Paliar las consecuencias de los desarreglos orgánicos que se producen en esta etapa puede ser tan sencillo como preguntar a tu médico o farmacéutico

La menopausia es una etapa en la vida de la mujer marcada por el fin de la ovulación y el cese en la producción de estrógenos. Suele iniciarse entre los 40 y los 50 años y pone fin a la etapa reproductora. Es entonces cuando el organismo comienza a sufrir numerosas alteraciones como respuesta: sofocos, calores excesivos, falta de circulación, deficiencias de calcio, irritabilidad y en algunos casos incluso depresión.

Adiós a la regla

No hay una edad exacta para determinar cuándo los ciclos menstruales se vuelven irregulares, ya que, en algunos casos los cambios son precoces, mientras que en otros son tardíos. Lo que sí está claro es que cuando la menopausia se acerca suelen hacerse frecuentes las reglas muy abundantes, al producirse un exceso de estrógenos en el organismo. También es habitual que entre una regla y otra haya pérdidas pequeñas que, a menudo, pueden ser confundidas con una menstruación. En cualquier caso, las reglas serán cada vez menos frecuentes con la llegada de la menopausia, aunque no podemos afirmar con rotundidad que se ha producido la última menstruación hasta que no hayan transcurrido al menos 12 meses sin que se presenten hemorragias.

Invadidas por el sofoco

Los populares sofocos son los trastornos más típicos que suelen presentarse durante esta etapa. Se trata de una sensación repentina de calor en la cara y en el cuello que progresa hacia el pecho y los brazos, seguida de sudoración y frío. A veces, se acompaña de enrojecimiento de la piel y se acelera el pulso.

Este signo es fruto de los trastornos neurovegetativos que tienen lugar en estos momentos, que se generan como consecuencia de las alteraciones que sufre el hipotálamo, la parte del cerebro que regula los procesos hormonales y, en consecuencia, el ciclo menstrual.

Como respuesta a la descompensación del nivel de estrógenos en la mujer, el hipotálamo aumenta la producción de otras sustancias que, a su vez, provocan cambios en la función termorreguladora (encargada de mantener la temperatura interior del organismo). La consecuencia más directa de toda esta actividad es una sofocante y repentina sensación de calor.

A veces, los sofocos desaparecen simplemente con psicoterapia, explicando a la mujer que los padece que se trata de un fenómeno sin importancia, pasajero y que generalmente pasa desapercibido a los demás. En estas condiciones, muchas mujeres aprenden a despreciar sus propios sofocos y se autocuran, probablemente por un mecanismo de autocontrol del cerebro. En otras ocasiones es necesario recurrir a la farmacia para paliar este  y otros síntomas. Los tratamientos farmacológicos contra el sofoco incluyen fármacos como los siguientes:

  • Estrógenos: es un tratamiento general de toda la sintomatología climatérica y particularmente de los sofocos.
  • Clonidina: es un fármaco que paraliza el eje hipofiso-talámico y por lo tanto bloquea la producción de adrenalina. Pertenece a la familia de los bloqueantes a-adrenérgico.
  • Naloxona: actúa a nivel de los receptores opiáceos del cerebro impidiendo que las endorfinas se fijen a los mismos.

Estos tratamientos suelen ser bastante eficaces. Entre un 60 y un 80% de las mujeres con sofocos mejoran su sintomatología con estrógenos, progesterona o clonidina

Sequedad vaginal

Puesto que es la parte del cuerpo más directamente afectada por la llegada del climaterio, el aparato genital femenino sufre numerosos cambios y alteraciones durante esta etapa. Así, al disminuir la producción de estrógenos, las paredes y músculos de la vagina se hacen más frágiles y delicados, reduciéndose la humedad natural como consecuencia de la falta de secreciones. Todo ello provoca molestias como sensación de escozor, tirantez o sequedad, aunque no se manifiestan igualmente en todas las mujeres.

Cambios frente al espejo

Nuestro aspecto físico también experimenta cambios notables. La reducción de estrógenos y la pérdida notable de líquidos en nuestro cuerpo provoca en la piel una disminución de su grosor, al mismo tiempo que se vuelve más seca y menos elástica. Por otra parte, las grasas suelen redistribuirse por todo el cuerpo, aumentando notablemente el volumen de la zona abdominal. Todo ello se acompaña con un lento y progresivo incremento de peso que suele oscilar entre los 2 y los 3 kilos. Por ello, es recomendable desarrollar un dieta sana y equilibrada durante esta etapa.

El rechazo psicológico

La llegada de la menopausia suele venir acompañada en muchas mujeres por algunos trastornos psíquicos que son consecuencia de las alteraciones que, como dijimos anteriormente, se producen en el hipotálamo y el sistema nervioso central. Sin embargo, en muchos de estos trastornos hay una fuerte carga emotiva y psicológica derivada de las connotaciones negativas que, para muchas mujeres, tiene la llegada de esta etapa, socialmente asociada con el envejecimiento. Irritabilidad, ansiedad, nerviosismo o insomnio suelen ser las alteraciones más frecuentes, aunque hay quien llega a desarrollar depresión.

Huesos débiles y piernas cansadas

Junto a todos estos síntomas, la mujer parece sufrir un deterioro generalizado en el aparato locomotor. Así, se hace más frecuente la aparición de enfermedades derivadas de la descalcificación en los huesos, tales como la osteoporosis, por lo que el consumo de alimentos ricos en calcio se hace especialmente indicado en estos momentos para sustituir la labor estimuladora que los estrógenos ejercían sobre las células formadoras de los huesos. Pero junto a ellas, puede producirse un aumento progresivo de los problemas circulatorios derivados del incremento en la sangre de los niveles de colesterol y triglicéridos. Las piernas suelen ser una de las zonas del cuerpo más afectadas. Es por ello que resulta especialmente frecuente que las mujeres menopausicas presenten síntomas como pesadez y cansancio.

La cimcífuga, una planta originaria de oriente y de la que se aprovecha medicinalmente el tallo, se contempla como uno de los principales remedios que interactúa eficientemente con los receptores de estrógenos. Entre sus cualidades se halla la de fortalecer los huesos y las arterias, especialmente las que se encuentran en las piernas. Por tanto, se considera uno de las mejores soluciones para paliar el problema de piernas cansadas. Podemos encontrarla en forma de comprimidos recubiertos de 20 gramos y suelen ser prescritas por el médico como complemento de un tratamiento hormonal.

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Redacción Consejos

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