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FACME es la Federación que agrupa a 46 sociedades médicas y más de 100.000 especialistas de toda España. Su vicepresidente, el doctor Javier García Alegría, es médico internista de vocación; y director del Área Integrada de Gestión de Medicina Interna del Hospital Costa del Sol de Marbella. Además de haber presidido la Sociedad Española de Medicina Interna de 2010 al 2012; tras pasar COVID severo, nos habla como paciente fortalecido y como sanitario que ha vivido el problema desde los dos lados de la pandemia.
Javier García Alegría es vicepresidente de FACME, médico y paciente de covid
Usted ha vivido de primera mano la COVID, además en su forma grave. Como paciente, qué experiencia recuerda y qué es lo que más le sirvió para luchar en los momentos más difíciles. ¿Le valió su práctica como médico a la hora de enfrentarse a él?
La infección por Covid ha afectado a cientos de miles de sanitarios y médicos en nuestro país, por lo que hay numerosos testimonios previos. Los sentimientos de un médico clínico son duales, por una parte, eres plenamente consciente de cómo podrían ir las cosas (el peso psicológico de “conocer”). Y sabemos cómo interpretar los datos de afectación y los factores pronósticos y, por otra parte, tenemos datos con la evidencia de que la mayoría de los pacientes salen adelante tras la hospitalización. Los años de práctica médica me sirvieron para hacer un plan personal con el fin de minimizar las secuelas y de contribuir a mi recuperación.
En cualquier caso, es una experiencia vital transformadora, al estar “al otro lado de la cama”; algo que nos ayuda a comprender mejor los sentimientos de nuestros enfermos y de sus familiares. Su sensación de vulnerabilidad y que nos hace entender mucho mejor la grandeza de nuestra profesión y la entrega de nuestros compañeros sanitarios. Estaré eternamente agradecido a todos los que me cuidaron. También me sirvió para elaborar unas recomendaciones, una especie de “kit” de consejos, tanto para los pacientes que tienen que ingresar por una infección COVID; como para los médicos que atienden este tipo de enfermos.
En alguna ocasión ha dicho que una de las lecciones que nos deja la COVID es la fragilidad del sistema público de salud. Cuáles son las carencias estructurales del sistema. Dónde están sus debilidades y dónde sus fortalezas y qué se debería fomentar para acabar con las primeras y favorecer las últimas.
Los sistemas altamente complejos, como el sanitario, tienden a volverse muy inestables. Una circunstancia sobrevenida, como ha sido la infección por SARS-Cov-2, que ha afectado masivamente a la población, puede llevar a la turbulencia y al caos. La planificación y organización asistencial se va creando a lo largo del tiempo para ir solventando las necesidades cambiantes; tanto urgentes como programadas, aunque esto se hace a largo plazo.
En nuestro sistema no existía ninguna holgura ni en Atención Primaria ni en la red hospitalaria. Me refiero a profesionales, camas de hospitalización convencional o de Cuidados Intensivos, por lo que se ha visto muy comprometido. La infección también ha mostrado la fragilidad y rigidez de nuestra Red de Salud Pública para afrontar el reto de una pandemia por una enfermedad emergente.
La mayor fortaleza, sin duda, es la cualificación y la entrega de los profesionales, que han ido adaptando las estructuras asistenciales, la organización y los niveles de cuidados con un esfuerzo ejemplar en las condiciones más adversas.
¿Cómo es posible que, tras casi 11 meses de pandemia, tres olas consecutivas, la cuarta en ciernes y miles de muertos, estemos de nuevo en cifras de incidencia similares a las de marzo?
Para plantear decisiones hay que entender el difícil equilibrio que tienen que afrontar nuestros responsables políticos y sanitarios; entre el impacto en la salud: vidas, ingresos, consecuencias en la atención a pacientes no COVID o en los programas preventivos. Y por otra parte, el impacto económico y social, que lleva aparejado pobreza, incertidumbre y sufrimiento. El coronavirus se está mostrando muy eficaz en la transmisión cruzada entre los humanos y muchos países de nuestro ámbito están sufriendo unas tasas de infección muy elevadas similares a las nuestras; incluso con menores infraestructuras sanitarias y mayores presupuestos.
