La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad crónica, inflamatoria y autoinmune que afecta al sistema nervioso central y afecta a más de 50.000 personas en España, representando ya la segunda causa más común de discapacidad en adultos jóvenes en nuestro país, sólo superada por los accidentes de tráfico.

Todavía no hay cura, pero la investigación no cesa y gracias a los avances conseguidos, el pronóstico de una persona diagnosticada hoy poco tiene que ver con el de alguien a quien se detectaba la enfermedad hace dos décadas y afortunadamente ya no implica depender de una silla de ruedas. Los fármacos actuales reducen las interferencias de la enfermedad en las vidas de las personas que tienen EM y normalizan su día a día, dotándolas de una libertad cada vez mayor en aspectos como la planificación familiar o el desarrollo profesional. De hecho, las personas con EM son hoy laboralmente más activas que en 2007 y consideran que la esclerosis múltiple incide poco en su rendimiento laboral, según se desprende del Estudio AprEMde, promovido por la Universidad Francisco de Vitoria con la colaboración de la asociación de pacientes Esclerosis Múltiple España y la Sociedad Española de Neurología (SEN), avalado por el Real Patronato sobre Discapacidad del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 y patrocinado por la compañía de ciencia y tecnología Merck. Esta esperanzadora realidad convive hoy con la pandemia ocasionada por el Covid-19, que ha provocado inquietud entre estos pacientes, como en tantos otros colectivos afectados por enfermedades crónicas. Hablamos de ello con el doctor Lamberto Landete, coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizadas de la SEN y ccordinador de la consulta de EM en el Hospital doctor Peset de Valencia.

No hace muchos años recibir un diagnóstico de esclerosis múltiple era demoledor. Hoy por hoy, aunque no existe cura, es posible convivir con la enfermedad con una buena calidad de vida. ¿Qué ha cambiado?
Actualmente, la formación de los profesionales y la concienciación de la población han posibilitado una reducción muy importante en el tiempo desde que se produce el primer síntoma hasta el diagnóstico. Asimismo, el mayor acceso a determinadas pruebas, como la resonancia magnética, también ha permitido en muchos casos que se detecte de manera más temprana. Este diagnóstico más precoz permite iniciar el tratamiento lo antes posible, algo que ha demostrado que incide directamente en la mejora del pronóstico a largo plazo de los pacientes. En la actualidad se dispone de hasta 14 moléculas modificadoras del curso de la enfermedad para tratar la EM. En la gran mayoría de los hospitales de la sanidad pública en España, la asistencia a los pacientes con EM está centrada en unidades, consultas monográficas y centros de referencia, integrados por profesionales con gran experiencia y preparación.

¿Está siendo la pandemia motivo de preocupación para los afectados por EM? ¿Cuál es su experiencia en consulta sobre cómo se sienten?
Los pacientes con EM son un colectivo muy bien informado y con acceso a una formación de calidad sobre la enfermedad y sobre los tratamientos que reciben. Hay que tener en cuenta que la EM es una enfermedad crónica y que gran parte de los fármacos que usamos en su tratamiento son inmunosupresores (es decir, debilitadores de determinadas parcelas de la respuesta inmunitaria), lo que podría favorecer las infecciones.

¿Existe una mayor vulnerabilidad en las personas con EM ante la infección por SARS-CoV-2?
De momento, todas las informaciones aparecidas apuntan en el mismo sentido:  la EM per se no incrementa el riesgo de contagio. Las personas con EM tienen el mismo riesgo de contraer la enfermedad que cualquier otro sujeto. Las principales precauciones a adoptar son las que todos conocemos: higiene frecuente de manos, uso de mascarilla, distanciamiento social, evitar espacios muy concurridos… Si un paciente de EM resulta positivo en coronavirus, el paciente deberá seguir los circuitos y recomendaciones establecidos por las autoridades sanitarias de notificación, control de los síntomas por sus médicos de Atención Primaria, rastreo de contactos y, en caso de síntomas de gravedad como fiebre alta, tos persistente o dificultad respiratoria, acudir a un Servicio de Urgencias. Yo también recomiendo a mis pacientes que me lo notifiquen para tener conocimiento y hacer un seguimiento del caso, así como para valorar si hay que tomar alguna decisión en relación con el tratamiento de la EM que estén recibiendo en ese momento. La mayor gravedad de la infección por SARS-CoV-2 en un paciente con EM podría derivarse de la situación de mayor edad, mayor nivel de discapacidad o por tener otras enfermedades de riesgo asociadas.

¿Elevan los tratamientos la gravedad de la sintomatología en las personas con EM infectadas por el virus?
La información publicada hasta el momento indica que, en general, los tratamientos no conllevan un mayor riesgo de complicaciones ni de peor evolución en caso de contraer la infección por el SARS-Cov-2. En caso de infectarse por coronavirus, es posible que el neurólogo indique suspender la terapia para la EM, dependiendo de la gravedad de la infección, de las características del paciente, del tipo de tratamiento de la EM…, pero esto no será lo habitual y siempre se decidirá de forma individualizada y consensuada con el paciente.

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Redacción Consejos

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