El ejercicio es beneficioso para pacientes con cáncer

Para un enfermo de cáncer, hay días en los que mantener la actividad y la energía durante el tratamiento se hace cuesta arriba. Sin embargo, la primera premisa para vencer la enfermedad es evitar que el paciente se “fragilice”, animándole a poner todo de su parte, porque “siempre pueden más de lo que piensan”. Así lo afirma Ángel Meléndez, especialista en ejercicio físico oncológico y fundador de Oncologym, quien subraya la necesidad de practicar ejercicio como la mejor manera de sobrellevar la enfermedad y darle un “chute” de energía al día a día para poder superarla. 

Antes era muy habitual oír la expresión “con cáncer no se debe hacer deporte”. Una frase que ha quedado relegada al rango de “falso mito” y desmentida hasta la saciedad por Ángel Meléndez, especialista en ejercicio físico oncológico y co-fundador, junto a su mujer, Emanuela Sotgiu, de Oncologym (@oncologym_oficial), quienes desde su blog y su cuenta oficial de Instagram, invitan al paciente oncológico a convertirse en Oncologymer, o lo que es lo mismo, en un fan del “gym”. Así se expresaba durante la mesa Salud física: Nutrición y ejercicio físico, celebrada en el Congreso Llenos de Vida organizado por la Fundación Sandra Ibarra: «un paciente con cáncer debe adaptar su vida, no pararla, y en ningún caso dejar de moverse. El ejercicio físico no es solo para verse mejor por fuera, sino que es una potente herramienta terapéutica. Afecta a nivel muscular, afecta al cerebro, nos afecta a nivel óseo. Afecta a todo, por eso hablamos de que el músculo es un potente órgano endocrino». Y sin duda es, junto con una dieta saludable, la mejor baza con la que contamos para prevenir, sobrellevar, e incluso superar un cáncer.

“No es posible que a día de hoy aún se siga recomendando a personas con riesgo de linfedema que no levanten peso, cuando hay evidencias de que el peso no sólo no aumenta el riesgo, sino que incluso favorece el bombeo”.

Fragilizar al paciente: ¡prohibido!

Es importante saber que cerca del 50% de los diagnósticos de cáncer se pueden prevenir modificando hábitos que dependen de nosotros, y que, según asegura Meléndez, “todas las personas pueden hacer más que lo que piensan. Por eso, fragilizar al paciente es lo peor que podemos hacer”. Se trata de volverlo activo en su recuperación mediante el ejercicio físico, dejando a un lado la pasividad, asegura Meléndez, aunque «por supuesto, hay que confiar siempre en la medicina y en la ciencia, pero a la vez hay que utilizar todas nuestras estrategias integrativas propias. Todos los pacientes que comienzan a hacer deporte durante o después del cáncer nos refieren una mejoría física y psíquica importante, a la vez que van ganado en seguridad personal», afirma. “Cada vez más nos estamos alejando del paradigma del paciente desinformado que ejecuta pasivamente unas prescripciones que no entiende, y vamos camino de una nueva realidad donde los pacientes se informan, entienden y actúan en consecuencia”. 

El lactato y su rival: el músculo

Meléndez nos explica cómo el ejercicio y la actividad física tienen un rol fundamental en el tratamiento del paciente oncológico y cómo pueden intervenir en su metabolismo, evitando la aparición y la progresión de metástasis, así como en la resistencia a los tratamientos médicos. Según nos explica, “actualmente, la gran mayoría de estudios sobre este tema están hechos en modelos murinos, en ratones. En ellos se ha observado que el lactato, conocido durante mucho tiempo como una sustancia de desecho, es en realidad un sustrato energético para el tumor, es decir, las altas dosis de este sustrato son un mecanismo de proliferación patológico. ¿Y qué sucede? Que su principal rival metabólico es, ni más ni menos que el músculo, que en reposo consume un 42% de lactato y durante la actividad física un 76% según se ha comprobado en un estudio de Van Hall G. Acta Physio 2010. Entendiendo esto, el ejercicio podría modular el microambiente tumoral: reduciendo la hipoxia tumoral, aumentando el flujo sanguíneo, pudiendo incluso mejorar los efectos de la quimioterapia, reduciendo el volumen tumoral y por supuesto, otorgando al paciente una mejor calidad de vida, algo muy importante durante todo el proceso oncológico”, afirma este experto. Lejos queda aquello de “sólo hace falta caminar”, tenemos que apostar por un programa de entrenamiento concurrente (fuerza y cardiovascular), a poder ser, adaptado a cada caso en concreto, para así sacar el máximo partido a esta potente herramienta terapéutica de la que todos disponemos”, puntualiza.

