Únete a nuestra comunidad
Toda la actualidad del mundo de la salud y la farmacia en Consejos de tu Farmacéutico.
Además, puedes seguirnos en nuestras redes sociales:
Calambres, deshidratación, insolación, golpe de calor… El abanico de sustos que pueden provocar las altas temperaturas es interminable
Hasta tres grados por encima de nuestra temperatura corporal interna es la variación térmica que el cuerpo humano es capaz de soportar sin que sus condiciones físicas y mentales se alteren de forma importante. Ya a partir de los 37ºC se produce una reacción fisiológica de defensa, que, de seguir en ascenso, sobre todo en niños, ancianos y personas inmunodeprimidas puede provocar trastornos como calambres, deshidratación, insolación y en el caso de ir más allá de los 40º, hasta golpes de calor, con problemas multiorgánicos que pueden ocasionar inestabilidad en la marcha, convulsiones e incluso coma. Para prevenirlos, el Ministerio de Sanidad ha activado ya desde el mes de junio su Plan Nacional de Actuaciones preventivas por Altas para este verano 2018, que seguirá en vigor hasta el mes de septiembre.
Golpe de calor ¡alerta máxima!
Se considera golpe de calor cuando la temperatura corporal rebasa los 40° C. Son más frecuentes al comienzo de una ola de calor, y suelen darse en las primeras 24 o 48 horas, debido a que el cuerpo aún no ha puesto en marcha los mecanismos de aclimatación. Este trastorno requiere tratamiento de urgencia, ya que, de no tratarse, puede dañar rápidamente el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos. El daño empeora cuanto más se retrasa el tratamiento, lo que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones graves o incluso la muerte.
Además de una temperatura corporal elevada (más de 40º), otros síntomas que pueden alertarnos de la presencia de un golpe calor son la alteración del estado mental o del comportamiento (confusión, agitación, problemas de dicción, irritabilidad, delirio, convulsiones y coma); alteración en la sudoración, piel caliente, enrojecida y seca al tacto (aunque en caso de producirse durante la actividad deportiva también puede estar húmeda); náuseas, vómitos y dolor de cabeza; respiración acelerada y poco profunda y aceleración del ritmo cardíaco.
Ante esta situación, se debe llamar siempre a los servicios de emergencia y tratar por todos los medios de enfriar a la persona, llevándola a la sombra, quitándole el exceso de ropa y rociándola con agua fría (o pasándole esponjas con agua fría, hielo o toallas húmedas y frías sobre la cabeza, el cuello, las axilas y la ingle.
Duplica los cuidados con…
*Fuente: Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales
• Las personas mayores de 65 años, lactantes y menores de 4 años y en personas con dificultades en la adaptación al calor.
• El impacto de la exposición al calor excesivo está influido por el envejecimiento fisiológico y las enfermedades subyacentes. Por lo tanto, las personas con enfermedades cardiovasculares, respiratorias y mentales (demencias, Parkinson, Alzheimer).
• Personas con enfermedades crónicas (diabetes mellitus, obesidad mórbida).
• Si estás bajo algún tratamiento médico (diuréticos, neurolépticos, anticolinérgicos y tranquilizantes).
• Personas con trastornos de la memoria, dificultades de comprensión o de orientación o poca autonomía en la vida cotidiana.
• Ante enfermedades agudas y temperaturas excesivas.
• En personas que consumen alcohol y otras drogas.
• Personas que viven solas, en la calle, o en viviendas sin climatización y/o difíciles de refrigerar.
• Trabajadores que desarrollan su actividad al aire libre (empleados de la construcción, parques y jardines…), y deportistas.
• En lugares con un alto grado de contaminación ambiental o en ambientes muy urbanizados.
Sigue leyendo