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El mundo beauty tiene mucho de glamour y, también, bastante de química, una ciencia que está detrás de las formulaciones, la selección de ingredientes y la utilización y conservación de los cosméticos, entre otros aspectos, los cuales aborda Raquel Marcos, doctora en Química y autora del blog @cosciencia, en su libro “Belleza con ciencia. Lo que nadie te cuenta sobre tus cosméticos”. Con ella hemos hablado para resolver algunas de las dudas más habituales sobre el “uso y disfrute” de estos productos.
“La industria cosmética tiene mucha ciencia, y la química está presente en casi cada justificación. Así, la fabricación de una crema depende de la afinidad química entre las sustancias, el jabón es efectivo para eliminar la grasa y una simple reacción redox explica la coloración del cabello”, comenta Raquel Marcos en el prólogo de su libro “Belleza con ciencia. Lo que nadie te cuenta sobre tus cosméticos” (Ediciones Martínez Roca).
Doctora en Química, con formación en Dermocosmética y marketing y creadora del exitoso blog Ciencia y Cosmética (@cosciencia), Marcos se ha convertido en un referente en la divulgación científica amena y comprensible. Hemos hecho una recopilación y selección de muchos de los aspectos que aborda en su libro y, también, le hemos planteado algunas de las cuestiones y preguntas que a todos nos surgen a la hora de elegir, utilizar, conservar y/o descartar un producto cosmético.
A vueltas con la caducidad
Para hacerse una idea de cuánto dura un cosmético, la “pista” más fiable es fijarse en la etiqueta, ya que, como explica Raquel Marcos, lo que establece la normativa que rige el etiquetado de estos productos es que en el caso de aquellos cuya vida útil sea inferior a 30 meses, el fabricante deberá plasmar en el etiquetado la fecha de expiración, seguida de un símbolo en forma de reloj de arena que indica la fecha de caducidad desde el momento de su fabricación.
En los cosméticos con una fecha de caducidad superior a los 30 meses, en su mayoría irán acompañados del símbolo PAO (periodo después de la apertura), que indica el tiempo de uso recomendado una vez abierto.
Pero, ¿qué ocurre si utilizamos un cosmético caducado? “El principal problema de utilizar un producto cosmético caducado es la contaminación microbiológica y la infección cutánea que puede desencadenar, sobre todo en pieles que presentan lesiones (dermatitis, por ejemplo)”, nos comenta la experta. “El segundo aspecto a tener en cuenta es la pérdida de eficacia, algo que es aún más importante cuando se habla de productos de protección solar, ya que el producto solar caducado puede no proteger frente a la radiación del sol, lo que aumenta el riesgo de quemaduras, además de proporcionar una falsa sensación de seguridad”, añade Raquel Marcos.
Limpieza facial: uso… ¿y abuso?
En su libro, Marcos analiza los principales tensioactivos y demás ingredientes que forman parte de la formulación de los productos de limpieza facial, uno de los gestos cosméticos más frecuentes y en el que se suelen cometer dos errores importantes:
“Quizás el error más habitual es buscar un limpiador que deje la piel tirante, algo que nos da cierta sensación de mayor limpieza, pero no es así. En realidad, la piel debe sentirse confortable tras este gesto cosmético: es el mejor indicativo de que la limpieza se ha realizado adecuadamente”.
La experta advierte también respecto a una de las tendencias más actuales: la doble limpieza que, como explica en su libro, es una técnica ancestral asiática que se ha convertido en uno de los rituales más populares en las mujeres occidentales, y que consiste en limpiar la piel del rostro en dos pasos:
-Primero, usando un producto graso (aceite o leche limpiadora) para eliminar sustancias liposolubles (ingredientes grasos presentes en bases de maquillaje o protectores solares, exceso de sebo, etc.).
-En segundo lugar, aplicando un producto con una fórmula acuosa (gel, espuma) para retirar los compuestos más solubles en agua.
“El uso de esta técnica puede dar lugar al segundo error que se comete en relación a este gesto o hábito cosmético: el exceso de limpieza ya que, según el tipo de piel, recurrir a la doble limpieza con los productos inadecuados puede no ser lo correcto”, señala Raquel Marcos.
Geles sin cerrar, productos en la nevera…
¿Altera la calidad de un producto (champú, geles de baño, hidratantes corporales…) el hecho de dejarlo abierto o mal tapado? “Sí, es una costumbre que hay que evitar porque supone dejarlo expuesto a factores externos como la humedad, el agua o la radiación solar de manera directa, y esto favorece que se estropeen antes de la fecha de caducidad”, contesta la experta.
