El sol nos espera “con los rayos extendidos”. Pero este año, los cuidados para protegernos deben ser, si cabe, más intensos, ya que a nuestra piel le falta ese entrenamiento previo que siempre supone para los melanocitos el bronceado de fin de semana o de las vacaciones de primavera. Frena el lógico deseo de “recuperar el bronceado perdido” y tómatelo con calma… y mucha fotoprotección.

Sin duda, este verano nos exponemos al sol con más ganas que nunca y, también, con una “blancura cutánea” que no es habitual a estas alturas del año. Por tanto, a las recomendaciones “de toda la vida” respecto a la protección solar hay que incorporar ahora una serie de “anexos”. El primero es que hay que intensificar los cuidados previos ya que en este momento, y debido a las circunstancias de las últimas semanas, el organismo en general y la piel en particular se encuentran en una situación cuanto menos peculiar y que implica una mayor vulnerabilidad frente a los embates veraniegos. Y el segundo consiste en evitar las prisas y optar por un encuentro piel-radiación lo más progresivo posible.

El punto de partida: Ingredientes “revivificantes”

Muchas personas han comprobado cómo durante los últimos meses su piel se ha vuelto grasa y también, en aquellas que ya tenían esta tipología cutánea, la aparición o intensificación de los cuadros de acné. “El motivo hay que buscarlo en los procesos inflamatorios de diferente origen. La inflamación afecta a las glándulas sudoríparas, haciendo que éstas produzcan más sebo”, explica Pedro Catalá, doctor en Farmacia y fundador de Twelve Beauty. Y muchas de las circunstancias derivadas del confinamiento han contribuido especialmente a favorecer esta inflamación: el estrés y la ansiedad (aumentan la producción de cortisol, una hormona con efecto inflamatorio a nivel cutáneo); la alimentación “descontrolada” (sobre todo, los excesos de azúcares y grasas saturadas); la sequedad ambiental (que dificulta la correcta oxigenación); la falta de una rutina cosmética adecuada (tanto una higiene facial pobre como excesiva y con productos muy agresivos favorecen los problemas inflamatorios) y, sobre todo, la falta de sol (la radiación solar facilita la eliminación del exceso de aceite en la piel y previene la obstrucción de los poros).

La pauta clave para tratar este exceso de grasa es elegir muy bien los productos a aplicar, que deben ser específicos para esta tipología cutánea e incluir ingredientes como el agua de rosas (astringente), la arcilla (capaz de absorber el exceso de sebo), la manzanilla y el hamamelis (con propiedades dermopurificantes) o el aloe vera (tiene efecto calmante en pieles grasas y acneicas). Y, sobre todo, asegurar a este tipo de pieles la adecuada limpieza, tanto por la mañana como por la noche.

Vitamina C frente a la piel cetrina

Otro efecto secundario de la etapa pre-nueva normalidad es la falta de vitalidad cutánea, cuya máxima expresión es la tonalidad cetrina y apagada con la que la mayoría de las pieles han recibido el verano. Las causas son similares a las implicadas en la mayor producción de grasa y frente a ella, uno de los mejores aliados para “reactivar” el funcionamiento de la epidermis y, de paso, reforzarla frente a la exposición solar es la vitamina C. Gisela Bosque, make up artist de Sephora, considera a este ingrediente como el “imprescindible” para preparar la piel en este momento: “aunque se tenga una piel que se broncee con facilidad, las primeras exposiciones al sol pueden ser muy agresivas a nivel cutáneo. La vitamina C es un poderosísimo antioxidante con cuádruple acción: por un lado, frena los radicales libres; por otro, regula la actividad de los melanocitos; además, activa la síntesis de colágeno, por lo que es reafirmante; y, finalmente, potencia la eficacia de cualquier fotoprotector que se aplique a continuación”.

Fotoprotección “a fuego lento”

Tal y como comenta la doctora Gemma Márquez Balbás, dermatóloga del Hospital Universitario Quirón Dexeus, el hecho de que haber estado confinados durante varias semanas ha tenido el efecto colateral de pasar menor horas de las recomendadas expuestos a la radiación solar, y, como consecuencia de ello, que la piel esté más blanca de lo habitual y haya que adoptar más precauciones cuando se empieza a pasar más tiempo al aire libre. En estas circunstancias, la principal recomendación, según la doctora Márquez Balbás, es que la exposición a la radiación solar se haga de forma paulatina y que vaya aumentando progresivamente en el tiempo, ya que, a la falta de “entrenamiento solar” de nuestra epidermis hay que unir que la intensidad de la radiación en este momento es mayor ahora que en marzo, “y, por ello, la piel no ha podido adaptarse al incremento de intensidad de los rayos. En este sentido, el cuidado personal y, en concreto, la fotoprotección, resultan, más que nunca, imprescindibles para evitar alergias, urticaria solar y quemaduras por rayos ultravioleta. Es clave exponerse gradualmente al sol, evitando las horas de máxima incidencia solar y, por supuesto, utilizar siempre protección solar (preferiblemente SPF50+)”.