Los efectos secundarios del cáncer pueden durar años

Según explica Meléndez, el sobrepeso, la obesidad, el sedentarismo y una mala alimentación son los principales factores de riesgo modificables de cáncer. Pero, además, el riesgo de recidivas se reduce muchísimo con una buena alimentación, con ejercicio y con una correcta gestión del estrés… “Por eso es importantísimo educar en salud a toda la población, incluyendo a algunos profesionales. No es posible que a día de hoy aún se siga recomendando a personas con riesgo de linfedema que no levanten peso, cuando hay evidencias de que el peso no sólo no aumenta el riesgo, sino que incluso favorece el bombeo”, asegura. Y continúa: “es importante recalcar que un cáncer no termina tras la quimio. Los efectos secundarios (dolor articular, fatiga, neuropatía periférica, sobrepeso…), pueden llegar a durar años. Hay muchísima gente que está perdida tras ser dada de alta, gente con miedo, gente que no entiende ese aumento de peso, gente que piensa que no puede hacer nada, etc. Estas personas pueden y deben estar físicamente activas para mitigar los efectos secundarios y mejorar su estado anímico y energético. El sofá no les ayudará, al igual que ir solamente a caminar tampoco será suficiente. Una de las frases que más nos dicen nuestros pacientes es ‘Ojalá hubiera empezado antes a entrenar’, y es que es así: hay un cambio muy grande entre las personas que entrenan y las que no. El discurso al paciente debe cambiar, hay que darle pautas para que cambie su estilo de vida, derivarlos a especialistas del ejercicio, de nutrición y de la psicooncología”, asegura. 

Rehabilitación de famosos

Muchos son los famosos que han tenido la suerte de contar con Ángel Meléndez como entrenador oncológico y han seguido con éxito los programas de ejercicio online específicos que ofrecen desde Oncologym con asesoramiento profesional. En esta entrevista le sacamos todo el “jugo” a sus conocimientos y aprovechamos para que nos cuente en qué consiste la metodología que emplean con sus pacientes:

¿Por qué la actividad física regular y una “dieta” adecuada son aliados fundamentales para los pacientes oncológicos?
A nosotros, en Oncologym no gusta hablar de educación nutricional y de ejercicio, dos aspectos que deben estar a cargo de especialistas en estas dos materias. La palabra “dieta” es posiblemente la que más barreras mentales, estrés y ansiedad genera. Durante un proceso oncológico podemos encontrar aumentos de pesos, sarcopenia, caquexia… todas ellas complicaciones importantes que podrían comprometer la salud de las personas, y no todos los entrenadores están formados para atender estos casos, por lo que “no todo vale”. Y por dónde empezar, ¿por el ejercicio o por la nutrición? Sin duda por ambos, ya que una buena alimentación sin un entrenamiento adecuado no va a mejorar los niveles de fuerza ni la funcionalidad, dos aspectos fundamentales. Y un entrenamiento de fuerza sin una alimentación ajustada a la persona, dificultará el progreso, podrá causar más fatiga en la persona, etc. Cuidar la alimentación es la mejor medicina preventiva, mientras que con un entrenamiento de fuerza semanal se reduce la muerte por cualquier causa un 33%, razón de sobra para cuidar la alimentación y para empezar a entrenar.

Y cuál es el mecanismo por el que el ejercicio reduce el estrés, la ansiedad y la depresión asociados al cáncer. Cómo afecta al sistema inmune.
El músculo es un gran órgano endocrino, y cuando se entrena, no solamente genera una contracción muscular, sino que gracias al entrenamiento liberamos mioquinas. Todo ello nos permite tener una conexión músculo-cerebro que influye en comportamientos complejos dependientes del cerebro, como pueden ser la depresión y la liberación de BDNF. Todo ello mejora la función cognitiva. En relación al sistema inmune, es importante tener una buena gestión del estrés, para lo cual el ejercicio es maravilloso. En uno de mis estudios favoritos de Pedersen, realizado en ratones, el ejercicio liberó la IL-6 y epinefrina, y esto aumentó la infiltración y movilización de las células asesinas (Natural killer) en el tumor, logrando así controlar su crecimiento y reducir el volumen tumoral cerca del 67%. Como ves, preservar la masa muscular es fundamental y no podemos privar al paciente del principal rival metabólico del tumor, el músculo.

