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Cuando se trata del pelo, la preocupación estival se limita al aumento de la sequedad o las puntas abiertas. Sin embargo, es importante aplicar al cabello un “protocolo” de cuidados específico que lo proteja, mejore su aspecto, evite y repare los daños colaterales y, también, prevenga la caída otoñal. Aún estás a tiempo.
“Estamos muy mentalizados respecto a la fotoprotección de la piel, pero no tanto en lo que se refiere a los efectos perjudiciales del verano en el cabello. Y aunque esta tendencia está cambiando, es necesario tener presente que los rayos solares también afecta a la estructura interna del cabello, eliminando la hidratación y los lípidos y dejando como resultado un pelo áspero, sin brillo, encrespado y quebradizo”, explica la farmacéutica Teresa Climent, responsable de comunicación de Nuggela & Sulé.
Moraleja: hay mucho por hacer en este sentido, así que tenemos que ponernos manos a la obra. Y cuanto antes, mejor.
No le eches toda la culpa a las radiaciones UV
Es el más visible, el más agresivo y, también, el que peor “fama” tiene respecto al daño capilar. Pero el sol no es el único enemigo veraniego de la salud y del buen estado de nuestro cabello, sino que actúa sólo y/o en compañía de otros factores que también ponen de su parte a la hora de robarle color, hidratación y brillo. Cada uno de estos factores actúa de una forma distinta:
–Radiación UV. Ejerce lo que se podría denominar un “multidaño”: altera los pigmentos de color (tanto del cabello natural como del teñido), reseca mucho la fibra capilar y fragiliza la queratina que está presente en ella de forma natural, además de absorber, literalmente, el brillo.
-Cloro. Es uno de los factores que más reseca el cabello ya que ataca directamente a las grasas naturales que lo protegen. Pero su efecto más evidente –y temido- es el que tiene sobre el color: en los rubios, especialmente en los teñidos, a los que añade un antiestético tono verdoso, mientras que a los cabellos oscuros, puede “regalarles” con unas indeseadas vetas color paja-decolorado. Otros elementos presentes en las piscinas que también pueden alterar el color del pelo son el hierro, el cobre y otros minerales.
-Sal marina (salitre). También provoca alteraciones en el color, pero el efecto más notorio es el que produce cuando se queda depositada en la fibra capilar, cristalizando al secarse y dando lugar a dos efectos igual de antiestéticos: una textura “crujiente”, difícil de manejar, y la “aceleración” de la apertura de las puntas.
–Viento. Todo lo que tiene de efecto refrescante lo tiene de “enredador” del cabello, un plus muy negativo para aquellos que tienen tendencia al encrespamiento. Además, hace que el pelo se ensucie antes y provoca que haya que desenredarlo, un gesto que hace que la fibra sufra más de la cuenta y se debilite.
Pelo y sol: rutina capilar imprescindible (y obligatoria)
-Doble escudo. El cabello no puede exponerse al sol “a pelo” (nunca mejor dicho), sino que, como explica Eduardo Sánchez, director de Maison Eduardo Sánchez, hay que asegurarle desde el primer día de vacaciones un doble escudo: por un lado, aplicar protectores solares específicos, que protejan al cabello del sol y de otras agresiones medioambientales y, por otro, con el uso de gorras, sombreros o pañuelos que supongan un escudo físico.
-Cuidado con el peine. Eduardo Sánchez recuerda que justo después del baño, el cabello está especialmente frágil, así que no es precisamente el mejor momento para sacar el peine de la bolsa de la playa y empezar a desenredarlo. Antes de hacerlo, hay que aplicar un acondicionador (sin aclarado); también sirve para este cometido el producto protector solar capilar. “Con ello se facilita el desenredado mientras se nutre el cabello. Además, hay que hacerlo siempre con un peine de púas anchas, evitando los tirones al máximo, ya que pueden romper la fibra”,
-Fundamental: lavado post playa (todos los días). Independientemente de la frecuencia con la que lo hagas habitualmente, en verano la recomendación es clara: tanto si te has bañado en el mar como si lo has hecho en la piscina, siempre hay que lavarse el pelo después para eliminar los restos de cloro y salitre. Hay dos opciones: o hacerlo con el champú habitual (adaptado al tipo de cabello) o, mejor aún, optar (o alternarlo) con uno suave, de uso frecuente. En cuanto a la técnica, Valeria Costa, experta en recuperación capilar de Aquarela Peluqueros, recuerda que la mejor manera de aplicar el champú es masajeando bien la zona del cuero cabelludo, aclarando después con agua fría o templada. “Uno de los principales enemigos del cabello es el agua caliente, porque aumenta la porosidad y barre los aceites naturales. Es muy importante, sobre todo en verano, realizar el último enjuague con agua fría, para que la cutícula se cierre correctamente”.
