También llamado eritema infeccioso, quinta enfermedad, o enfermedad del niño abofeteado, es una patología benigna, aunque contagiosa, causada por un virus, el parvovirus B19. Se manifiesta inicialmente en la piel con una erupción característica en las mejillas similar al rastro que deja una bofetada.

El megaloeritema afecta con más frecuencia a los niños en edad preescolar o escolar durante la primavera, pero pueden existir casos en cualquier época del año y es muy común (alrededor del 50% de las personas pasan esta infección). En la mayoría de los niños es leve y requiere poco tratamiento, sin embargo, en los adultos puede ser grave. La infección por parvovirus en mujeres embarazadas puede llevar a graves problemas de salud para el feto y también puede resultar grave en personas que padecen algún tipo de anemia o que tienen el sistema inmunitario deprimido.

Megaloeritema: estos son los síntomas

Según explica la Asociación Española de Pediatría, el megaloeritema empieza con escasa fiebre, dolor de cabeza y síntomas catarrales leves. Cuando estos síntomas están remitiendo, brota la erupción característica en la piel que comienza en las mejillas y es de color rojo intenso. Luego se extiende en sentido descendente por el resto del cuerpo, apareciendo manchas más pálidas en el tronco, los brazos y las piernas, como dibujando encajes. No suele aparecer en las palmas de las manos y las plantas de los pies. Con el tiempo las manchas se van aclarando por el centro, adquiriendo un aspecto parcheado. Determinados estímulos como la luz solar, el calor, el ejercicio y el estrés pueden reactivar la aparición de la erupción, para desparecer completamente en un período de una a dos semanas. Ocasionalmente se presenta dolor articular (en adolescentes o adultos) o anemia.

Contagiosa

El contagio se produce principalmente durante el período de incubación (el tiempo comprendido entre la entrada del virus y la aparición de los síntomas) o durante el período catarral por contacto con secreciones de la nariz, la boca o la garganta, especialmente las gotitas que se expelen al toser y estornudar. También puede haber contagio por compartir vasos y cubiertos.

Generalmente, leve

En la gran mayoría de los casos se trata de una afección leve que no requiere tratamiento. Como norma general los niños se recuperan rápidamente y sin complicaciones. En caso de que se presenten molestias articulares, se puede administrar un analgésico (paracetamol o ibuprofeno). Puede complicarse en personas adultas si coexiste con embarazo, anemia crónica, cáncer o enfermedades que afecten al sistema inmunitario.

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Redacción Consejos

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