En la misma línea la doctora Ángeles Flórez, responsable de la campaña Euromelanona de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV), insiste en la necesidad de que la exposición solar se haga de menos a más: “hay que tener en cuenta que una gran parte de la población ha pasado muchas semanas sin recibir la radiación solar directamente, por lo que ahora, más que nunca, hay que exponerse al sol con sensatez, evitando la quemadura, que genera un daño cutáneo que queda en la ‘memoria’ de la piel, por lo que es fundamental prevenir los daños desde la infancia, de ahí la recomendación de usar cremas y otras herramientas de protección, como la ropa o los sombreros”. Entre las pautas de esa estrategia progresiva que se recomienda en este momento, la doctora Flórez aconseja tomar el sol de forma directa primero 5 minutos e ir subiendo paulatinamente hasta los 15-20 minutos, intentando no sobrepasar ese tiempo, sobre todo en la franja horaria entre las 12 y las 16 horas.

Claves para una exposición sensata

Por tanto, y para sacar todo el partido al tan ansiado “abrazo solar” sin poner en riesgo la piel, no estaría de más incluir en la bolsa de playa, a modo de recordatorio, la lista de consejos sobre cómo exponerse al sol, elaborada por Gemma Márquez Balbás en colaboración con la firma Veepee, y que resulta especialmente útil en un verano de  “nueva normalidad”:

  • La crema de protección debe aplicarse media hora antes de la exposición al sol, ya que no actúa de forma inmediata.
  • La radiación ultravioleta puede atravesar las nubes, por lo que en los días nublados también hay que aplicar fotoprotección.
  • Una crema de protección solar tiene una vida de 6 a 12 meses una vez abierto el frasco por primera vez. Es necesario renovar los protectores solares, ya que probablemente han estado sometidos a altas temperaturas y no se garantiza su capacidad de protección.
  • Los protectores para niños pueden usarlos los adultos, pero no todos los filtros de adultos pueden ser aplicados en los niños. Para los menores de tres años sólo se recomiendan filtros solares físicos o minerales.
  • La cantidad correcta a la hora de aplicar el fotoprotector es de 2 miligramos de producto por cada centímetro cuadrado de piel. Eso, en un adulto, equivale a 6 cucharadas (de las de café) para todo el cuerpo.
  • Es muy importante evitar las quemaduras solares, sobre todo en la infancia. Una quemadura a causa del sol supone un daño a nivel de las células cutáneas. Si se produce una quemadura, hay que esperar a la piel esté completamente regenerada antes de volver a exponerla al sol.
  • Los pacientes con acné deben usar siempre un fotoprotector adecuado para las pieles grasas, para evitar así empeorar el estado de este problema.
  • Los mejores productos solares son los que se usan. En España disponemos de una amplia variedad de protectores solares en distintas texturas: crema, gel, aerosol, con color (tipo maquillaje)… incluso con ingredientes que evitan que piquen en los ojos. Esta gran variedad hace que cada uno pueda encontrar el producto que se ajusta mejor a sus gustos y necesidades”, recomienda finalmente la experta.  

En busca de la vitamina D perdida

Las semanas “a la sombra” han favorecido también un potencial descenso de los niveles adecuados de vitamina D, una circunstancia que puede alimentar la idea-tentación de someterse a una exposición solar intensiva y sin la protección adecuada con la idea de reponer los niveles de esta vitamina en el organismo, lo que es a todas luces un error.  Tal y como explican los expertos de la AEDV, el principal reto en este sentido es establecer un equilibrio entre lo que es beneficioso para el cuerpo y lo que es dañino. “En el caso de la radiación solar, sabemos que la mejor franja horaria en la que, si estamos expuestos al sol, se sintetiza más vitamina D es la que va desde las 12 a las 16 horas. Y precisamente esta franja horaria es la que tiene más probabilidad de dar lugar a una quemadura, por lo que es importante limitarse a una corta exposición. La buena noticia es que para generar vitamina D sólo se necesita que la piel esté expuesta al sol durante 15 minutos al día tres veces a la semana”, comenta el doctor Agustín Buendía Eisman, responsable de campañas de la Fundación Piel Sana de la AEDV.