-Imprescindible, el acondicionador. Los expertos de Laboratorios + Farma Dorsch destacan el importante papel que juega este producto: tiene la misión de “calmar” la fibra capilar después del lavado, suavizarla y sellar las puntas. Además, forma una película protectora alrededor del pelo. También recuerdan cómo usarlo: debe extenderse después de haber aclarado perfectamente el champú. El truco para saber si se ha hecho bien es enroscarlo: si “chirría”, prueba del aclarado superada. Para que el producto actúe mejor, es conveniente eliminar el exceso de humedad con una toalla, sin frotar, aplicando después una cantidad similar al tamaño de una nuez, siempre, de medios a puntas (evitando la raíz, para no engrasarlo), repartiendo bien, mechón a mechón. Esperar un par de minutos mientras se masajea bien el pelo para que actúe de forma homogénea, aprovechando para desenredar (el peine se deslizará con suavidad y sin riesgo de rotura), Volver a aclarar hasta que, de nuevo, el pelo “chirríe”.
-Mucha mascarilla… y en seco. Hay que aplicar una mascarilla capilar, como mínimo, dos veces por semana, ya que es un producto clave para reparar e hidratar en profundidad. Según Eduardo Sánchez, el truco está en hacerlo en seco, y explica por qué: “No importa tanto el tiempo de exposición –en la mayoría de los productos, basta dejarla actuar 10-15 minutos- como hacerlo en seco, antes de lavar el cabello, ya que el agua impide que el producto penetre bien en la fibra capilar y no sirve para nada. Después de aplicar la mascarilla, lavar el pelo de forma habitual”.
Seis dudas bajo el sol
1-¿Por qué el estado del pelo cambio si me lo lavo en un lugar en la costa o en otra ciudad? Teresa Climent explica que la razón se encuentra en el pH del agua: “Éste suele cambiar en un lugar u otro, lo que puede afectar y debilitar la cutícula, empeorando el estado de las puntas abiertas y aumentando el encrespamiento. Además, los altos niveles de cal que tienen algunas aguas tienden a depositarse en el pelo, afectado a su calidad y haciendo que la melena pierda volumen, vitalidad y, especialmente, brillo”.
2-¿Cuál es la razón por la que se recomienda evitar los productos capilares con siliconas, sobre todo en esta época del año? “Las siliconas son polímeros sintéticos, es decir, se trata de un plástico ultra flexible, pero de origen químico. Recubren las fibras capilares, haciendo que el cabello luzca más suave y brillante. No obstante, pueden enmascarar el verdadero estado del cabello, ya que los beneficios que aportan las siliconas son meramente estéticos e instantáneos, no a largo plazo”, explica Teresa Climent. “Sin embargo –continúa- si no se retiran adecuadamente, las siliconas pueden asfixiar y debilitar al cabello, llegando incluso a apelmazarlo”. La mejor opción, por tanto, es utilizar productos libres de este ingrediente u optar por alternativas como los que incorporan siliconas naturales en su formulación, que aunque reciben este nombre, no se trata realmente de siliconas, sino de ingredientes como la manteca de Tucuma.
