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Parafraseando un dicho popular, se podría decir que cuando los dígitos 40-50 entran “por la puerta” de la epidermis, el colágeno, la elastina y demás elementos juveniles salen… en estampida. El cóctel formado por el paso del tiempo, los efectos de la radiación solar, la exposición a la polución y determinados hábitos parece hacerse más visible (y, muchas veces, casi de un día para otro) a partir de la segunda mitad de la vida. Por suerte, hay estrategias muy válidas para cumplir años y lucir “con el máximo esplendor”.
Arrugas, piel seca, pérdida de densidad y mayor fragilidad cutánea, alteraciones pigmentarias y vasculares y peor cicatrización. Estas son las señas de identidad de las pieles maduras, sobre todo a partir de la manifestación de los primeros síntomas de la menopausia. Independientemente del papel que juegan la genética, el estilo de vida y los cuidados que la piel haya recibido hasta ese momento, la mala noticia es que se trata de un proceso inexorable. Pero hay otra noticia buena -¡buenísima!- y es que se puede hacer mucho tanto para ralentizarlo como para mejorar el aspecto de la piel en esta época de la vida –que supone, ni más ni menos, que un tercio de la existencia femenina-, siguiendo unos hábitos adecuados y echando mano de las soluciones cosméticas adaptadas a esta edad, un target en el que, afortunadamente, las firmas cosméticas se han “puesto las pilas” en lo que a investigación y formulaciones de ingredientes efectivos se refiere.
Échale a los estrógenos la culpa
“El impacto que las hormonas en general y los estrógenos en particular tienen en la piel es determinante, sobre todo en lo que respecta a la hidratación, ya que son los responsables de la producción natural de ácido hialurónico, promueven la producción de sebo y mejoran la función de barrera cutánea. El descenso de la producción de estrógenos a partir de la premenopausia tiene un importante impacto en la densidad cutánea que, a su vez, da lugar a un progresivo adelgazamiento de la piel que se manifiesta de forma muy significativa en zonas como el rostro, el cuello, los antebrazos y las manos”, explicó la doctora Elia Roo, directora de la Clínica Dermatológica Roo, de Madrid, durante su intervención en el Primer Congreso del Cuidado Integral de la Mujer en la Menopausia, celebrado en Madrid el pasado mes de mayo y organizado por Laboratorios Vichy. A pesar del importante papel que juega el envejecimiento cronológico en la piel, no es el único factor implicado en su oxidación y su envejecimiento: “Los otros dos son el sol (la acción de los rayos UVA provoca fotoenvejecimiento) y el ambiente: la contaminación, el tabaco…”, comentaba la doctora Roo.
Radiografía de un plan anti-aging efectivo
Teniendo en cuenta todos estos aspectos, todo plan anti-aging que se precie debe tener en cuenta tanto los cuidados cosméticos adaptados a esta etapa de la vida como una serie de hábitos lo más saludables posible, en los que el ejercicio (30 minutos al día, alternando el aeróbico con el de fuerza), la práctica de actividades relajantes, como el yoga o el mindfulness y una dieta adecuada juegan un papel casi tan importante como los productos anti-aging.
“Asimismo, es importante introducir determinados cambios en el estilo de vida: limitar la exposición solar y usar fotoprotección; reducir el consumo de alcohol; dejar de fumar y mantener una buena hidratación”, apuntó Elia Roo. En cuanto a las “rutinas de belleza 50 +”, éstas deben girar en torno a tres ejes fundamentales: higiene, cuidado y prevención.
“En la higiene diaria deben emplearse productos que no contengan jabón, para no dañar aún más la capa hidrolipídica de la piel. En cuanto a la prevención, los dermatólogos la enfocamos sobre todo a la protección solar. Y en lo que respecta a los cuidados, por suerte el repertorio de principios activos que han demostrado su eficacia en el manejo de los signos de la edad es cada vez más amplio”, comentaba la dermatóloga. Entre estos activos antiedad, hay uno que destaca sobre todo los demás y que debe estar presente en toda formulación cosmética para pieles maduras: el ácido hialurónico. “Es emoliente, restaura la función de barrera de la piel, regula la producción de queratinocitos e incrementa el grosor epidérmico”, señalaba la doctora Roo. Otra sustancia que es importante “reponer” a través de los productos cosméticos es el colágeno, ya que, durante la menopausia, la piel pierde el que produce de forma natural en unos niveles que suponen una disminución del 2% cada año.
Manchas: atención a una de sus zonas predilectas
La disminución de los niveles de estrógenos también tiene su impacto en el color y la homogeneidad de la piel, ya que produce una disminución de la actividad de los melanocitos dando lugar a una pigmentación irregular y a un tono amarillento.
