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También llamada dislipidemia, la dislipemia se define como una alteración del nivel de lipídicos en sangre: del colesterol, los triglicéridos o de ambos.
Aunque en realidad la dislipemia hace referencia a cualquier alteración tanto por exceso como por defecto, en la práctica interesan principalmente las hiperlipidemias, ya que son uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de la mitad de las muertes por accidente coronario se asocian a dislipemias. Es importante recordar también que las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de muerte.
Dislipemia: tipos
Atendiendo a su origen, las dislipemias se pueden clasificar en primarias por un lado y adquiridas o secundarias por otro. Las primeras, como la hipercolesterolemia familiar, son de causa genética y se caracterizan por darse en más de un familiar y por valores considerablemente alterados. Las adquiridas, como su nombre indica, están producidas por situaciones que derivan del paciente y las secundarias son consecuencia de la presencia de otra patología de base. Estas dos últimas pueden corregirse parcial o totalmente con medidas dietéticas y de estilo de vida, o atendiendo a la causa de base que genera la alteración; mientras que las dislipemias primarias incluirán además y por lo general tratamientos farmacológicos o incluso otras terapias más complejas.
Atendiendo al perfil lipídico, podemos también hablar de distintos tipos de dislipemias: la hipercolesterolemia aislada, donde se produce un aumento del colesterol total a expensas del colesterol LDL (colesterol malo); la hipertrigliceridemia aislada, con una elevación de los triglicéridos; la hiperlipemia mixta, cuando el colesterol total y los triglicéridos están elevados y la hipoalfalipoproteinemia, que se manifiesta con una disminución del colesterol HDL (colesterol bueno).
¿Cómo se trata?
Las dislipemias se diagnostican tras un análisis de sangre que revele que los valores estén alterados. Se trata de una enfermedad asintomática por lo que conviene hacerse revisiones habituales para detectarla ya que, en ocasiones, el diagnóstico puede llegar cuando las consecuencias (enfermedad coronaria, infarto cerebral, ateroesclerosis o pancreatitis aguda) se manifiestan. El tratamiento se basa en controlar el peso, llevar una alimentación equilibrada (eliminando grasas saturadas, azúcares simples y alcohol y rica en frutas y verduras) y actividad física. El médico determinará si es necesario administrar fármacos (estatinas) para su control.
En los adultos se recomienda que, el nivel de colesterol total en sangre sea inferior a los 200 mg/dl. En cuanto a los triglicéridos, unos valores superiores a 150 mg/dl se consideran anómalos.