¿Sabías que el pulmón y los intestinos no son órganos estériles sino llenos de gérmenes? ¿Y que la microbiota respiratoria y la intestinal desempeñan un papel clave a la hora de evitar la aparición y el empeoramiento del asma?

Siempre se ha dicho que el estrecho contacto de los niños con los microbios ponía a trabajar su sistema inmune y terminaba por inmunizarles frente a muchas enfermedades. Es el caso del asma, y la explicación científica, según expone en la revista Asma el doctor Juan Luis García Rivero neumólogo del Servicio de Neumología del Hospital de Laredo en Cantabria y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), hay que buscarla en la hipótesis de la higiene, que sostiene que el contacto desde edades tempranas con el suelo, el polvo, los microbios o los animales de granja, así como el tamaño de la familia y otros factores, como el nacimiento por parto vaginal en lugar de cesárea o la lactancia materna en lugar de la lactancia artificial, son determinantes en la disminución del riesgo de desarrollar asma. De hecho, “estudios recientes han demostrado, con nuevos datos sobre esta ventana de colonización intestinal en la infancia, que la falta de colonización de ciertas bacterias puede suponer un efecto adverso a largo plazo como es la aparición de asma”, destaca el neumólogo.

Interconectados con el sistema inmune

La explicación está en cómo el microbioma intestinal y el microbioma respiratorio interactúan de manera específica con el sistema inmune y ejercen un papel fundamental en el desarrollo de la inflamación de la vía aérea característica del asma. Aunque en los últimos años la microbiota intestinal se ha estudiado más, al ser la más abundante y sus muestras fáciles de obtener, la microbiota respiratoria se ha empezado a estudiar más tarde, al considerarse previamente al pulmón sano como un órgano estéril y ser más compleja la obtención de muestras. Sin embargo, “a partir de 2010 se confirmaba que el pulmón sano no es un órgano estéril, sino que tiene una microbiota pulmonar”, señala el doctor García Rivero. Gracias a nuevas técnicas de secuenciación de genes independientes de cultivo, se han conocido el tipo de gérmenes que habitan en el pulmón del paciente con asma y cómo la diversidad de bacterias, virus y hongos interactúa con el sistema inmune. Actualmente se sabe que la microbiota de la vía aérea inferior es diferente a la de la superior y que los cambios en su composición se relacionan con el desarrollo de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o el asma. De hecho, la microbiota respiratoria es única e influye en el estado de salud o enfermedad, al modular la inflamación a través del sistema inmune. Igualmente, la microbiota pulmonar puede determinar la gravedad de la enfermedad o la resistencia al tratamiento, así como la hiperreactividad bronquial.

Por otra parte, “la dieta, la actividad física y los hábitos de vida saludables han demostrado modificar la composición del microbioma intestinal, pudiendo corregir el desequilibrio o disbiosis de la microbiota intestinal de enfermedades crónicas como el asma, ayudando a mejorar el control, la gravedad e, incluso, su incidencia, y desempeñando un papel crucial en su progresión”, explica el doctor García Rivero.

Microbiota respiratoria, lo que la altera

Los antibióticos, los corticoides y los antiinflamatorios pueden alterar el microbioma pulmonar en la etapa perinatal y afectar a la microbiota intestinal selectivamente, induciendo cambios en la susceptibilidad de las enfermedades inflamatorias pulmonares. También se ha visto una fuerte correlación entre infecciones de ciertos virus respiratorios (virus sincitial respiratorio y rinovirus) y el riesgo de asma, agudizaciones o empeoramiento en su pronóstico. Y por último, la exposición a determinados hongos puede tener un efecto devastador en el paciente asmático, ya que los hongos contienen proteínas perjudiciales para el epitelio de las vías respiratorias y pueden actuar como alérgenos.

En cambio, la bacteria Helicobacter pylori tiene un efecto protector en la infancia, al dar menor riesgo de asma y alergias en niños con infección por H. pylori. El microbioma también protege de las enfermedades alérgicas o el asma mediante la producción de metabolitos producidos por ciertas bacterias intestinales a causa de la fermentación de complejos de carbohidratos propia de una dieta rica en fibra.

Recomendaciones expertas

  1. Por lo tanto, como pilares del manejo de las enfermedades crónicas, incluido el asma, es recomendable seguir una dieta saludable, evitando azúcares, grasas animales y alimentos ultraprocesados, y aumentando la ingesta de fibra, en forma de frutas y verduras, así como proteínas de origen vegetal y alimentos fermentados.
  2. Igualmente conviene realizar una actividad física regular, dentro de las posibilidades de cada paciente, y evitar el tabaco y el alcohol.
  3. “Asimismo, debemos alertar del excesivo uso de antibióticos y corticoides orales, del aumento en el número de cesáreas programadas no necesarias, así como del aumento de la lactancia artificial, al ser medidas que deberíamos limitar lo máximo posible, para en un futuro entre todos conseguir disminuir la incidencia de esta enfermedad”, finaliza el doctor García Rivero.

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Redacción Consejos

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