Raquel Marcos apunta que si bien el cuarto de baño es uno de los lugares preferidos para guardar los productos cosméticos, no se trata de la mejor elección, ya que la humedad y los cambios de temperatura pueden favorecer una posible contaminación microbiológica y la degradación de los ingredientes.
Para saber si un cosmético está en mal estado, Marcos recomienda fijarse en aspectos como el cambio de color o de olor o la separación de fases y textura, “aunque en la mayoría de los casos no podemos observar si está contaminado o no a no ser que aparezca moho”.
En relación con esto, en su libro se da solución a uno de los “enigmas” más extendidos respecto a la conservación de los cosméticos: qué potenciales beneficios tiene meter ciertos productos en la nevera. La autora explica que, en general, esta costumbre puede alterar la formulación de estos productos como consecuencia de someterlos a un cambio de temperatura. Sin embargo, sí hay algunas excepciones en las que sí estaría aconsejada esta modalidad de conservación “en frío”:
–Esmaltes de uñas: El objeto de guardarlos en la nevera es evitar que el disolvente se evapore (lo que produce un cambio en la textura del producto) “aunque realmente lo que es efectivo no solo es guardar estos productos en una zona fría (un lugar fresco de la casa suele ser suficiente), sino ponerlo boca abajo y con el envase bien cerrado”.
–Perfumes: Al igual que ocurre con los pintauñas, tienden a evaporarse antes en zonas cálidas, ya que su ingrediente principal es el alcohol, por lo que el frío les beneficia.
–Geles para piernas cansadas: Al guardarlos en la nevera se potencia su efecto frío y la sensación de frescor que producen, “un resultado que está mediado por la evaporación del disolvente y sustancias como el mentol, que activan los receptores termorreguladores”.
Vitaminas: la C y la A, siempre en el equipo beauty
En uno de los capítulos del libro se hace un repaso a los ingredientes cosméticos más interesantes, analizando a fondo el uso y las propiedades cosméticas de las vitaminas, entre otras sustancias. Preguntada acerca de si hay alguna vitamina que esté especialmente recomendada y destaque entre las demás por tener un efecto de “amplio espectro”, Raquel Marcos comenta que “esto es algo que depende mucho de lo que estemos buscando. No hay una vitamina que sirva para todos y para todo. Quizás destacaría la vitamina C por su potencial antioxidante, y la vitamina A y sus derivados por su capacidad para mejorar la calidad de la piel”.
Respecto a la vitamina C, debido a sus peculiaridades, la experta aporta unas pautas que hay que seguir en cuanto a su forma de uso y aplicación en función del efecto que se espere obtener de este ingrediente:
–Para mejorar la luminosidad y potenciar su efecto antioxidante frente a los radicales libres, lo aconsejable es incluirla en las rutinas diurnas.
-Si el objetivo es un tratamiento más despigmentante y estimular la síntesis de colágeno, lo mejor es aplicar la vitamina C en el tratamiento nocturno.
Asimismo, Raquel Marcos explica que la vitamina C se caracteriza por una mala estabilidad, lo que ha hecho que surjan diferentes derivados en el mercado: “Los más habituales son el glucósido de ascorbilo, el palmitato de ascorbilo, el ácido 3-o-etilascórbico o el ascorbil fosfato de magnesio (MAP). Los estudios más recientes apuntan a este último como el sustituto más estable y con propiedades similares, ya que su estructura es idéntica a la de la vitamina C”.
En cuanto a la vitamina A, Marcos comenta que se trata de una “familia” extensa, aunque de todos sus derivados, el retinol es sin duda el ingrediente estrella de los tratamientos antiedad, y explica por qué: “Es el más utilizado en cosmética, ya que produce un engrosamiento en la dermis y, al contrario de otros derivados de esta vitamina, como el ácido retinoico, se relaciona con una menor irritación cutánea (aunque esto dependerá de la fórmula final). Se puede encontrar en concentraciones que van desde el 0,1 al 1,%. Además de actuar como despigmentante e ingrediente antiedad, es un potente antioxidante, lo que hace que sea recomendable usarlo de noche, para evitar su oxidación”.
Cosméticos con protección frente a la luz azul, ¿sí o no?
Cada vez más cosméticos incorporan ingredientes que protegen frente a un tipo de radiación que emiten las tablets y demás dispositivos: la luz azul.
Tal y como explica Raquel Marcos, todavía son escasos los estudios que relacionan las “pantallas azules” con un problema dermatológico: “Para hacernos una idea, la relación entre la potencia de la luz visible de las pantallas y la luz azul procedente de la radiación solar es de 1/200, es decir, doscientas veces menor.”
Lo que cada vez está más demostrado son los efectos nocivos de este tipo de luz, denominada también luz visible, procedente del sol, sobre todo en los casos de hiperpigmentación previa o si se tiene un fototipo alto.