Por tanto, a partir de los 40 años, la ecuación que no hay que perder de vista es: a menos estrógenos, más riesgo de manchas. Una de las zonas por las que las manchas cutáneas parecen tener especial querencia es el escote que es, además, una de las partes del cuerpo que más acusa el paso del tiempo. “Las manchas son uno de los principales problemas que presenta esta parte del cuerpo. Hay que tener en cuenta que está expuesta a las radiaciones solares casi tanto como el rostro. A ello hay que unir otro problema frecuente, que es la tendencia a la deshidratación, al ser la piel de esta zona muy fina y tener poca irrigación sanguínea. Por ello, hay que utilizar siempre en el escote un protector solar con índice elevado y aplicar cremas o serums que mantengan el factor de hidratación natural y que contengan activos que aumenten la producción natural de ácido hialurónico y vascularicen la zona”, explica Paula Gugliotta, directora de Sepai y Apoem y máster en Dermocosmética.
Este “sabotaje” al que las manchas someten al buen estado de la piel del escote no es el único al que debe enfrentarse una zona corporal que el 51% de las mujeres españoles prefieren destacar a la hora de vestir, por delante incluso de las piernas o la cintura y que, paradójicamente, es una de las que menos cuidados recibe.
Como comenta Patricia Cuenca, directora técnica de Oxigen, “la piel del escote es más fina que la del resto del cuerpo y carece de compartimentos grasos, lo que provoca que pierda densidad y se arrugue con mucha facilidad. Además, a menudo está fotoexpuesta y hay que tener en cuenta que cumple la difícil misión de mantener y sujetar el tejido glandular y mamario. Por todo ello, es una zona muy delicada”.
La experta destaca la importancia de empezar a cuidar esta zona a partir de los 35 años, “ya que es a esta edad cuando la pérdida de colágeno es evidente y la acumulación de la radiación solar comienza a pasar factura. La pérdida de firmeza y la aparición de manchas es la primera señal de que el escote está envejeciendo”
Botox: no todo está dicho
Aunque lleva ya dos décadas “reinado” en el ámbito de la Medicina Estética, el botox es aún un gran desconocido. “Muchas personas hablan de él pero pocas saben qué es”, dice el doctor Antonio Licitra, director de la Clínica Med Estetic, quien explica que trata de una sustancia química (una proteína purificada) que se aplica mediante micro inyecciones para atenuar y eliminar tanto las arrugas como las líneas de expresión: “Áreas como la frente, el entrecejo, las patas de gallo, el surco nasogeniano, la comisura de los labios o el contorno facial son las favoritas para aplicar este tipo de neurotoxina, ya que paraliza los músculos deseados para así prevenir y no profundizar los signos del envejecimiento”.
Según comenta el doctor Licitra, los pacientes apenas sienten dolor (aunque es algo que depende de cada persona), y la mayoría describe el momento de su aplicación como una simple molestia. “Respecto a los efectos, se ven de manera progresiva, tras 48 horas después de su aplicación, alcanzando el máximo efecto entre los 11-14 días posteriores. Los resultados son temporales, y su duración varía en función de cada persona, pero en líneas generales se mantienen durante 4 a 6 meses”, afirma el experto.
Para Antonio Licitra, uno de los grandes mitos que hay en torno al botox es la creencia de que “rellena”, pero no es así: “Se trata de un modulador de la acción muscular, que lo que buscar es frenar la progresión de las arrugas dinámicas a través de la relajación de los músculos. Con el botox se pretende mejorar la versión de uno mismo y no perder la naturalidad. Si se aplica de manera coherente, controlada y por manos de profesionales, no existen alteraciones en la expresión facial”.
Respecto a la edad ideal para empezar a utilizar botox, la doctora Carmen Martín, directora de la Clínica Estética Carmen Martín, comenta que “a día de hoy, gran parte de la sociedad no entiende su uso preventivo, y se alarman cuando una persona joven recurre a este tipo de técnica. Todo paciente que comienza el tratamiento como prevención para la aparición de arrugas, con el tiempo necesitará menos cantidad de inyecciones y, por lo tanto, conseguirá un resultado más natural, retrasando a su vez la aparición de arrugas. El botox no es adictivo como tal, lo que sí es cierto es que quien lo prueba suele repetir por el hecho de verse mejor. Por lo tanto, pensar que se trata exclusivamente de un tratamiento exclusivo para pieles maduras es un error”.
Asimismo, la doctora Martín recuerda que el uso del botox no solo se limita a objetivos estéticos: “Con la toxina botulínica podemos tratar patologías como la sudoración excesiva (axilas, palmas de las manos, plantas de los pies), problemas neurológicos y oftalmológicos, así como evitar la pérdida del cabello si se inyecta en el cuero cabelludo, mejorar la calidad de vida de las mujeres con incontinencia e incluso tratar el bruxismo”.
El botox siempre debe aplicarse en una clínica de medicina estética por profesionales debidamente cualificados, pero hay un “plan B” para las que temen a los pinchazos o aún no se deciden por probar este tratamiento: la cosmética con efecto botox (o “botox-like”), caracterizada por una formulación a base de potentes principios activos que alisan y redefinen los rasgos faciales en poco tiempo y mejoran de forma notable el aspecto de la piel.