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La Navidad ya está aquí, y con ella, una de sus prácticas más comunes: el ayuno compensatorio. Pero, ¿es realmente un buen hábito? Nuestro dietista-nutricionista, Eric Iges, resuelve todas las dudas al respecto.
El ayuno en los días después de una gran comilona es una práctica muy habitual y recurrida, pero eso no es sinónimo de que sea la opción más acertada. Es cierto que cada vez existen más estudios a favor de la realización de ayuno intermitente para la mejora de distintos parámetros de salud (menor peso corporal, porcentaje de grasa e IMC, disminución de triglicéridos, descenso de colesterol LDL, descenso de presión arterial), sin embargo, en este caso hablamos de un ayuno con otro tipo de implicaciones. El ayuno intermitente podría ser saludable si nuestro patrón alimentario también lo es. En este caso no está programado, no está valorado por un profesional y cuando se realiza es por motivos purgativos, siendo una actitud compensatoria precedida de unos excesos de comida y bebida que por mucho que se ayune, en su conjunto, no va a ser una práctica saludable para llevar a cabo. Actualmente, son necesarios más estudios clínicos con buenos diseños y altos niveles de evidencia para poder recomendar el uso del ayuno como una intervención en la salud.
“Ayunar en los días después a una comilona o cena excesiva podría ser un buen hábito, siempre y cuando lleves un patrón alimentario saludable en tu día a día”
La clave está en la “comida auténtica o real”
- Consume al menos 3 piezas de fruta entera al día (mejor que zumos, ya que la pieza de fruta entera va a saciar más, además de aportar mayor contenido de fibra y no aportar azúcares libres).
- Consume al menos 2 raciones diarias de verduras y hortalizas. La recomendación general es que ocupen el 50% de tu comida o cena, aunque también se pueden añadir en cualquier momento del día.
- Incluye la variedad integral de alimentos como el pan, pasta y cereales; limitando así las harinas refinadas.
- Las legumbres, los lácteos no azucarados, los frutos secos, el pescado, los huevos, las aves y la carne magra, los tubérculos y los aceites vírgenes son “comida auténtica”, incorpóralos en tu alimentación.
- Emplea hierbas y especias en tus recetas, toma infusiones o café sin endulzar, bebe agua en tus comidas y cenas de manera habitual en lugar de refrescos u otras bebidas.
- Reduce al máximo los alimentos ultraprocesados. Hablamos de bollería, galletas, pan blanco, lácteos azucarados, zumos envasados, refrescos, carnes procesadas, salsas, precocinados…
“Es necesario ser conscientes de que durante las fiestas navideñas hay más días que no implican una celebración o reunión con respecto a los que sí.”
¡Actívate!
Además de la alimentación, es fundamental llevar un estilo de vida activo. Realizar una actividad física adecuada a tus gustos y condiciones, y ser dinámico en tus actividades cotidianas (subir escaleras, andar si son trayectos cortos, evitar períodos largos sentado…) te serán de gran ayuda. Con este patrón alimenticio llevado a cabo durante todo el año, no debería preocuparte un pequeño exceso en estas fiestas navideñas. Recuerda que la clave no va a estar en estos momentos puntuales, sino en tus hábitos generales el resto de días.