3-Acondicionador, ¿con o sin aclarado? Depende de los gustos personales y, también, del estado del cabello. Para las melenas especialmente maltratadas es una buena idea aplicar (y tener a mano) un producto de los que no necesitan aclarado. Los expertos de Laboratorios + Farma Dorsch comentan al respecto que si bien esta opción es muy práctica, hay que asegurarse de que se aplican bien y que llegan a cada uno de los alrededor de 125.00 cabellos que tenemos como media, ya que muchas veces no se aplican en cantidad suficiente como para que hagan el efecto deseado por miedo a apelmazar la melena, un error a evitar.
4-¿Es verdad que los cabellos coloreados deben extremar las precauciones en verano? Sí, ya que son unos de los más perjudicados por el calor y la acción de los efectos medioambientales. “Los cabellos teñidos o con mechas sufren especialmente en verano, ya que son más porosos y, por lo tanto, más sensibles a las agresiones externas. Los rubios claros se oxidan mucho, mientras que los rojos son los más sensibles a la pérdida de tono”, comenta Eduardo Sánchez. Este efecto del verano sobre el color es la razón por la que se aconseja a los cabellos teñidos de rubio que, antes de iniciar las vacaciones, opten por aplicar un tono de tinte algo más oscuro del habitual, “especialmente los rubios dorados y miel, que son los que más se aclaran y se transforman en tonos indeseados. Los rubios beige y platino sobreviven mejor, porque el verano los potencia”.
5-¿Es normal que a medida que pasan los días el pelo se deshidrate más, a pesar de cuidarlo? Teresa Climent comenta que las altas temperaturas, unidas a la acción de los agentes agresores que ya hemos visto (sol, viento, salitre, cloro) tienden a resecar todas las melenas debido también al efecto que tienen sobre la zona del cuero cabelludo: “El calor inflama el cuero cabelludo, provoca deshidratación, hace que las cutículas se abran y el cabello se vuelva más poroso, seco y quebradizo”.
6-Los recogidos, ¿mejor sueltos que a tensión? Sin duda, los moños y recogidos son los estilos de peinado más socorridos cuando sube la temperatura y, además, este año marcan tendencia. Pero la clave para lucirlos sin que el pelo sufra más de la cuenta es optar por la versión “floja” o “suelta” y evitar los peinados tirantes., un hábito que daña el pelo, especialmente si éste está aún húmedo, como explica el doctor Javier Pedraz, director médico de Insparya Madrid: “La tensión continuada sobre el cabello, ya sea por las gomas o por los cepillos demasiado agresivos, puede favorecer la caída del cabello (la llamada alopecia por tracción). En caso de usar elásticos para recoger el cabello, es importante vigilar el material del que están hechos; son preferibles los de silicona y aquellos revestidos de un material que no dañe el cabello”.
Cuero cabelludo: mimos extra, por favor
El cuero cabelludo suele ser el gran olvidado de los cuidados capilares, un error imperdonable, teniendo en cuenta su vulnerabilidad. “Exceptuando algunos casos, no ha estado expuesto tradicionalmente a los rayos solares, por lo que no ha acumulado sol y su piel está más blanca. Es una zona que no estamos acostumbrados a proteger y que, como consecuencia, puede suponer un riesgo de padecer cáncer de piel”, explica el Dr. Javier Pedraz. Muchas personas que padecen calvicie ya han empezado a tomar conciencia de los riesgos de no proteger adecuadamente esta zona frente a la acción de los rayos solares, pero este año, debido al confinamiento, y al igual que ocurre con la piel del resto del cuerpo, hay que tener en cuenta que le falta el “entrenamiento” que siempre supone exponerla a la luz del sol cuando empieza el buen tiempo, de ahí las advertencias de los expertos. Para proteger el cuero cabelludo del sol, el Dr. Pedraz destaca, como los métodos más efectivos, las protecciones físicas: gorras, sombreros o pañuelos, así como el uso de cremas solares, “aunque hay que tener en cuenta que éstas no llegan a proteger al 100% por lo que, aunque sea en poca cantidad, la zona va a seguir expuesta a los efectos dañinos de la radiación solar”.
