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Si hasta hoy la psoriasis no tenía cura, actualmente la terapia biológica se perfila como el tratamiento más esperanzador, al permitir por primera vez que la enfermedad remita durante largos períodos de tiempo
La psoriasis es una de las enfermedades dermatológicas más frecuentes: sólo ella representa aproximadamente el 10 % de las consultas dermatológicas. En España, cerca de un millón de personas (entre el 1 y el 2 % de la población) padecen esta enfermedad inflamatoria de la piel, que se caracteriza por su cronicidad y por el grado de inadaptación social que conlleva. De hecho, la psoriasis puede reducir la calidad de vida y afectar en distinto grado a la capacidad de trabajo, a la vida sexual, a las relaciones familiares, al sueño, y en algunos casos incluso a la destreza manual de los afectados. En otras ocasiones, son las enfermedades reumáticas asociadas las que hacen difícil la adaptación social de los enfermos.
De origen misterioso
Aunque se tiene la certeza de un factor genético implicado en su aparición, las causas de esta enfermedad son un misterio por desvelar aún para la comunidad científica. La mayoría de las hipótesis avalan la tesis de que se produce por un fallo o alteración en el sistema inmunológico celular que iniciaría el proceso. Sólo las personas predispuestas genéticamente pueden expresar la enfermedad. Pero son los factores ambientales o las circunstancias las que propician los brotes. Una emoción intensa, un shock psicológico, una enfermedad infecciosa, el clima frío, las alteraciones endocrinas, el consumo de fármacos o una intervención quirúrgica, pueden hacer que el ciclo de renovación de los linfocitos T de la piel, se acelere, adoptando una velocidad en torno a siete veces mayor de lo normal, lo que obedece a un fallo del sistema inmune. De esta forma, un proceso que en condiciones normales viene a durar unos 28 ó 30 días, se acorta a una semana. Los brotes alternan con períodos de remisión, aunque la duración de éstos depende de cada persona.
Las lesiones
Esta superproducción celular conduce a un espesamiento de la capa córnea (por acumulación de las células sobrantes), y está asociada a un proceso inflamatorio. Sobre la piel se forman placas rojas y espesas, recubiertas de escamas que se caen fácilmente cuando se rascan, y que se conocen como lesiones eritemato-escamosas. Estas placas se localizan en las zonas de mayor frotamiento como los codos, las rodillas, el cuero cabelludo y los pliegues de la piel, produciendo picor, comezón, dolor y en ocasiones, heridas sangrantes. En los casos más graves, la psoriasis puede extenderse a la piel de todo el cuerpo, haciendo muy difícil la vida social, familiar y profesional de los enfermos. El 15 % de los pacientes con psoriasis padecen además artritis y dolores en las articulaciones, que pueden llevar a una situación de discapacidad en el 5 % de los casos.
Su incidencia
La psoriasis puede aparecer a cualquier edad, aunque es más frecuente en adultos que en niños, y afecta por igual a ambos sexos. Aunque existen dos franja de edad (entre los 15 y 20 años y entre los 55 y 60 años), en los que su incidencia es mayor.
Los problemas cotidianos
Según datos de Acció Psoriasi, asociación de pacientes y familiares perteneciente a la Federación Europea de Asociaciones de Psoriasis (EUROPSO), hasta un 57 % de los pacientes afirma que la enfermedad interfiere en su ritmo de vida o en su relación con el medio. Dentro de este grupo, el 36 % declara depresión y el 30,4 % aislamiento, por causas como el rechazo estético (25,5 %), rechazo social (21,6 %), rechazo laboral (6,9 %) y vergüenza (4,9 %). Se trata, por tanto, de una enfermedad que puede reducir la calidad de vida seriamente y afectar en la vida de una persona de diversas maneras (capacidad para trabajar, vida sexual, aumento del consumo de tabaco y alcohol, depresión, aislamiento, estrés, relaciones familiares, problemas para dormir, dificultad para utilizar las manos y caminar, etc.).La gravedad de esta enfermedad, por tanto, no se establece únicamente en función de la proporción del cuerpo que se vea afectada, sino también por las consecuencias físicas, psicológicas y sociales que la enfermedad tiene en el enfermo. Tal y como ha reconocido Enrique Herrera, del Hospital Universitario Virgen de la Victoria, en Málaga, a pesar de que en raras ocasiones (sólo hay 100 casos documentados) la psoriasis provoca la muerte del paciente, sí puede tener importantes repercusiones psicológicas que, en los procesos más severos, puede causar ansiedad y depresión. De hecho, un estudio realizado por la Fundación Nacional de Psoriasis de EEUU, indicó que el 10 % de los afectados por psoriasis intentaron quitarse la vida en el año 2001.