Las restricciones radicales al contacto social se están toman cuando el sistema sanitario se encuentra en riesgo inminente de verse sobrepasado en su oferta asistencial.
Javier García Alegría: «Una gran preocupación de FACME son las consecuencias de la pandemia en los enfermos con patología no COVID»
Cuál es, según usted, la fórmula para acabar con la pandemia.
Ya quisiera tener una respuesta a esta pregunta, pero en este momento no tenemos soluciones mágicas. Nadie la tiene. El desarrollo y comercialización de distintas vacunas eficaces; un hito en la historia de la Medicina y de la Humanidad, permite atisbar la esperanza de contención de la pandemia cuando un porcentaje sustancial de la población esté vacunada. Entre tanto, hay que mantener las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias de distancia y protección.
Creo que gran parte de la población tiene una percepción sesgada del impacto real del COVID, pues conocen uno o varios casos cercanos de infección leve-moderada; que son la mayoría lo que lleva a minusvalorar la importancia de las medidas de protección, pensando que la infección no es tan grave.
Según distintos estudios, para acabar con el coronavirus se necesita que el 60/70% de la población adquiera resistencia. ¿Son estas cifras certeras? ¿Podría ser necesario un mayor porcentaje o incluso menor para alcanzar la “inmunidad de rebaño”?
La respuesta a esta pregunta depende de la tasa de infección por número de habitantes y del índice Ro, que es el promedio de infectados a partir de cada caso. Con seguridad los epidemiólogos han hecho simulaciones para conocer los distintos escenarios modificando estas variables. Las tasas de infección en población vacunada en Israel aportarán, en un breve plazo: los datos del impacto en la población general en función del porcentaje de población vacunada.
¿Cree factible las previsiones del Gobierno que apuntan a que alcanzar esta cifra podría ser posible para el verano?
La vacunación masiva de la población en el mundo en un tiempo récord, un reto que nunca antes había afrontado la humanidad, tiene dos elementos críticos: la disponibilidad de vacunas y la velocidad con las que son aplicadas. En España la gestión del primer elemento depende de la Comisión Europea, que lo considera como algo estratégico para los ciudadanos, y que ha llegado a acuerdos con las distintas compañías. Por otra parte, la mejora en la producción mundial de vacunas, y la aprobación por las autoridades regulatorias de nuevas; con seguridad va a incrementar su disponibilidad en las próximas semanas y meses.
En España hasta la fecha han completado la vacunación unas 500.000 personas. Si queremos que a finales de Julio esté vacunado un 70% de la población española (alrededor de 33 millones). Tenemos que incrementar de manera notable el ritmo de vacunación, y hacerlo todos los días de la semana. Solamente hace falta hacer una regla de tres para saber el ritmo necesario, siempre que haya disponibilidad.
Al menos deberían tener en cuenta la opinión de los expertos… Por qué los políticos y gestores deben escuchar a las sociedades médico científicas.
Por varias razones fáciles de entender: por atesorar el conocimiento científico, por tener la experiencia en la vida real y por conocer de primera mano el impacto de la infección COVID en el sistema sanitario. Los miembros de las sociedades científico-médicas tenemos además de nuestros compromisos éticos con los pacientes, ciertos deberes y compromisos con la sociedad, y tratar de facilitar y mejorar nuestro sistema sanitario.
La oferta de FACME y de todas sociedades científicas a las autoridades sanitarias, tanto nacionales como autonómicas, creo que tiene que ser atendida y fomentada. Ya hay iniciativas de colaboración con el Ministerio de Sanidad y con algunas Consejerías, que queremos incrementar y; también, poder opinar acerca de documentos técnicos y recomendaciones antes de su aprobación y difusión entre los profesionales. La serie de recomendaciones acerca del COVID elaboradas por el Comité de FACME son un buen ejemplo de orientaciones prácticas para los profesionales.
Al margen de los colectivos antivacunas, quizás la inmunización frente al coronavirus ha generado una desconfianza hasta ahora desconocida en una sociedad que asumía muy ampliamente los beneficios de la vacunación. ¿Qué cree que ha influido en esta susceptibilidad de los españoles?
