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Tenemos la idea de que el insomnio equivale a no dormir en toda la noche. Sin embargo, tardar más de una hora en conciliar el sueño o despertarnos entre tres y cuatro veces por la noche ya implica un insomnio que nos impide levantarnos descansados a la mañana siguiente. Si es tu caso, pide ayuda a tu médico. Recuerda que automedicarte no te ayudará a salir del bucle y podría comprometer tu salud.
El sueño constituye una parte esencial en la vida diaria de una persona. Es una necesidad biológica, tan importante como beber y comer, que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas básicas para alcanzar un rendimiento satisfactorio. Pero, ¿qué significa exactamente dormir bien? Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), existen tres características que deben darse para que podamos hablar de calidad del sueño: su duración, su continuidad y su profundidad. Cuando alguno de estos aspectos falla, impidiendo que el descanso sea reparador, ya hablamos de un insomnio que a la larga puede comprometer nuestra salud y disminuir nuestra calidad de vida.
Cómo nos afecta a la larga
Con el tiempo, una persona con insomnio ve afectados su rendimiento cognitivo y su estructura cerebral, especialmente en la sustancia blanca y también en algunas regiones que resultan, por ejemplo, afectadas en las etapas iniciales de la enfermedad de Alzheimer. Ello sugiere la presencia de procesos de inflamación cerebral que podrían tener un papel clave en la asociación entre la calidad del sueño y esta enfermedad. Pero, además, el insomnio también se ha asociado con un mayor riesgo de trastornos metabólicos y enfermedades cardiovasculares. Así, por ejemplo, diversos estudios han demostrado cómo las personas que afirman tener dificultades para iniciar el sueño y mantenerlo muestran un aumento del 45% de riesgo de morbilidad y/o mortalidad por enfermedad cardiovascular, en comparación con sujetos que tienen una buena calidad del sueño. De aquí la importancia de “romper el tópico” que lleva a muchas personas a creer que “no pasa nada si uno no duerme”.
En primera persona
La crisis y los últimos años de pandemia por la COVID-19 han desencadenado una ola de trastornos del sueño: según el CIS, hasta el 42% de las personas han visto alterado su sueño por la COVID y el confinamiento domiciliario. A ello se suman el estrés laboral y los malos hábitos que se han ido instaurando en la población, entre los que destacan el uso de dispositivos electrónicos antes de irnos a dormir, la pérdida de unos horarios regulares de sueño, la práctica de ejercicio físico justo antes de acostarnos, etc.
En el caso de Raquel Fernández, paciente miembro de la Asociación Española del Sueño ASENARCO, se dio cuenta de que “algo grave pasaba porque llevaba mucho tiempo en que me levantaba a la mañana siguiente y no estaba nada descansada, lo que me provocaba también mucha somnolencia diurna. Acercarme a ASENARCO, la Sociedad Española del Sueño, para mí fue determinante. Empecé de forma más intensa a raíz de una depresión, ya antes no dormía bien pero bueno, para mí era lo normal, ya que desde pequeña nunca he sido una niña de dormir mucho. O mi sueño era muy irregular. En principio hablé con José Luis Villuendas, amigo de años y miembro de la junta de la asociación y se lo comenté y me dijo ‘tienes un problema, acude al médico de cabecera y habla con la psiquiatra’. La asociación me ayudó mucho a la hora ver que, efectivamente, todos mis síntomas estaban reflejados en los problemas de insomnio. Además, tienen a la mejor psicóloga especializada en este campo que es Ana Altaba, y gracias a sus pautas y tratamiento psicológico he podido seguir adelante”. Según la experiencia de Raquel, hay un problema serio de desinformación a nivel sanitario sobre el insomnio. “Si tienes la suerte de encontrarte en la primera barrera con un médico bueno que entienda la causa ya has adelantado mucho, pero si no, el problema siempre se achaca al estrés. Y hay muchos problemas que se hacen crónicos y se podrían haber evitado”, explica.
