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Seguir una alimentación saludable y tener unos buenos hábitos de vida pueden ayudar a que los síntomas y daños que produce la infección por SARS-CoV-2 sean menores en cada persona. En cambio, el sobrepeso y la obesidad son indicadores de un peor pronóstico y evolución. Pilar Puértolas, nutricionista del grupo Virtus, nos explica los porqués.
Pilar Puértolas es nutricionista en Centro Médico Complutense (Grupo Virtus)
En el año 2019 en España, uno de cada cuatro hombres y una de cada cinco mujeres padecía obesidad, un padecimiento crónico complejo de etiología multifactorial que se desarrolla por un desequilibrio entre la energía ingerida y la energía gastada, es decir, una acumulación anormal o excesiva de energía en forma de rasa en el tejido adiposo y corresponde con un Índice de Masa Corporal (IMC) mayor de 30. Es importante tener en cuenta que el IMC establece una relación entre peso y talla. La prevalencia de sobrepeso y obesidad ha ido aumentando en las últimas décadas. Esto ha hecho calificar a la obesidad como una enfermedad en sí misma y como una epidemia. Dentro de la coyuntura actual provocada por el COVID-19, la obesidad se entiende como un factor de riesgo para la hospitalización, el ingreso en UCI y el desarrollo de consecuencias graves que llevan a la muerte en caso de enfermedad por COVID-19, por lo que estamos ante una de las patologías con mayor riesgo.
¿Por qué la obesidad es factor de riesgo ante COVID-19?
- La obesidad aumenta el riesgo de la aparición del síndrome de Distrés Respiratorio Agudo (SDRA) o dificultad respiratoria aguda, una de las complicaciones más graves del COVID-19. Es un tipo de lesión pulmonar inflamatoria aguda caracterizada por el incremento de la permeabilidad vascular y la pérdida de la aireación pulmonar, lo que provoca una acumulación de líquido en los alveolos que impide el paso de suficiente oxígeno al torrente sanguíneo.
- Además, los pacientes con obesidad presentan un estado inflamatorio crónico de bajo grado, como consecuencia del aumento de la producción de mediadores proinflamatorios (citocinas), directamente relacionado con los depósitos de grasa. A mayor cantidad de grasa, mayor producción de citocinas. Este estado inflamatorio provoca alteración en la respuesta inmunitaria. Ante una infección, como mecanismo de defensa del huésped, se produce una respuesta inflamatoria sistémica que forma parte del proceso de reparación tisular. La respuesta proinflamatoria inicial está controlada por moléculas inmunorreguladoras que limitan el efecto potencialmente dañino de la reacción inflamatoria. Sin embargo, en una persona obesa ante una infección, esta respuesta moduladora antiinflamatoria es insuficiente como consecuencia del proceso inflamatorio crónico que padece. Esta sería otra de las razones por las que hay mayor morbilidad asociada con la obesidad en presencia del COVID-19.
- Asimismo, esta inflamación puede producir una disfunción metabólica que puede conducir, entre otras patologías, a diabetes Mellitus tipo 2, enfermedad coronaria e hipertensión, que son factores de riesgo para el desarrollo del COVID-19. El riesgo de diabetes Mellitus tipo 2 incrementa con el grado, duración de la obesidad y con la distribución de predominio central de la grasa corporal. La diabetes tipo 2 se produce cuando la célula beta pancreática no puede producir suficiente insulina. Uno de los mecanismos que explican su aparición es la existencia y el incremento de insulino-resistencia. La obesidad se asocia a un aumento de la resistencia a la insulina, favoreciendo este proceso la secreción de las citocinas proinflamatorias (citoquinas), una mayor producción hepática de glucosa e inhibición de su utilización por el músculo esquelético.
- Otra característica común de la obesidad es la deficiencia de vitamina D, que aumenta el riesgo de infecciones sistémicas y perjudica la respuesta inmune. Se ha observado en diversos estudios que la correcta suplementación con vitamina D puede prevenir infecciones respiratorias y reduce el riesgo de aparición de neumonía. Por ello, se sugiere que la deficiencia de vitamina D podría potencialmente participar en el vínculo entre la obesidad y una mayor susceptibilidad a complicaciones y mortalidad debido a COVID-19.
- Las personas obesas suelen presentar disbiosis intestinal, es decir, alteración del equilibrio de su microbiota o flora intestinal. La microbiota es primordial para la regulación del sistema inmune, para la protección contra la infección, incluso atenúa el daño resultante de esta infección, de hecho, algunos protocolos para el tratamiento de COVID-19 incluyen el uso de probióticos para equilibrar la flora intestinal.
- Además, el tejido adiposo podría desempeñar un papel importante en la transmisión del COVID-19 porque expresa la proteína ACE2 (enzima convertidora de angiotensina 2) puerta de entrada utilizada por COVID-19 para infectar la célula. Las personas obesas tienen un mayor número de células que expresan esta proteína al tener más tejido adiposo además de actuar este como reservorio viral.
¡Anima a tus pacientes a mantenerse activos!
Por todos estos factores, desde Grupo Virtus recomendamos la pérdida de peso como otra medida esencial para hacer frente al COVID-19. Es importante tener en cuenta que en estos momentos en los que se están volviendo a establecer límites a la movilidad, es necesario animar a tus pacientes a mantenerse activo. Proponles desplazarse caminando o en bicicleta, y fomenta en ellos la necesidad de llevar una alimentación equilibrada con cocinados ligeros. Y si se les resiste, convénceles de la necesidad de ponerse en manos de un especialista que les asesore y les ayude a regular todo este proceso.