¿Qué pasa con los efectos secundarios de los tratamientos? Cómo puede la actividad física reducir el dolor oncológico y la fatiga.
Efectos secundarios tan comunes como la fatiga o el dolor articular, pueden mitigarse con el ejercicio. Por ejemplo, en un estudio de Mustian K. de 2017, se observó cómo el primer efecto secundario, la fatiga, mejoró con el ejercicio y la terapia psicológica más que con la farmacología. Y en el caso del dolor articular, es importante saber que el ejercicio tiene un componente analgésico, y que con la suma de sesiones de entrenamiento mejora mucho. No obstante, es importante que la gente sepa que los beneficios vienen con el paso del tiempo y la constancia, de manera que entrenar un mes de forma intensa y luego dejarlo, no va a traer mejoría. Por nuestra experiencia en Oncologym, vemos muy claro cómo la gente constante, disciplinada y que prioriza el ejercicio, mejora muchísimo de su dolor articular.

De qué manera impacta el sedentarismo en la supervivencia de un tumor.
Mala alimentación, tabaquismo y sedentarismo son los principales factores de riesgo de cáncer, y esto lleva a un estado de sobrepeso y proinflamatorio, que es un detonante para enfermar. Esto hace que tengamos un metabolismo alterado, con los riesgos que eso conlleva: pobre flexibilidad metabólica, desregulación de la apoptosis, mayor resistencia a los tratamientos por la inflexibilidad metabólica… y también esto puede llevar a un aumento del lactato, el principal “alimento” para algunos tumores. El ejercicio físico es fundamental para la modulación del lactato intra tumoral y lejos de causar un aumento permanente de este sustrato, lo que buscamos es privar al tumor, o por lo menos limitar el consumo de lactato. Para ello tendremos, por ejemplo, que realizar trabajo en zona 2 y trabajos en intervalos para favorecer la biogénesis mitocondrial, mejorar la función mitocondrial, etc. Esto tiene que ver con mejorar la flexibilidad metabólica del paciente, es decir la capacidad del organismo para optimizar el consumo de cada sustrato energético en función de la intensidad del ejercicio físico.

Cuáles son los aspectos “clave” que hay que cuidar a la hora de hacer un buen entrenamiento. Que tipos de ejercicio son los más adecuados y cómo deben ser su intensidad y duración.
Cada persona necesita su dosis e intensidad. Dependerá de su edad, experiencia, estado actual, fase del proceso oncológico, etc. Pero que nadie piense en ejercicios complejos, es fundamental trabajar ejercicios básicos y llevar una buena sobrecarga progresiva, jugar con la velocidad de ejecución para trabajar la potencia, trabajar equilibrios, impactos controlados para la osteoporosis, etc. Lo que recomendamos son 2-3 días como mínimo, aumentando la intensidad progresivamente, por ejemplo, empezando con bandas elásticas hasta llegar a trabajar con cargas a unas 6-12 reps.

¿El tipo de ejercicio debe variar en función del tipo de tratamiento (quimio, radio, etc.)?
Deberemos trabajar según el tipo de quimio, por ejemplo, las Antraciclinas tienen riesgo de cardiotoxicidad, pues vamos a pautar un trabajo cardiovascular 24h antes de la quimioterapia para prevenir este riesgo, ya que no hay otro modo de hacerlo. Igual sucede con la radio, se debe tener una buena movilidad para reducir el riesgo de pérdida de esta, en el caso de cáncer de mama. Dependerá mucho de la zona donde te radien. Pero el entrenamiento concurrente y ajustado a cada persona debe estar presente durante toda la fase de tratamientos, independientemente de que sea quimio o radio.

¿Y qué pasa con la culpa cuando no hacemos las cosas bien?
En lo que se refiere a la culpa me gusta utilizar un concepto expresado por Wayne Dyer, en su best seller Tus zonas erróneas, en el que dice “la culpabilidad es el comportamiento más inútil. La que despilfarra mayor cantidad de energía emocional, porque te hace sentir inmovilizado en el presente por algo que ya pasó. No existe culpa, por grande que sea, que pueda cambiar el suceso pasado”. Como tuve el placer de comentar en el podcast de Oncologym, con Marcos Vázquez, de Fitness revolucionario, plantéate dos cosas: ¿cómo puedes aprovechar esta situación para ponerla “a tu favor”?; ¿qué puedes aprender de ella? Creo que es la mejor manera de enfrentar el cáncer y cualquier otra adversidad en la vida.

“La gente sabe qué es el diazepam, pero no sabe que es un peso muerto o una dominada… y esto es un indicativo de algo estamos haciendo mal”.

