Una bajada de tensión brusca puede afectar al funcionamiento del cerebro y producir desmayos, situación que se produce con mayor frecuencia en verano debido a las olas de calor. Entre los principales síntomas de una bajada brusca de tensión están la visión borrosa, mareos, vértigo, somnolencia, debilidad, náuseas, confusión y pérdida de conocimiento.

Hay personas propensas a la hipotensión o tensión arterial baja, y para ellas, las altas temperaturas del verano aumentan las probabilidades de sufrir un descenso brusco de la tensión arterial. Suelen ser personas con antecedentes genéticos, la mayoría mujeres y delgadas. Pero ¿cómo se produce una bajada brusca de tensión y a qué mecanismos responden?

  1. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los niveles adecuados de tensión arterial para un adulto deben ser de 120 milímetros de mercurio o mm Hg para la presión sistólica (cuando el corazón late) y 80 mm Hg para la presión diastólica (cuando el corazón se contrae). Una presión arterial lo suficientemente baja hace que no llegue la suficiente cantidad de sangre a todas las zonas del organismo.
  2. Al no llegar la suficiente sangre a todas las zonas del organismo, las células no reciben suficiente oxígeno y nutrientes, y las células afectadas y los órganos en los que se encuentran comienzan a funcionar mal, pudiendo puede producirse síntomas como mareo y desmayos, e incluso un shock por ausencia de flujo sanguíneo, que puede poner en riesgo la vida.

Las personas sanas con una tensión arterial baja pero dentro de los límites normales (cuando la medida se toma en reposo) tienden a vivir más tiempo que las personas con una tensión arterial alta

Por qué baja bruscamente

  1. Una bajada brusca de tensión puede obedecer a muchas causas. Una de las más habituales se produce cuando una persona se mueve rápidamente de una posición sentada a una posición erguida, de manera que la presión arterial en los vasos sanguíneos que van al cerebro disminuye, provocando una sensación temporal de mareo, visión borrosa, desorientación o desmayo. Este fenómeno se denomina hipotensión ortostática o postural. Este efecto puede ser más pronunciado en personas deshidratadas, en las que tengan una temperatura corporal relativamente elevada (al salir de un baño caliente, por ejemplo), en quienes sufran ciertas enfermedades o en las que hayan estado tumbadas o sentadas durante largos períodos de tiempo. En la mayoría de las personas, el cuerpo actúa rápidamente para aumentar la presión arterial y evitar que la persona se desmaye.
  2. Cuando una persona tiene una hemorragia el volumen sanguíneo disminuye, por lo cual disminuye también la tensión arterial. En estos casos, los sensores activan varios procesos para evitar que descienda demasiado la tensión arterial.
  3. El calor y estados de deshidratación también pueden estar en el origen de un descenso brusco de la presión arterial, ya que no mantener un nivel adecuado de líquidos en el cuerpo, disminuye el volumen de sangre. El alcohol, aunque sea un líquido, favorece la deshidratación. Las bebidas alcohólicas afectan a la producción de la hormona antidiurética o ADH, que interviene en el equilibrio de los líquidos del cuerpo. Esta hormona controla la cantidad de agua que reabsorben los riñones. Sin embargo, el alcohol bloquea la ADH, por lo que el agua no se reabsorbe y se elimina más a través de la orina.
  4. Las comidas copiosas: después de comer, la sangre viaja hasta el aparato digestivo para ayudar en la digestión, con lo que se reduce la cantidad en el resto del cuerpo y cae la presión.
  5. Cuando se produce una infección grave, las bacterias dejan la zona infectada y entran en el flujo sanguíneo, pudiendo causar daño tisular y disminuyendo la presión arterial. En este caso, el descenso es muy severo y puede ser mortal. Hay diversos factores de riesgo de sufrir un shock séptico, como tener diabetes, leucemia o haber recibido un trasplante recientemente.
  6. Las personas con insuficiencia cardíaca, trastorno renal, diabetes, pericarditis, hipotiroidismo o arritmias cardiacas son más propensas a la hipotensión. También una reacción alérgica grave puede provocar una bajada peligrosa.
  7. Algunos medicamentos como los ansiolíticos o diuréticos.

Factores que las favorecen

  • Las altas temperaturas aumentan la sudoración y hacen que se elimine una mayor cantidad de líquidos, que se deben reponer. Asimismo, el calor puede dilatar los vasos sanguíneos, lo que hace que la sangre no ejerza tanta fuerza al pasar a través de las arterias. La sequedad en la boca, el pulso acelerado o la desorientación son algunos de los síntomas de la deshidratación. Si se notan algunos de ellos, hay que actuar con rapidez para evitar una bajada de tensión. Es importante evitar cualquier actividad física intensa o estar al aire libre entre las 12:00 y las 17:00 horas. Igualmente, es mejor no utilizar saunas ni darse duchas muy calientes.
  • El alcohol. Las bebidas alcohólicas disminuyen la tensión arterial hasta 12 horas después de su ingesta e inhiben la acción de la hormona antidiurética y hace que entren más ganas de orinar.

Qué comer para subirla

Comer poco pero frecuentemente equilibra la tensión. En tu dieta es conveniente que incluyas la sal, pero no más de los 5 g diarios recomendados, ya que, aunque sirva para subir la tensión, también puede tener efectos nocivos si se toman en grandes cantidades, como la retención de líquidos. Prueba a consumir cualquier alimento en salmuera, como los encurtidos, así como jamón o anchoas. También el regaliz es un alimento adecuado y se puede tomar en infusiones, por ejemplo. En cuanto al café, se ha demostrado que su efecto para subir la tensión dura apenas unos minutos. Solo produce un pico que cae rápidamente, por lo que es un remedio de muy corto plazo.

Decálogo para prevenir las BAJADAS DE TENSIÓN

  1. No permanezcas mucho tiempo de pie. 
  2. Levántate despacio y procura sentarte con los pies elevados por encima de la cintura.
  3. Bebe líquidos con frecuencia. 
  4. Cuidado con el calor. 
  5. No estés al sol en las horas centrales del día y busca siempre la sombra.
  6. Come en pequeñas cantidades, pero de manera frecuente.
  7. Consume sal, pero no más de los 5 g diarios recomendados.
  8. No consumas alcohol. 
  9. Evita cualquier actividad física intensa. 
  10. No utilices saunas ni te des duchas muy calientes.

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Redacción Consejos

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