como reconocer la depresión

Hace un mes, el cantante De Juanes confesaba tener una depresión desde hace más de 13 años. Lo hacía desde su perfil de X y lanzaba un “guiño” a todos aquellos que, como él, llevan tiempo luchando con este fantasma al que “se vence sólo mirándolo de frente”. Una muestra de que la depresión no es un signo de debilidad y puede sobrevenirle incluso a la gente más decidida: famosos, atletas y celebridades. 

«Hace aproximadamente 13 años, sufrí uno de los golpes más duros de mi vida. Estaba en pleno apogeo de mi carrera, con cientos de conciertos y a primera vista una vida perfecta y envidiable. Pues bien, por dentro estaba destruido, desilusionado y cansado. Me abandonaba en el alcohol para anestesiarme. Había trabajado tanto durante los últimos 10 años que había perdido momentos clave con mis hijos y había dejado a un lado mi cuidado personal por dar gusto al resto del mundo». Así confesaba hace un mes el cantante De Juanes cómo se evadía de la depresión que arrastra desde hace más de 13 años y que durante mucho tiempo ocultó, hasta que descubrió que lo que había que hacer era precisamente lo contrario: mirarla de frente, hablar de ella y compartir sus vivencias. Y precisamente esto es lo que ha hecho desde su cuenta de X, en la que anima a quienes puedan estar pasando por lo mismo a no ocultarla y pedir ayuda, ya que, para él, “poder hablar de los problemas e inseguridades abiertamente no te hace un cobarde ni un débil. Por el contrario, ayuda a sanar desde el alma, a ser más humano”. 

¿Sabes reconocerla?

Sentirse “deprimido” puntualmente no significa necesariamente que se tenga una depresión. Es cuando estos sentimientos se prolongan durante semanas o meses, o se agravan tanto que empiezan a afectar a todas las áreas de la vida, cuando hablamos de una depresión que requiere una intervención inmediata. 

Para ayudarnos a identificarla, la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) nos da las claves para reconocer cuándo una persona tiene depresión (que puede ser leve, moderada o grave):

  1. Tiene una tristeza patológica, un sentimiento de desdicha constante, que puede ser más agudo en determinados momentos del día, a menudo a primera hora de la mañana
  2. Es común que la persona con depresión no disfrute de nada (anodinia) y que pierda el interés por ver a la gente y por estar con los amigos y el entorno familiar. 
  3. Le cuesta concentrarse y tomar decisiones, lo cual le lleva a una pérdida de confianza en sí mismo, y a menudo manifiesta sentimientos de culpabilidad. 
  4. Se preocupa extremadamente por cosas sin importancia y se muestra más irritable de lo normal. 
  5. Se muestra inusualmente callada o retraída, invadiéndole el pesimismo y a veces la desesperación, por lo que no es raro que pueda llegar a tener pensamientos suicidas
  6. Es normal que tenga sentimientos de inquietud, nerviosismo o agitación.
  7. Tiene dificultad para conciliar el sueño y se despierta temprano por la mañana y/o durante la noche; o también al contrario: duerme demasiado
  8. Se siente agotada y sin energía y a menudo puede tener dolores de cabeza o molestias estomacales. 
  9. Pierde el apetito o por el contrario come demasiado y engorda. 
  10. Se queja de problemas físicos imprecisos y deja de cuidarse adecuadamente: no se lava el pelo ni la ropa y desatiende sus tareas cotidianas. 

Tirando del hilo

La depresión puede estar desencadenada por un acontecimiento estresante o angustioso, como un duelo, la ruptura de una relación o la pérdida de un empleo. También por enfermedades o problemas físicos graves o de larga duración, por el consumo habitual de alcohol o de drogas como el cannabis, por traumas en la infancia, que pueden incluir abusos (físicos, sexuales o psicológicos), negligencias, violencia o un entorno familiar inestable. Pero también existen «factores de riesgo» genéticos que influyen en el desarrollo de una depresión grave, como tener un padre con antecedentes de depresión o enfermedad mental grave. 

Además, una enfermedad o un daño orgánico importante también puede desencadenar una depresión. El catedrático del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge, Edward Bullmore, expone esta teoría en su libro La inflamación de la mente (Editorial Paidós), en el que insiste en el nuevo enfoque que deberíamos dar al abordaje de la depresión: a su juicio, “las alteraciones del ánimo no son sólo una reacción psicológica a algo que está sucediendo en el cuerpo, sino también una consecuencia de la inflamación del cerebro que se produce tras el daño«. Es decir, cuando se produce un daño orgánico, se produce una inflamación en el cerebro que lleva a no querer hacer nada y a comportamientos próximos a la depresión. Por lo tanto, nunca hay que separar cuerpo y cerebro en el abordaje de las enfermedades, “una persona que sufre problemas en su salud física también manifiesta síntomas de salud mental. Son dos caras de la misma moneda». 

Estrategias de autoayuda

  1. Habla de tu estado de ánimo con alguien y si puedes, únete a un grupo de apoyo: hablar con otras personas en una situación similar puede ayudarte y darte la fuerza que necesitas para seguir luchando. Y si sientes que no puedes hablar con nadie, intenta escribir lo que sientes.
  2. Haz ejercicio, aunque sólo sea dar un pequeño paseo. 
  3. Come bien y con regularidad. Una dieta equilibrada, con mucha fruta y verdura, puede ayudar a mantener el cuerpo y la mente sanos.
  4. Evita el alcohol y las drogas: el alcohol puede hacer que te sientas mejor durante un par de horas, pero en realidad empeora la depresión a largo plazo. Lo mismo ocurre con las drogas callejeras, especialmente el cannabis, las anfetaminas, la cocaína y el éxtasis.
  5. Crea una rutina de sueño: intenta acostarte a la misma hora cada noche y levantarte a la misma hora cada mañana.
  6. Practica actividades relajantes: como el yoga, la aromaterapia, ejercicios de relajación o masajes. 
  7. Intenta fijarte objetivos o expectativas más realistas. Sé más amable contigo mismo.
  8. Visita a un profesional para que te ayude mediante intervenciones de psicoterapia y por si fuera necesaria una intervención farmacológica. Pero nunca tomes antidepresivos, ansiolíticos y otros fármacos coadyuvantes, como las hormonas tiroideas, el carbonato de litio o psicoestimulantes por tu cuenta. 

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Paula Rivero

Licenciada en Ciencias de la Información, rama Periodismo y licenciada en Historia Contemporánea por la Universidad de Sevilla. Tras varios períodos en prácticas en diarios como ABC Sevilla o Diario...