Además de la fotoprotección, es importante asegurar a esta zona los cuidados que necesita. Por ejemplo, el Dr. Pedraz recuerda la importancia de secar muy bien esta zona: “Aunque el verano favorezca el secado al aire libre, el secador es la mejor alternativa para eliminar totalmente la humedad del cuero cabelludo, siempre y cuando se mantenga a un palmo de distancia de la cabeza, con aire frío o en la primera posición de calor”.
Los pacientes que se infectaron por el coronavirus y han superado la enfermedad están experimentando ahora, semanas después, una caída masiva del cabello
Este año, más dura será la caída
Muchas personas han notado cómo durante las semanas del confinamiento el pelo se les caía más. La clave está, según los expertos, en el periodo en el que el cabello ha estado privado de la exposición a la luz natural, lo que altera el ciclo natural de crecimiento del cabello (el sol y el calor son factores que intervienen en este ciclo). Asimismo, el estrés que muchas han experimentado como consecuencia de esta situación también se ha relacionado con una mayor pérdida del cabello.
Por otro lado, los expertos están comprobando que pacientes que se infectaron por el coronavirus y han superado la enfermedad están experimentando ahora, semanas después, una caída masiva del cabello. “Esta afección se denomina efluvio telógeno y aunque puede parecer muy llamativa, porque el paciente se queda, literalmente, con mechones de pelo en la mano, no se trata de una alopecia irreversible”, explica la doctora Ángela Hermosa, dermatóloga de la Clínica FEMM, de Madrid. El efluvio telógeno es un problema capilar que puede aparecer después de un tratamiento o cambio hormonal, tras un periodo de estrés continuado, una cirugía relevante, el parto o al pasar por algún tipo de infección, como sucede en el caso de la COVID-19. “Estas situaciones afectan al ciclo vital del cabello, que tiene una fase de crecimiento de varios años (anágena), y cuya duración está determinada genéticamente; una fase de reposo y una fase en la que comienza a desprenderse (catágena). Desde que se desprende un pelo hasta que se cae pueden pasar alrededor de dos o tres meses”, comenta la experta, quien describe lo que ocurre en el caso de situaciones como la infección por coronavirus: el cabello detiene su crecimiento de manera sincrónica, es decir, un número elevado de pelos frenan a la vez la fase de crecimiento y, como consecuencia, caen todos al mismo tiempo.
“La buena noticia es que el efluvio telógeno, por regla general, no requiere ningún tratamiento, porque se frena solo y el paciente recupera la densidad capilar, pues cuando un pelo ha terminado su fase de caída, vuelve a iniciar otra vez la fase de crecimiento”.
¿Cuándo un efluvio telógeno puede ser problemático? La doctora Hermosa explica que, en ocasiones, este problema puede hacerse crónico, especialmente si el paciente presenta carencias de hierro, problemas tiroideos o déficit de alguna vitamina. “Hay que acudir a la consulta cuando los efluvios telógenos duren más de cuatro o seis meses, o si se produce una pérdida significativa de la densidad capilar, para que el dermatólogo pueda realizar una analítica y buscar la causa de esa cronificación”.
A todo esto hay que añadir que el pelo tiende a caerse más en otoño, así que este año, con más razón que nunca, se deben adoptar medidas para reforzar la salud capilar.
Una de las más efectivas es potenciar el consumo de nutrientes que han demostrado su efectividad en este sentido. El doctor Javier Pedraz señala cuáles son los más importantes: “Hay que incluir en la dieta alimentos como las sardinas, la caballa, las nueces y el salmón, que son ricos en ácidos grasos omega 3 y omega 6, nutrientes que promueven la textura capilar. También se recomiendan los cítricos (la vitamina C mejora la circulación en el cuero cabelludo) y vegetales como la zanahoria y la calabaza y frutas como el melocotón y el albaricoque, ricos en carotenos, que juegan un papel clave en la prevención de problemas capilares como la caspa y la caída. Y por supuesto tomar mucha agua, fundamental para hidratar la estructura interna del cabello”.
Y no hay que olvidarse de la nutricosmética: los complementos formulados específicamente para reforzar la salud capilar y prevenir la caída suelen ser una opción a la que habitualmente se recurre la vuelta del verano, pero este año no está de más incluirlos en la maleta antes de salir de vacaciones.