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Aunque se trate de una molestia común, no hay que subestimar una dolencia que interfiere en actividades tan rutinarias como hablar o comer
Las aftas son, junto con la caries y la enfermedad periodontal, una de las alteraciones bucales más frecuentes, que llega a afectan al 20 % de los individuos entre 20 y 30 años. Aunque suelen aparecer por primera vez durante la infancia o la adolescencia y no tienen causa aparente, si debutan en la edad adulta o se producen en ciclos muy regulares, hay que pensar en alguna causa subyacente. En cambio, las aftas raramente aparecen en las personas mayores y afectan por igual a ambos sexos.
Qué son las aftas
Las aftas bucales o llagas son úlceras superficiales de forma redondeada u oval, con bordes rojizos y centro blanquecino. Suelen tener un diámetro aproximado de 3 a 5 mm y se presentan preferentemente en las caras internas de las mejillas y labios, suelo de la boca o bordes de la lengua. Raramente aparecen en el paladar. Las más frecuentes se curan por sí solas en un período de 7 a 10 días, aunque la fase aguda, que suele durar entre 3 y 4 días llega a ser muy dolorosa, y puede dificultar la alimentación o el habla. Al inicio de la formación de las úlceras se produce un picor y una quemazón intensa y dolorosa, que se agrava en contacto con la lengua o con los alimentos. Durante la fase más aguda, el dolor que producen las llagas puede extenderse al oído y la garganta o incluso producir dolor de cabeza.
Posibles causas
Carencia de vitaminas y minerales: especialmente de hierro y vitaminas del grupo B, fundamentalmente folatos o vitamina B12. De hecho, una de las primeras manifestaciones de la anemia por falta de hierro es la aparición de aftas bucales. También puede deberse a deficiencias de vitaminas B1, B2 o B6, aunque no es frecuente. En estos casos hay que consultar al médico o farmacéutico, a fin de que investigue el historial de anemias, malabsorción, perdidas de sangre especialmente menstrual, hemorroides o el consumo de una dieta vegetariana inadecuada.
Traumatismos o golpes, que pueden estarprovocados incluso por un cepillo de dientes de cerdas duras o al darnos un bocado al comer.
Las aftas se dan con frecuencia en personas alérgicas, que presentan urticaria o eccemas.
Ingesta de alimentos con aristas (mariscos), frutos secos, bizcotes, etc. que pueden provocar rasguños y heridas en la mucosa oral.
Intolerancia al gluten, lo que se conoce como enfermedad celíaca, que en ocasiones se manifiesta con aftas.
Alergia a algún tipo de alimento.
Sistema inmunológico deprimido, es decir, bajos niveles de anticuerpos o defensas.
Posibles infecciones víricas, aunque no se haya confirmado el origen viral.
Estrés y tensión emocional.
El consumo de algunos medicamentos como antibióticos, antiinflamatorios o anticoagulantes favorecen su aparición.
Consejos dietéticos
- Evita las comidas o bebidas picantes y ácidas (el tomate, la fresa, los cítricos), así como las bebidas carbonatadas.
- Hay algunos alimentos que pueden propiciar las llagas, sobre todo en personas predispuestas: las nueces, las avellanas, las pasas, el queso gruyère o la miel.
- Cuando bebas, hazlo con una pajita para evitar posibles contagios.
- Evita alimentos con aristas como las patatas fritas de bolsa, los mariscos, bizcotes, galletas, frutos secos, etc.
- Aumenta el consumo de hierro: lo encontrarás en alimentos como las vísceras, las carnes, los huevos y los pescados. Otros alimentos ricos en hierro, aunque de peor absorción por nuestro organismo son la melaza, el sésamo, las legumbres y los vegetales germinados.
- Aumenta el consumo de vitaminas del grupo B en general, y sobre todo de vitamina B12: la levadura de cerveza, hígado, verduras de hoja verde (espinacas, acelgas, lechuga?), el plátano, las legumbres y el germen de trigo son las mejores fuentes de folatos.
Consejos farmacológicos
El tratamiento de las aftas bucales es sintomático, es decir, va dirigido a reducir los síntomas molestos como dolor e inflamación. Los medicamentos que encontrarás en tu farmacia son
de dos tipos:
- Anestésicos y antisépticos locales: reducen la sensibilidad dolorosa. Los hay en forma de comprimidos para chupar, colutorios para hacer enjuagues, geles que permiten una adherencia prolongada sobre la llaga o sprays que favorecen la penetración del principio activo en las lesiones.
- Antiinflamatorios tópicos: reducen el componente inflamatorio. Los más empleados son corticosteroides como la hidrocortisona y análogos como la carbenoxolona. Se utilizan en forma de tabletas de disolución oral, geles, soluciones, etc.
Cuándo ir al médico
- Cuando las aftas duren más de 15 días, a fin de verificar su carácter benigno.
- Si hay alguna enfermedad subyacente: las aftas pueden constituir los primeros signos de una enfermedad grave llamada enfermedad de Behcet, en la que las aftas bucales y genitales se asocian a problemas oculares, neurológicos y articulares. Esta enfermedad rara afecta más a los hombres entre 20 y 30 años.
- También pueden ser la manifestación de una Enfermedad Inflamatoria Intestinal, de Crohn o
colitis ulcerosa. - Aunque en la mayoría de los casos basta con una revisión dietética, en ciertos casos es necesario un aporte extraordinario de vitaminas en forma de suplemento, siempre bajo asesoramiento profesional.
Aftas recurrentes
Si los episodios de aftas bucales se producen 2 ó 3 veces al año no revisten mayor importancia. Pero si los brotes aftosos se producen con mayor frecuencia y distanciados por cortos períodos de tiempo, la cosa se agrava. En estos casos las aftas suelen ser muy dolorosas e incapacitantes, y las úlceras pueden ser de gran tamaño (1 ó 2 cm de diámetro) y curar muy lentamente (3 a 4 semanas). Otro tipo de aftas recurrentes son las llamadas aftas miliares, cuyas lesiones son muy pequeñas (del tamaño de una cabeza de alfiler) pero muy numerosas (de 10 a 100) y se localizan sobre placas rojas. Estas aftas se curan en el transcurso de 1 o 2 semanas y no dejan cicatrices. El tratamiento médico para las aftas recurrentes consta de medicamentos a base de colchicina o de corticoides, a fin de disminuir la severidad y frecuencia de los brotes.