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La disfagia orofaríngea o dificultad para tragar empieza a considerarse uno de los síntomas habituales del COVID-19. El 75% de los pacientes hospitalizados presenta riesgo nutricional y el 50% disfagia orofaríngea, una situación que puede continuar tras el alta hospitalaria y que predispone a la deshidratación, agravada por las altas temperaturas propias del verano. Los farmacéuticos nos ayudan a afrontarla.
Entre los síntomas del COVID-19, se ha comprobado que la disfagia orofaríngea (dificultades al tragar que afectan en gran medida a su calidad de vida) afecta al 50% de los pacientes ingresados, constituyendo uno de los motivos por el que, desde la comunidad científica, se está pidiendo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que la valore como un posible síntoma asociado al COVID-19. De hecho, se trata de un síntoma habitual asociado a pacientes en unidad de cuidados intensivos, pero se ha intensificado su aparición en pacientes COVID-19. En estos pacientes, el paso a una deshidratación puede llegar sin apercibirlo, pudiendo comprometer la vida del paciente, motivo por el que hay que prestar especial atención durante el verano por el aumento de las temperaturas.
Disfagia y Covid: pérdida del gusto y el olfato
En el mismo origen
Recientemente, la anosmia (pérdida del olfato) y la disgeusia (pérdida del gusto) han sido reconocidas por la OMS como síntomas asociados a la Covid-19. Estos síntomas tienen su origen en que el virus coloniza el tracto aerodigestivo superior y viaja a través de los nervios sensoriales hacia el cerebro. Los facultativos consideran que la disfagia se asocia a una disfunción sensorial y neurológica similar. Por ello, desde la comunidad científica se están realizando aportaciones de evidencia para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) valore la disfagia como un posible síntoma asociado al COVID-19.
Motivo de estudio clínico
Hasta tal punto se trata de un trastorno limitante y frecuente en pacientes COVID, que un importante estudio clínico desarrollado por el Hospital de Mataró analizará la prevalencia y los mecanismos de aparición de disfagia y desnutrición en pacientes post COVID. El estudio, puesto en marcha por Nutricia, estará liderado por uno de los especialistas más importantes en deglución a nivel internacional, el doctor Pere Clavé, director de Investigación del Hospital de Mataró, Consorci Sanitari del Maresme (Barcelona) y presidente Fundador de la Sociedad Europea de Trastornos de Deglución. Se desarrollará junto al Hospital de Mataró, y contará con 200 pacientes post COVID, centrando sus esfuerzos en analizar la aparición de disfagia orofaríngea (DO) y de desnutrición en estos individuos, así como las necesidades de tratamiento compensatorio y de las complicaciones a los 3 y 6 meses de seguimiento de los pacientes ingresados por COVID-19 en un Hospital General. La malnutrición, la pérdida importante de masa muscular y peso, la sarcopenia, la deshidratación y las sobreinfecciones respiratorias bacterianas son complicaciones específicas de la disfagia y también van a ser objetivo de estudio.
La disfagia orofaríngea (DO) es un trastorno reconocido por la OMS que se caracteriza por conllevar dificultades para trasladar de manera segura y eficaz el bolo alimenticio desde la boca hasta el esófago.
También en pacientes jóvenes
Los especialistas que han tratado a pacientes COVID-19 en los últimos meses han destacado la elevada presencia de desnutrición y disfagia en muchos de ellos. “Hemos podido observar que estos pacientes son de media 10 años más jóvenes que los que tenemos habitualmente ingresados en nuestros hospitales por otras causas (ictus, neumonías bacterianas, cardiopatías, etc…), lo cual nos ha impresionado, dada la prevalencia y severidad de los hallazgos. Esta evidencia clínica nos ha permitido ser conscientes del terrible impacto de la disfagia y sus complicaciones, la deshidratación, malnutrición e infección respiratoria. Por ello, la necesidad de mejorar el manejo clínico de todos estos tipos de pacientes nos parece urgente”, comenta el doctor Pere Clavé.
