Únete a nuestra comunidad
Toda la actualidad del mundo de la salud y la farmacia en Consejos de tu Farmacéutico.
Además, puedes seguirnos en nuestras redes sociales:
Los pólipos de colon son pequeñas protuberancias que crecen en el interior del intestino grueso. La mayoría son inofensivos pero, con el tiempo, algunos de estos pólipos pueden degenerar y dar lugar a cáncer de colon.
Los pólipos de colon aparecen en la mucosa que recubre el interior del colon. Normalmente miden pocos milímetros, aunque pueden alcanzar mayor tamaño; suelen tener relieve, pero también los hay planos y algunos presentan un tallo que los une a la mucosa adquiriendo la forma de un hongo (son los llamados pólipos pediculados). En ocasiones pueden llegar a ser muy numerosos y encuadrarse en un grupo de enfermedades llamadas poliposis.
La Fundación Española del Aparato Digestivo explica que la importancia de los pólipos radica en que pueden contener células con cambios precancerosos. Son los llamados pólipos adenomatosos, que pueden degenerar aún más con los años y acabar desarrollando un cáncer de colon. Así, en una gran mayoría de casos, se podría considerar que los pólipos son lesiones precancerosas. La probabilidad de que los pólipos “no adenomatosos” sean precancerosos es mucho menor.
¿Qué síntomas provocan?
- Si son de pequeño tamaño suelen ser totalmente asintomáticos.
- Sangrado rectal: cuando son algo más grandes pueden dar lugar a la aparición de sangre con las deposiciones (aunque esta también puede deberse a otras causas tales como hemorroides o desgarros leves del ano).
- El sangrado puede provocar, además, anemia por déficit de hierro y cambio en el color de las heces (la sangre puede presentarse como rayas rojas en las heces o hacer que estas tengan color negro).
- Raramente, si adquieren gran tamaño, pueden dar lugar a obstrucciones del intestino grueso y provocar dolor abdominal con cólicos.
Pólipos de colon: el tratamiento
El mejor método para detectar los pólipos de colon es la colonoscopia, pues permite visualizarlos muy bien y detectarlos aunque sean muy planos o de tamaño muy pequeño. Además, la mayoría de ellos pueden ser extirpados directamente en el momento de la colonoscopia, utilizando para ello pinzas o asas de corte especiales (es lo que se conoce como polipectomía endoscópica). Los avances en la endoscopia están permitiendo también introducir técnicas cada vez más complejas para evitar tener que someter al paciente a una cirugía.
Cuando no es posible el tratamiento por endoscopia, hay que recurrir a la cirugía para extirpar el trozo de intestino grueso que contenga el pólipo. Todos los pólipos extirpados deben remitirse para su análisis en el microscopio y poder determinar así sus características, si tienen alguna anomalía y la extensión de la misma. Eliminarlos cuando aún miden pocos milímetros evita que dé lugar a la aparición de un cáncer y, por tanto, permite prevenir su aparición.