“Por tanto, en base a la evidencia actual, no es necesario usar un protector específico para este tipo de luz azul. Otra cosa muy diferente es la exposición a la franja de la luz azul que pertenece a la luz visible procedente del sol. En este caso, si debemos protegernos usando antioxidantes e ingredientes como óxidos de hierro, por ejemplo”.


Dudas sobre cosméticos: respuestas a 7 preguntas frecuentes
1-Anticelulíticos, ¿qué podemos esperar de ellos?
“Los productos anticelulíticos que se clasifican como cosméticos pueden ayudar a mejorar a nivel óptico el estado de la piel, pero es complicado que puedan acabar con el problema de la celulitis, ya que es una alteración que se encuentra en la hipodermis, una zona cutánea en la que la formulación de los anticelulíticos, según la normativa actual, no es capaz de actuar”.
2-¿Cómo aplicar y retirar el autobronceador? Antes de aplicarlo, la recomendación habitual es una exfoliación previa, para que así la superficie pigmentada sea más homogénea. En cuanto a la forma de retirarlo, al ser sustancias que se anclan en los corneocitos del estrato córneo, el autobronceado se suele ir eliminando de forma progresiva con los lavados. “En caso de querer quitarlo debido a un mal resultado o aplicación, lo mejor es utilizar un ácido exfoliante, como el alfa-hidroxiácido a pH bajo. Con esto se rompen los enlaces formados y se retira el pigmento adherido al estrato córneo”.
3-¿Por qué una ampolla hace “pop” cuando la rompemos? Aunque los pioneros fueron los productos de “belleza inmediata”, actualmente hay varios productos cosméticos que adoptan esta modalidad, “un formato interesante porque la fórmula está sellada bajo atmósfera inerte (nitrógeno en fase gas) y ausencia de oxígeno. Esto permite que ciertos ingredientes, como la vitamina C pura, sean más estables, así como la reducción del uso de conservantes. Además, al no existir oxígeno en el envase, no hay riesgo de crecimiento bacteriano. Se trata de formatos pensados para usarse en un periodo inferior a las 48-72 horas, según el fabricante, una vez abiertos”.
4-Si la crema hidratante contiene SPF, ¿sirve como protector solar? “Técnicamente, sí. Podríamos usar una crema hidratante, maquillaje o cualquier otra fórmula que reivindique un factor de SPF determinado como crema solar, ya que para ello ha tenido que someterse a los ensayos pertinentes. Lo que ocurre es que en este caso, la cantidad de producto aplicada suele ser deficiente e inferior a la mínima necesaria para asegurar la fotoprotección y cumplir con el valor declarado en el envase”.
5-¿Existen los cosmecéuticos? Se suele dar esta denominación a los cosméticos que tienen un efecto transformador en la piel. “Son productos que incorporan ingredientes como los retinoides, alfa-hidroxiácidos o despigmentantes, que podrían situarse a medio camino entre un dispositivo sanitario o medicamento y uno cosmético (lo que se conoce como los productos frontera). Sin embargo, según la legislación, los cosmecéuticos no existen y se trata, por el momento, un simple término publicitario”.
6-¿Cuáles son las características de la crema hidratante “ideal”? Marcos destaca que la hidratación es uno de los objetivos a lograr para tener una piel sana y, por tanto, dar con “la crema” es clave. “No existen fórmulas mágicas para encontrarla, pero sí algunas ideas que pueden ayudar en la búsqueda: debe tener un equilibrio de ingredientes humectantes, emolientes y oclusivos que, en sinergia, mejoren la función barrera. Que funcione o no dependerá del estado de la piel en cada momento, en lo que influirán el clima, los factores hormonales, tratamientos orales (como los medicamentos para el acné) y las rutinas cosméticas empleadas, entre otros. Por tanto, la crema ideal variará en función la estación, la ciudad en la que se viva y el estado de salud”.
7-Soy celiaca, ¿debo evitar los cosméticos con gluten? “En la industria cosmética el gluten no es un ingrediente habitual. Podemos encontrar derivados del trigo en mascarillas faciales o productos destinados a pieles con eccema, pero su presencia suele ser inapreciable. Lo que ocurre con el reclamo “sin gluten” es que se ha adaptado en la cosmética una clasificación frecuente en la industria alimentaria, pero no tiene sentido. Aun así, y en el caso de que el gluten fuese un ingrediente recurrente en la cosmética, hoy en día no existe evidencia científica de que genere una reacción alérgica en una persona celiaca cuando su piel entra en contacto con productos que lo contienen.
Por el contrario, las personas alérgicas al trigo sí pueden experimentar una reacción alérgica cutánea, lo que, como en cualquier otra alergia, se solventa identificando en la etiqueta los derivados del trigo”.