Creo que hay varias razones. Por una parte la rapidez inusitada en el desarrollo y comercialización de la vacuna en unos pocos meses, un admirable esfuerzo científico, lo que genera desconfianza acerca de si está suficientemente probada. Por otro lado la escasa cultura científica de nuestra sociedad, que en muchos casos desconoce el procedimiento estricto europeo de evaluación de vacunas y medicamentos y, por último, por la desproporcionada presencia de los negacionistas en los medios de comunicación. Las vacunas han sido consideradas como de los mayores logros en la historia de la Medicina.
Otro motivo que ha generado desconfianza y mucha indignación ha sido la vacunación de personas (altos cargos, autoridades y familiares de estos) que aprovechando su estatus han recibido la vacuna sin pertenecer a los colectivos a los que estaba destinada. Desde su punto de vista, ¿dónde hay que buscar responsabilidades?
En un país democrático como el nuestro, las estrategias de vacunación las marcan las autoridades sanitarias. Quiero creer que los casos recogidos en los medios de comunicación son anécdotas deplorables. Creo que no deberían enturbiar la grandeza de la igualdad al acceso para todos los ciudadanos y la priorización en base a criterios establecidos por las autoridades y la no discriminación basada en privilegios personales de influencia o de capacidad económica.
Los nuevos documentos de recomendaciones que ha elaborado el Grupo de Vacunación del Consejo Asesor de FACME abordan la vacunación frente a la COVID19 en pacientes con cáncer; inmunosuprimidos, niños y adolescentes y mujeres durante la lactancia. Qué es lo más reseñable de ellos. Creo que los documentos aúnan el rigor científico, la sencillez y claridad expositiva, y el sentido práctico. Nuestro objetivo es que sean útiles a los profesionales, y a los pacientes, para aclarar dudas de la práctica diaria
Asimismo, durante el mes de diciembre se desarrollaron tres documentos de recomendaciones dirigidos a pacientes anticoagulados o con trastornos de la coagulación, a pacientes alérgicos y a embarazadas… ¿qué consideraciones hay que tener con estos colectivos?
Son grupos de pacientes con ciertas peculiaridades que requieren aclaraciones especiales que no atañen a la mayor parte de la población. Las recomendaciones elaboradas por expertos para estos grupos están claras y pueden dar confianza tanto a los profesionales como a los pacientes por el aval de las sociedades científicas.
Además de la de Moderna y Astra-Zeneca, ¿se sabe si podremos disponer de otra vacuna a medio plazo?, ¿supondría un empujón a la vacunación de mayor parte de la población?
Acaba de aprobarse por la EMA la vacuna de Astra-Zenec, de Oxford, con alguna limitación por la edad y, por otra parte, recientemente se han publicado en Lancet los resultados de la vacuna rusa Sputnik que ha demostrado una alta eficacia. Lo lógico es que en un breve plazo tengamos disponibles más tipos de vacunas y una mayor oferta.
Un temor algo extendido, ¿podrían unas sucesivas variantes de la COVID hacer que la vacuna perdiera parte de su inmunidad y que esta precisara de una reformulación? ¿Volveríamos a estar como al principio?
En este momento no conocemos con precisión el impacto de las mutaciones y la cobertura que dan las vacunas actuales. Necesitamos tiempo para contestar esta pregunta.
Pese al optimismo que supone el avance de la vacunación, los expertos insisten en que hay que seguir manteniendo las medidas preventivas, que no nos dejemos llevar por la euforia, que esto será largo…
Con la infección por Coronavirus aprendemos día a día. Por el momento hay que insistir a la población en la importancia mantener e intensificar las medidas preventivas. No podemos bajar la guardia. Ya veremos cómo evolucionan las cosas para cambiar esta recomendación.
Cuáles son las secuelas que el colapso del sistema puede dejar en el paciente no COVID, por ejemplo, en el paciente con cáncer, cuyo diagnóstico según sociedades científicas como la SEOM, se ha atrasado enormemente.
Una gran preocupación de FACME son las consecuencias de la pandemia en los enfermos con patología no COVID, que sin duda existe. Evaluar con estudios apropiados y minimizar este impacto es otro de los objetivos estratégicos de nuestra asociación y de las sociedades científicas.