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¿Cómo es posible que, por tener manchas en la cara y otras partes del cuerpo, una de cada tres personas con vitíligo sea diagnosticada de depresión, y tres de cada diez personas de ansiedad? El estigma y la discriminación, que aún perduran en la actualidad, tienen la palabra.
Aunque puede afectar por igual a niños, jóvenes y adultos de ambos sexos, el vitíligo suele debutar a los 30 años y se caracteriza por la aparición de manchas blancas y simétricas en la cara y en otras partes del cuerpo, que varían en extensión y se deben a una pérdida de pigmentación. En este proceso están implicadas diversas citoquinas que activan el sistema inmunológico para destruir y no reconocer los melanocitos, lo que provoca las manchas blancas características, especialmente en la piel de la cara.
Lo que sorprende es que más de la mitad de las personas con esta enfermedad crónica y autoinmune declaran haber sido diagnosticados de algún trastorno mental, como depresión o ansiedad, debido al impacto emocional que tiene sobre la percepción de la propia imagen, sobre todo en la adolescencia, un momento delicado en el que los chicos a menudo se enfrentan al estigma social y a la discriminación a la hora de realizar actividades tan cotidianas como ir a la playa o al gimnasio. Todo ello hace necesario un consenso global con el que, “tanto a nivel médico como social consigamos normalizar la patología y no banalizar el impacto que tiene para quienes conviven con ella, sobre todo si tenemos en cuenta que sólo el 0,2% de las personas con vitíligo están diagnosticadas y es necesaria mayor agilidad para que el paciente sea derivado al equipo dermatológico de su centro hospitalario de referencia”, recalca el presidente de la Asociación de Pacientes con Vitíligo (ASPAVIT), Luis Ponce de León.
Falsos mitos
- Pese a ser la más frecuente entre todas las enfermedades despigmentantes que existen, el vitíligo lleva asociado una fuerte carga de prejuicios y falsos mitos que es necesario desterrar. Uno de ellos es la falsa creencia de que “es contagiosa”: nada más lejos de la realidad, ya que el vitíligo es una enfermedad autoinmune relacionada con la genética del individuo y por tanto no sujeta a ningún agente infeccioso ni contagioso. Es más, el vitíligo puede ir asociado a enfermedades autoinmunes, especialmente tiroideas, así como a la alopecia areata, la artritis reumatoide, la diabetes o la psoriasis, entre otras. Cuanto más tardíamente aparece, menor carga genética tiene y las lesiones producidas suelen tener menor extensión.
- La otra falsa creencia, muy peligrosa por la frustración que genera, es la de pensar que se trata de una enfermedad “intratable”. Un falso mito directamente relacionado con el hecho de que “un 60% de los profesionales sanitarios de dermatología y atención primaria, por desconocimiento, les dice a estos pacientes que no pueden ser tratados, lo que les frustra aún más”, explica Ponce de León.
El efecto “rellamada” y la protección solar
Según explica Jacob González, es muy importante tener en cuenta que “los pacientes con vitíligo están totalmente desprotegidos de la protección natural que tiene el cuerpo ante el sol, que son los melanocitos. Esto hace que, si no toma las medidas adecuadas, sea más propenso a quemarse. Y tanto la quemadura como la oxidación de los radicales libres por la exposición crónica al sol, pueden empeorar el vitíligo. Pero, además, las personas con vitíligo tienen mayor riesgo de sufrir el fenómeno de Koebner o “rellamada” que, como explica González, “se caracteriza porque en las zonas del cuerpo en las que hay un traumatismo, como un roce en los codos, una herida o una quemadura, el vitíligo aparece con más frecuencia, haciéndose más evidente en estas zonas la enfermedad por contraste con zonas sanas de piel que se broncean y van a hacer más patente las zonas despigmentadas”. Sin embargo, es necesario saber también que “una exposición moderada al sol de los pacientes con vitíligo, de unos 10-15 minutos al día, es buena ya que sabemos que es un estímulo para la pigmentación de las placas de vitíligo”, concluye el experto.