5 situaciones “angustiosas”
La disfagia orofaríngea (DOF) se define como la imposibilidad para tragar o deglutir los alimentos, líquidos y/o sólidos, que se produce por una afectación estructural o funcional de una o más fases de la deglución. Así la define Aquilino García Perea, Dietista Nutricionista, además, de doctor en Farmacia y vocal Nacional de Alimentación del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, en el Manual de Hidratación desde la Farmacia Comunitaria 2020, editado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, y en el que dedica un capítulo a esta patología. Según explica este experto, en términos generales, para saber si se sufre disfagia orofaríngea es importante comprobar si a la hora de la comida ocurre alguna de las siguientes situaciones:
- Cuesta controlar el alimento dentro de la boca.
- Se retiene la comida en la boca y se necesita realizar varios intentos para tragarla.
- Después de comer o beber se tiene necesidad de carraspear la garganta para aclararla.
- Durante o después de las comidas se produce tos. Puede ser tanto al beber líquidos como al tragar alimentos.
- Se producen atragantamientos al comer determinados alimentos.
Objetivo: evitar la deshidratación
Los pacientes que padecen disfagia tienen serios problemas para poder conseguir una hidratación adecuada debido a que la mayoría de ellos deben modificar la viscosidad de los líquidos para poder deglutirlos de forma segura. “Con un diagnóstico precoz de la disfagia orofaríngea se podrán adaptar los alimentos sólidos y líquidos a las características de cada paciente y así evitar la desnutrición, la deshidratación y las posibles broncoaspiraciones”, explica Aquilino García, y añade que “es evidente que han de ajustarse los requerimientos energéticos y nutricionales a la situación nutricional y también al gasto energético en reposo, edad y actividad física de cada paciente”, aclara. “Nuestro objetivo es elaborar y disponer de un manual de hidratación de referencia de la Farmacia española. Un documento de fácil lectura y consulta en el que hemos contado con grandes expertos farmacéuticos en la materia”, destaca Aquilino García. “Además de las recomendaciones generales y clásicas que venimos reiterando desde la farmacia a los ciudadanos, hemos querido incidir este año en las pautas de hidratación que requieren grupos de pacientes y patologías específicas. El conocimiento evoluciona continuamente y los farmacéuticos estamos en primera línea de asistencia a la población” apostilla el vocal nacional de Alimentación de Farmacéuticos.
Para garantizar una correcta hidratación, el experto aconseja seguir las siguientes pautas:
- Durante las comidas, la ingesta de fluidos puede plantearse administrando el 30-35% de los requerimientos hídricos diarios. La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología recomienda no sobrepasar la toma de 1,5 vasos de agua durante las comidas con el fin de evitar el llenado gástrico. El agua se tomará fría, espesada o en textura gel.
- Para la ingesta de caldos, zumos u otros alimentos líquidos se recomienda utilizar un espesante de sabor neutro para no modificar su sabor. Hay que añadir la cantidad de espesante necesaria para conseguir la consistencia más segura.
- Hay que además tomar diariamente alimentos ricos en agua (3 raciones de frutas, 2 raciones de verduras y hortalizas, 3 raciones de lácteos).
- Evitar las bebidas alcohólicas por su efecto diurético.
- Fuera de las comidas, la ingesta de fluidos puede plantearse administrando el 65-70% de los requerimientos hídricos diarios, el equivalente a 4-6 vasos de agua. Para ello, hay que proporcionar durante cada hora y media líquidos de textura modificada o en textura gel.
- Por otra parte, la toma de medicación puede ser una importante fuente de fluidos, por lo que debe fomentarse la ingesta de un vaso de agua junto con los medicamentos. La vía oral es siempre la primera opción para garantizar la correcta hidratación en personas con disfagia, adaptando la viscosidad de los líquidos con espesantes o gelificantes.
Espesantes: los más recomendables
Las principales guías clínicas para el tratamiento de la disfagia recomiendan la utilización de espesantes para mejorar la capacidad deglutoria y establecen tres grados de espesor creciente para fluidos (néctar, miel y pudin), según la capacidad deglutoria del paciente. Si la vía oral no fuera suficiente para cubrir las necesidades, puede completarse por vía enteral o parenteral, siendo la hipodermoclisis, que consiste en la administración por vía subcutánea de suero salino hipotónico o suero glucosalino (100 ml/h), una de las medidas más comúnmente utilizadas en la actualidad.