin embargo, si recientemente se le diagnosticó alguna enfermedad cardiaca o su medicación ha sufrido cambios hace poco, es mejor esperar hasta que se sienta recuperado y posponer los viajes internacionales hasta que la condición se haya estabilizado”.
Lo que hay que evitar
Tal y como sugieren la British Heart Foundation y la American Heart Association, si estamos pensando en un destino lejano o exótico, el paciente cardiaco deben evitar viajar a países donde hay temperaturas extremas, ya sea muy caliente o muy frío, ya que esto puede poner una tensión adicional en su corazón al exponerse a extremos térmicos. “Los cambios bruscos de clima afectan especialmente a la respiración y a la salud cardiovascular”, afirma el doctor Palma.
· Por ejemplo, las medicaciones cardiacas pueden causar efectos adversos en ambientes muy fríos o calientes, y con particular precaución en pacientes anticoagulados.
· El viaje a climas extremadamente fríos puede precipitar síndromes coronarios agudos.
· El exceso de estrés por calor puede conducir a hipotensión postural, especialmente en pacientes que toman agentes antihipertensivos, incluyendo diuréticos, mientras que el calor extremo, además de aumentar el riesgo de deshidratación si no se bebe la cantidad suficiente de líquido, incrementa las posibilidades de sufrir una vasodilatación de las arterias o de padecer tensión arterial baja, especialmente entre aquellos que toman fármacos para la hipertensión.
· Asimismo, los países con una altura por encima de los 2.000 metros, a la que no estamos acostumbrados, afectan a este tipo de pacientes. A más altitud sobre el nivel del mar, menos oxígeno hay en el aire, y consecuentemente, menos oxígeno en la sangre. Por lo tanto, si nuestro corazón está dañado tendrá que trabajar más. “El desplazamiento a gran altura presenta riesgos particulares para la descompensación de la insuficiencia cardiaca, arritmias o la precipitación de los síntomas de la angina o del infarto, por lo que este tipo de pacientes deben evitar estos riesgos”, apunta el doctor Palma.
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