Tratamiento individualizado
Hoy en día no existe ningún medicamento capaz de curar la psoriasis. Sin embargo, sí existen tratamientos de choque dirigidos a minimizar los síntomas. Son los tratamientos sistémicos (fármacos por vía oral o inyectable, no exentos de efectos secundarios como la toxicidad renal o hepática), y los tratamientos tópicos. Estos últimos pretenden blanquear las lesiones y devolver a la piel su aspecto normalizado, aunque su eficacia depende del tipo y la gravedad de la enfermedad, de la superficie corporal afectada, de la edad, el sexo y el estilo de vida del afectado. Los tratamientos tópicos se aplican sobre la piel y consisten en ungüentos, cremas o geles que contienen alquitranes, análogos de la vitamina D3, retinoides tópicos, corticoides tópicos u otros principio activos, rayos UV-B y UV-A, baños y emolientes. En cualquiera de los casos, es fundamental que el tratamiento sea bien tolerado y contribuya a mejorar la calidad de vida del enfermo, lo que sólo podrá conseguirse, en palabras de la Dra. Carmen Herrero, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico de Barcelona, partiendo del diálogo y la confianza mutua entre el médico y el paciente, herramientas fundamentales para que el tratamiento individualizado se lleve a término con éxito.
Efectos secundarios
Según datos facilitados por la Fundación Nacional de Psoriasis de Estados Unidos, el 78 % de los pacientes manifiesta que los efectos secundarios de la medicación son mayores a los beneficios. Los tratamientos tópicos en ocasiones causan olores desagradables y exigen bastante tiempo diario para su aplicación. Además, las lesiones eritemato-escamosas reaparecen una vez que se deja cualquiera de las terapias actuales. Todos estos factores provocan que un tercio de los pacientes abandonen los cuidados y, que a largo plazo, se puedan producir manifestaciones más agresivas de los síntomas.
Calmar la inflamación
- Para no irritar de antemano la piel, conviene eliminar todos los agentes agresivos: desde el
jabón y los productos de higiene decapantes, hasta la ropa que áspera que pica. - Por el contrario, hay que utilizar jabones extra-grasos y productos emolientes e hidratantes, además de llevar siempre ropas ligeras y suaves.
- Los tratamientos locales hacen que el principio activo trabaje directamente sobre las lesiones, por lo que tienen la ventaja de no pasar por la sangre. Bajo la forma de pomadas, cremas, lociones y champús resultan muy indicados en las zonas poco extendidas y para tratar el cuero cabelludo. Se utilizan solas o asociadas, y los principios activos que contienen son el alquitrán, la antralina y los dermocorticoides a menudo asociados al ácido salicílico, que decapa las capas dejando caer las escamas.
- La vitamina D3 y sus derivados (particularmente el calcipotriol, que actúa reduciendo la proliferación de las células y la inflamación al mismo tiempo) revolucionaron en su momento el tratamiento de la psoriasis. Sin embargo, también puede originar fenómenos de irritación y de hipercalcemia, trastorno éste último asociado al consumo de los derivados de la vitamina D.
La terapia biológica
En la actualidad, se están desarrollando nuevos tratamientos biológicos que actúan de forma selectiva sobre los linfocitos T, células responsables de la formación y mantenimiento de las placas psoriásicas. La terapia biológica emplea proteínas terapéuticas desarrolladas mediante ingeniería genética, y difiere de los tratamientos existentes en la actualidad en que se dirige a combatir los procesos que dan lugar a la aparición de la psoriasis, deteniendo su progresión y la aparición de los brotes. Por lo tanto, esta terapia se dirige a aspectos específicos del sistema inmunitario y su uso puede llegar a ser más seguro y eficaz que el de los tratamientos actuales.
El primer medicamento biológico ya está en el mercado de Estados Unidos. En España, varios hospitales españoles participan en un estudio europeo multicéntrico fase III sobre terapia biológica, del que se esperan obtener resultados muy prometedores.
Junto a esta línea de investigación hay otros tratamientos aún en fase experimental, como los ensayos con inmunosupresores bloqueadores de los linfocitos T activados, o los estudios con derivados de la ascomicina. Respecto de la terapia génica o genoterapia, aunque no se puede hablar de su uso para esta enfermedad, es de esperar importantes avances, ya que la investigación genética y molecular de la psoriasis ocupa a diversos grupos de investigación en la actualidad, explica la Dra. Herrero.