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Una presión prolongada sobre la piel, por tener que permanecer encamado o en la misma posición puede, en poco tiempo, desencadenar la formación de úlceras por presión o escaras muy comunes en mayores y hospitalizados.
Estas lesiones afectan a la piel y a menudo a planos más profundos como el hueso, músculo, tendones o cartílagos, y están causadas por el aplastamiento de los tejidos entre dos planos, uno correspondiente al propio individuo (su hueso, cartílago, etc.) y otro externo a él (la cama o silla). La presión directa originada por el peso del cuerpo inmóvil sobre esa localización bloquea el flujo de sangre a esos tejidos y precisa de un tiempo muy corto para traducirse en lesiones graves e irreversibles.
Grupos de riesgo
Según el Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP) el 10% de la población mundial puede desarrollar a lo largo de su vida al menos una vez una herida crónica de cualquier etiología. Pero estas úlceras por presión están presentes principalmente en personas frágiles y mayores, con patologías muy relacionadas con la inmovilidad y la incontinencia. Se presentan aproximadamente en el 8% de todos los pacientes hospitalizados, en un 18% en las unidades de cuidados intensivos, y por encima del 13% en residencias de mayores y centros de convalecencia. También son muy frecuentes en los neonatos durante su estancia en las unidades de cuidados intensivos.
Las consecuencias
Estas heridas incrementan el riesgo de complicaciones, empeoran la calidad de vida del paciente generando un dolor y sufrimiento que se puede prolongar durante meses o años, son responsables de pérdidas funcionales, y pueden provocar incluso la muerte. Las investigaciones muestran que el riesgo de fallecimiento entre quienes las padecen puede aumentar entre 4 y 6 veces.
Escaras: qué hacer
Desde GNEAUPP indican que las úlceras por presión son evitables en el 95% de los casos a través de actuaciones profesionales y provisión de medios materiales adecuados.
- Así, se recomienda cambiar la postura del paciente ya que la inmovilidad es el principal aliado para su desarrollo.
- Utilizar superficies especiales en colchones y cojines.
- Un cuidado específico de la piel: limpiar y secar meticulosamente la región expuesta a incontinencia, hidratar la piel y aplicar ácidos grasos hiperoxigenados en zonas sometidas a presión y roce.
- Una nutrición enfocada a estos pacientes ha demostrado aumentar la resistencia de los tejidos.
- Se aconseja a los cuidadores solicitar y recibir el apoyo de enfermeras expertas para evaluar el riesgo y elaborar un plan preventivo individualizado.