En línea con esto, la doctora Marta Villavella, dermatóloga de IDERMIC, recomienda exponerse al sol durante esos 15 minutos sin protección solar, excepto en una zona: la cara: “es la forma de favorecer la producción de vitamina D evitando los efectos del envejecimiento de la radiación UVA (manchas, arrugas, carcinogénesis), aplicando en el área facial SPF 50 +. La radiación UVB, que es la encargada de ayudar a sintetizar la vitamina D, se puede absorber exponiendo brazos y piernas”.

Niños: extremar (aún más) las precauciones

Si hay un sector de la población que ha visto alteradas sus rutinas éste ha sido el de los más pequeños. Por eso, su piel, ya de por sí más sensible a los efectos del sol que la de los adultos, ha acusado especialmente la falta de contacto con el exterior, de ahí la necesidad de extremar los cuidados previos y la fotoprotección. Así lo explica el doctor Josep González Castro, dermatólogo director de IDERMA Institut del Hospital Universitario Dexeus, de Barcelona, en unas recomendaciones sobre el tema en colaboración con Bioderma: “la protección solar resulta especialmente importante en los niños, tanto por sus efectos negativos inmediatos como por los tardíos (por acumulación). Las quemaduras solares en la infancia están relacionadas directamente con la aparición de cáncer de piel en la edad adulta. Durante los primeros 18 años, las personas acumulamos alrededor del 50% de la exposición solar recibida a lo largo de nuestra vida. Por eso, la protección solar infantil es aún más relevante que en los adultos”.

Tan importante como asegurar la correcta protección es adaptarla a las distintas edades infantiles: “En recién nacidos y niños menores de 6 meses, independientemente de su fototipo, hay que tener en cuenta que su piel es muy sensible a las quemaduras solares. Antes de los 6 meses no hay que aplicar protector solar (algunos ingredientes pueden ser perjudiciales a esta edad) y se deben limitar los paseos a primera hora de la mañana o a última de la tarde para evitar las horas de más radiación”.

En el caso de los niños mayores y adolescentes, el doctor González Castro recuerda que, al haber estado tanto tiempo en casa, es conveniente que cuando salgan al exterior lleven gorra o sombrero, y en las zonas que no estén cubiertas, aplicar un producto solar que ofrezca protección frente a las radiaciones UVB y UVA, resistente al agua y al roce y especialmente formulado para la edad pediátrica.

Bronceado “interior”: en su mejor momento

Hasta hace no mucho tiempo, la fotoprotección oral era una gran desconocida, pero cada vez más personas la incorporan en sus cuidados solares, tal y como se desprende del último Informe Heliocare Buenos hábitos al sol: hasta un 45% de la población general y el 35% de los jóvenes conocen estos productos y los utilizan. Se trata de complementos alimenticios formulados con ingredientes que contribuyen a la fotoprotección celular, fundamentalmente sustancias antioxidantes.

Tal y como recuerdan los expertos de Heliocare, para obtener una protección completa es necesario combinar la fotoprotección tópica con la oral ya que los estudios realizados al respecto reflejan que la población no se aplica la cantidad suficiente de producto, olvida determinadas zonas del cuerpo al hacerlo y no siempre realiza el gesto de reaplicarlo. “Es importante tener en cuenta que estos productos siempre deben utilizarse como un complemento de cremas, sprays o lociones, nunca en sustitución de éstos”, señalan los expertos.

Por tanto, la principal misión de esos solares “interiores” es subsanar estos déficits que en general presenta la fotoprotección tópica, pero también ejercen un importante efecto reparador del daño que las radiaciones solares pueden tener a nivel del ADN celular, con el plus añadido de que mejoran el aspecto de la piel y aseguran un bronceado uniforme y homogéneo.

Para potenciar los efectos de estos complementos se recomienda empezar a tomarlos unos 15 días antes de la exposición solar prolongada y continuar con su uso durante los meses de verano, aunque en todos los casos hay que tener en cuenta las pautas de cada producto y, sobre todo, el consejo del farmacéutico.

Hay diferentes presentaciones (cápsulas, sticks) pero en todos los casos la posología indicada es de una vez al día. Actualmente existe una amplia variedad de fotoprotectores orales en el mercado, que responden a las necesidades de los distintos tipos de piel o de los beneficios extra que se buscan (efecto autobronceador, antienvejecimiento, antimanchas…). Su uso está especialmente indicado en los casos de sensibilidad solar o intolerancia al sol, pieles que presentan alteraciones como la rosácea, reactivas o con daño actínico, y también en los casos en los que se está tomando algún tipo de medicación fotosensibilizante.

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