Raquel nos cuenta cómo apoyarse en la experiencia de otros pacientes que estaban pasando por lo mismo que ella, fue liberador, y cómo ponerle nombre a lo que estaba viviendo la puso en el camino de mejorar su calidad de vida. “Es fundamental acudir al médico y contarle lo que te pasa, tomar conciencia de la importancia de restaurar unos hábitos saludables del sueño, como las rutinas ‘no móvil’, no comer cosas que te exciten a partir de unas horas determinadas, no acostarte sin sueño en la cama, etc. También me enseñaron prácticas de mindlfunes. Ahora estoy con antidepresivos y ansiolíticos, pero he llegado a estar muy medicada. Es fundamental la supervisión del tratamiento por parte del médico. Pienso que no es cuestión de empastillar con benzodoazepinas siempre. Al final tu cuerpo se acostumbra o no eres constante en los tratamientos. En todo momento tiene que haber un apoyo psicológico y médico y, sobre todo, es fundamental no automedicarse, ya que esto solo acarrea una agudización del problema a largo plazo. El uso de benzodiazepinas con las que muchas personas se automedican, genera tolerancia y conlleva la pérdida de efectividad de estos fármacos con el tiempo, agudizando el problema y comprometiendo su salud. Y esto mucha gente no lo sabe”, concluye.
España: gran consumidor de benzodiazepinas
La farmacéutica Amparo Bonilla, doctora en Biomedicina y coordinadora del Grupo Salud Mental de SEFAC, explica también cómo uno de los mayores problemas asociados al insomnio, además de la falta de concienciación de la población (tan solo un tercio de los pacientes acuden a algún profesional en busca de solución), es el consumo crónico de benzodiazepinas, los famosos diazepam, lorazepam, bromazepam, entre otros, que en España empieza a ser preocupante por los potenciales riesgos que tienen para la salud. Estos son medicamentos psicotrópicos con efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos, amnésicos y miorrelajantes. Además del riesgo de dependencia y tolerancia derivados de un uso prolongado, estos fármacos tienen el riesgo de empeorar el funcionamiento diurno de los pacientes, y facilitan la aparición de delirio, mareos, problemas de equilibrio, etc., lo que aumenta las tasas de accidente, somnolencia, visión borrosa y problemas de memoria y mortalidad.
“Sin embargo, esto poca gente lo sabe”, explica Bonilla. “En primer lugar, estos medicamentos deberían prescribirse para su uso a corto plazo (3-4 semanas), pero en las farmacias vemos que se prescriben y se usan a largo plazo, produciendo dependencia y tolerancia, por lo que acaban perdiendo eficacia. Los médicos (y los farmacéuticos) deberían supervisar su uso a corto plazo. Nosotros, desde la oficina de farmacia, asesoramos a los pacientes, alertándoles y explicándoles cómo estos medicamentos pueden dejar de ser efectivos a largo plazo con un uso más allá de las 3-4 semanas. Nuestro trabajo consiste en animarles a acudir al médico para revisar las dosis y sustituirlos por otros fármacos que no produzcan esa dependencia y tolerancia, como pueden ser la melatonina, los productos fitoterápicos y, en caso necesario, algún fármaco de prescripción que ayude a inducir el sueño sin alterar su estructura ni generar dependencia”.
¡Estamos para ayudarte!
ASENARCO es la institución nacional que representa y reivindica los derechos de las personas con problemas de sueño y patologías derivadas. Su presidente, Miguel Ángel La Cueva, explica cómo surgió a partir de la puesta en común de un grupo de personas que compartían problemas de sueño y que se unieron para apoyar y asesorar a otras personas en la misma situación, con el objetivo de evitar el desconcierto y la desatención que ellos tuvieron que vivir. “Sus fundadores eran personas con insomnio, apnea del sueño, narcolepsia… Personas que compartían una misma realidad y un mismo sentimiento de desamparo ante una sociedad totalmente desinformada en este ámbito a nivel médico, social, judicial, etc. A partir de ahí, la asociación se ha dedicado a atenderles en sus especiales circunstancias, siempre con la mirada puesta en mejorar el estado de los enfermos en todos los niveles, tanto médico como psicológico, asistencial, etc… El fin último de la asociación es mejorar su calidad de vida y hacer que no se sientan solos”, afirma.
Si es tu caso, no lo dudes y ponte en contacto con ASENARCO en