¿Cuántos “años de propina” nos puede reportar el pasar de ser una figura pasiva a una figura activa?
Es una pregunta muy compleja a la que no puedo responder con un número concreto. No obstante, sí hay un incremento del 91% en la supervivencia a 5 años después del diagnóstico de cáncer de mama, según la American Cancer Society. De lo que muchos profesionales se olvidan es de las secuelas que puede acarrear un cáncer cuando la persona es superviviente: riesgo de problemas cardíacos, linfedema, neuropatía, alteración del peso, alteraciones metabólicas, etc. De manera que, una vez dada de alta, la mejor herramienta sigue siendo el ejercicio físico, sin olvidarnos de la nutrición y por supuesto de la psicooncología. Tras un cáncer no hay un medicamento que te haga mejorar la fuerza, la funcionalidad, la potencia, la masa muscular…esto se logra mediante el ejercicio. Y también la ansiedad y el miedo a la recidiva se palían con la psicología y el ejercicio, pudiendo ambos cambiar el estado anímico y energético de la persona.

Cuáles son los alimentos que debemos desechar de inmediato y cuáles debemos incluir en la alimentación. Qué trucos propone para evitar las náuseas asociadas a los tratamientos (comer alimentos más bien salados, hacer más comidas al día e hidratarse correctamente…).
Siempre decimos que, antes de añadir, quitemos esos hábitos que no nos favorecen (azúcar, ultraprocesados, alcohol, tabaco…). Con esto ya se verá una mejoría, y una vez establecido el cambio de hábitos, ya podremos empezar a añadir otros alimentos sin que suponga un estrés o genere ansiedad. Respecto a las náuseas, una pequeña estrategia es que alguien te cocine los días de tratamiento y posteriores; que evites los malos olores; comer poca cantidad y más veces al día; evitar la ropa ajustada a la altura del estómago; e incluso, pero esto debe estar supervisado por un/a nutricionista especilizado, ir en ayunas al tratamiento. 

Y ya que lo menciona, en qué casos está aconsejado hacer ayuno y cuáles son los beneficios.
El tema del ayuno intermitente es un tema que genera muchas dudas y se generaliza mucho sobre él. Pero la verdad es que no es apto para todo el mundo ni para todos los tipos de cáncer: puede tener beneficios en tumores de mama, pulmón o páncreas, y quizá en otros tipos de cáncer, pero aún faltan más evidencias. En primer lugar, se necesita la supervisión de un especialista en nutrición oncológica que diagnostique si el ayuno es o no adecuado para cada caso concreto y que, en segundo lugar, decida con conocimiento de causa qué tipo de ayuno conviene hacer. Nosotros, en oncologym nos apoyamos en especialistas en esta rama.

Por qué es tan necesaria la supervisión profesional.
Por la misma razón a la que se acude a un dentista cuando alguien tiene caries, cuando alguien tiene dolor en una rodilla y va al traumatólogo… los profesionales en ejercicio físico especializados en paciente oncológico, estamos para ofrecer al paciente una herramienta no farmacológica que es capaz de mitigar efectos secundarios como la fatiga, dolor articular, que mejora la supervivencia, da buena calidad de vida, reduce el riesgo de cardiotoxicidad, etc., siempre con conocimiento de la fisiopatología de la enfermedad, sabiendo qué sucede en el cuerpo y qué aporta al paciente la decisión de hacer HIIT o un trabajo continuo, de impacto o no impacto, etc. Con ello se reduce exponencialmente el riesgo de lesión por un “auto entrenamiento” o por acudir a profesionales no especializados en esta rama del ejercicio.

Y con todo lo que sabemos… ¿por qué siguen aumentando los diagnósticos de cáncer? ¿qué estamos haciendo mal?
Es un tema que nos preocupa mucho, la mayoría de la gente se centra en la cura y poco caso o ninguno hace a la medicina preventiva, compuesta por el ejercicio, la nutrición y el descanso, entre otros. La gente sabe qué es el diazepam, pero no sabe qué es un peso muerto o una dominada… y esto es un indicativo de que algo estamos haciendo mal. Son razones por las que los diagnósticos siguen aumentando, mucha gente da por hecho que la salud es algo normal, y no es así, la salud hay que cuidarla cada día un poquito, con pequeños gestos (caminando, entrenando, comiendo bien, yéndonos a la cama pronto, no estando tan conectados al teléfono, fomentando las relaciones sociales, etc.).

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Paula Rivero

Soy de la primera promoción de Periodismo que salía del "horno" de Sevilla (en todos los sentidos), allá por el año 94, estudios que completé con los de Historia Contemporánea, licenciándome en...