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El running es, sin duda, una afición que aporta muchas ventajas, pero que, por la facilidad con la que la podemos “tomar y dejar”, nos puede pasar factura. Ante la participación en carreras populares, los cardiólogos recomiendan hacerse siempre un chequeo médico, asesorarse por un profesional en ejercicio físico, ir a un ritmo “lento pero seguro” y parar al menor síntoma de alarma.
Parece ser que el running se ha puesto de moda. Debe ser asequible (¡qué fácil es echarse a correr!) y barato (aunque, eso sí, las inscripciones a algunas maratones cuestan mucho dinero). Es un clásico oír frases como “correr me permite “ir a mi aire”, entrenar cuando quiera y no depender de nadie”, pero, ¡cuidado con esto! Cuando corremos, el corazón necesita bombear más sangre y la capacidad de mayor bombeo requiere, por tanto, de un proceso de adaptación. Además, según explica la doctora María Dolores Masiá, del Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), “en el caso de presentar factores de riesgo o antecedentes cardiológicos familiares, se debe valorar someterse a un reconocimiento médico de pre-participación deportiva (VCVP) realizado siempre por profesionales”.
VCVP: prevenir la muerte súbita
Según explican desde la Fundación Española del Corazón, el screening cardiovascular o la valoración cardiovascular preparticipativa (VCVP), es la parte del reconocimiento médico deportivo orientada a detectar enfermedades que predisponen a complicaciones cardiovasculares con el deporte. El objetivo es prevenir la muerte súbita del deportista y otras complicaciones y reducir el efecto negativo que puede tener la actividad física en algunas enfermedades del aparato cardiovascular. La VCVP será diferente en función de las características del deportista, pero, como regla general, incluye:
· Una historia clínica con los antecedentes familiares de enfermedades hereditarias del aparato cardiovascular, antecedentes personales y la historia deportiva.
· Una entrevista dirigida para identificar posibles síntomas de alarma.
· Una exploración dirigida del aparato cardiovascular con auscultación, toma de presión arterial, etc., y una selección de pruebas elegidas a criterio del profesional médico. Las pruebas más habituales en la valoración inicial del deportista son el electrocardiograma, el ecocardiograma y la prueba de esfuerzo.
1) El electrocardiograma tiene la capacidad de detectar muchas de las cardiopatías implicadas en la MS de los deportistas más jóvenes. Fundamentalmente las miocardiopatías, las canalopatías y el síndrome de WPW.
2) El ecocardiograma aumenta la sensibilidad del screening porque permite una valoración sencilla y completa del funcionamiento del corazón, pudiendo detectar anomalías coronarias congénitas, valvulopatías y patología de la aorta, entre otras alteraciones.
3) La ergometría o prueba de esfuerzo puede ser clínica, como en los casos en que hay síntomas de esfuerzo (ECG de esfuerzo con toma de presión arterial, ecocardiograma, resonancia o gammagrafía de esfuerzo o PE con intercambio de gases), o deportiva. Esta última se realiza únicamente con el fin de medir el rendimiento deportivo y calcular los ritmos de competición y las intensidades de entrenamiento. No pretenden aclarar ninguna cuestión clínica y, por lo tanto, no pueden interpretarse como una garantía de seguridad a la hora de hacer deporte. Los expertos insisten en la importancia de no vender esta prueba como un seguro de vida, ya que la PE es muy poco sensible y no identifica todos los individuos en riesgo de presentar cardiopatía isquémica (obstrucción de las arterias que llevan sangre al corazón), sobre todo en pacientes asintomáticos.
Condición “sine qua non” para hacerse esta prueba
Según los expertos de la Fundación Española del Corazón, deben “pasarla” todos aquellos que participan en actividades deportivas organizadas, aunque también pueden hacérsela los deportistas recreativos y, en cierto modo, aquellos que quieren comenzar un programa de ejercicio físico.
· Deportistas con antecedentes familiares de enfermedades hereditarias del aparato cardiovascular, cardiopatía isquémica o muertes súbitas en menores de 55 años.
· Deportistas con factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial, diabetes, dislipemia aterogénica, sobrepeso, tabaquismo, sedentarismo).
· Y, sobre todo, en deportistas con alguna enfermedad cardiológica conocida o con síntomas de alarma. En estos tres supuestos, los candidatos deben hacérsela dos veces al año.
Planifícate con ayuda
En cualquier caso, el ejercicio físico tiene que estar bien planificado y tener unas características concretas: tipo de ejercicio, intensidad a la que se va a practicar, frecuencia con la que se va a practicar, el tiempo por sesión y la forma en la que se quiere progresar con las intensidades y volúmenes. De ahí que sea esencial seguir un programa de ejercicio físico progresivo y adaptado a la condición física de cada uno, prestando mucha atención a los posibles síntomas y descansando siempre que haya enfermedades agudas. En este sentido, la doctora Masiá recuerda que, a una carrera o maratón “se debe bien preparado físicamente y, siempre que sea posible, es muy aconsejable ser asesorado por un profesional en ejercicio físico”, ya que, la mayoría de las veces, la gente no tiene los conocimientos para llevar un programa de ejercicio bien diseñado.
Al menor síntoma ¡PARA! Si durante la práctica deportiva “aparece cualquier tipo de síntoma de alarma, como dolor en el pecho, palpitaciones, más fatiga de lo normal, mareo e, incluso, pérdida de conocimiento, se deberá parar y consultar a la mayor brevedad posible con un equipo médico”. Pablo A. Escobar, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y colaborador de la FEC, da los siguientes consejos para preparar una carrera:
POR QUÉ UN DESFIBRILADOR
Según datos de la FEC, cada año se producen en España 30.000 casos de paradas cardiacas y las posibilidades de sobrevivir a aquellas que se producen fuera del ámbito hospitalario oscilan entre el 5 y el 10%. Esto significa que la probabilidad de que se nos presente una situación de emergencia cardiaca existe y por lo tanto es fundamental que en una carrera popular o maratón haya servicios equipados y preparados para atender a la víctima. “Lo primero que hay que hacer, cuando presenciamos una parada cardiorrespiratoria es iniciar la RCP (reanimación cardiopulmonar), activar la cadena de supervivencia (llamar al 112) y pedir ayuda para encontrar el desfibrilador más cercano. Se ha comprobado que la respiración boca a boca resulta innecesaria e ineficaz, ya que lo realmente importante es realizar un masaje cardiaco correcto. Para ello se comprime el esternón hacia abajo unos 4-5 cm, con una frecuencia aproximada de 100 veces por minuto, intentando que las compresiones sean rítmicas y regulares. Una vez iniciado el masaje cardíaco se debe utilizar un desfibrilador, de ahí la importancia de contar con ellos en espacios públicos y especialmente, en eventos e instalaciones deportivas. El desfibrilador se aplica siguiendo las instrucciones del dispositivo y es importante mantenerlo en funcionamiento hasta que lleguen los servicios de emergencia.