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Los nuevos dispositivos de consumo de tabaco IQOS han revolucionado el mercado. Sin embargo, hay muchas razones que indican que el consumo de sucedáneos del tabaco es igual de perjudicial para el hombre. La polémica está servida.
Los dispositivos IQOS se basan en el calentamiento del tabaco, en lugar de en su combustión, como ocurre con el cigarrillo normal. Ello provoca que el humo que se libera contenga un menor número de sustancias tóxicas que el que se libera de los cigarrillos normales. No nos engañemos, la Sociedad Española de Neumología e Inmunología Clínica (SEPAR) lo ha dejado muy claro: no son eficaces en la reducción del daño ocasionado por el consumo de tabaco. Y hace una advertencia: de acuerdo a los postulados del Convenio Marco para el Control del Tabaquismo, convenio que ha sido firmado y ratificado por el Gobierno de España, los profesionales sanitarios no deben colaborar con la Industria Tabaquera en sus actividades de promoción y venta de sus productos mediante acciones formativas o informativas.
1. La cantidad de nicotina que se obtiene con el consumo de IQOS es muy similar a la que se obtiene con el consumo de los cigarrillos normales. Por lo tanto, la utilización de IQOS es tan adictiva como el consumo de cigarrillos normales.
2. Aunque la cantidad de Nitrosaminas específicas del tabaco que es detectada en el humo liberado por el IQOS es menor que la encontrada en el humo liberado por los cigarrillos normales, esta cantidad es suficiente para causar toxicidad en el organismo de aquellos que lo consumen.
3. Aunque la cantidad de componentes orgánicos volátiles presentes en el humo liberado por IQOS es menor que la encontrada en el humo liberado por los cigarrillos normales, esta cantidad es suficiente para causar toxicidad en el organismo de aquellos que lo consumen.
4. Aunque la cantidad de hidrocarburos aromáticos policíclicos presentes en el humo liberado por IQOS es menor que la encontrada en el humo liberado por los cigarrillos normales, esta cantidad es suficiente para causar toxicidad en el organismo de aquellos que lo consumen. Además, uno de estos hidrocarburos aromáticos policíclicos, el acenafteno, se encuentra en el humo del IQOS en una concentración sensiblemente superior (más del doble) a la encontrada en el humo de los cigarrillos normales.
Otros sucedáneos del tabaco: pipas de agua
Otro de los caballos de batalla contra los que nos advierte la SEPAR, y que está arraigando fuerte entre los adolescentes, son las pipas de agua, que a su juicio son tan nocivas como un cigarrillo y contienen una concentración de nicotina por gramo similar al tabaco y también generan dependencia o adicción a la nicotina. Una sesión típica con estos “aparatos” de fumar equivale a inhalar 200 veces el humo de un cigarrillo, presentando su humo niveles altos de CO, metales pesados y sustancias cancerígenas. Además, se ha visto que otras fuentes de calor, como la madera o el carbón, contienen sus propios tóxicos, y compartir su boquilla entraña riesgo de infecciones. Así lo ha expuesto el doctor Jaime Signes-Costa, neumólogo del Hospital Clínico de Valencia y miembro de SEPAR. Por esta razón, “las pipas de agua deben estar sujetas a una regulación similar a otros productos del tabaco y, en este sentido, se deben incluir avisos sobre la salud, erradicar los mensajes de “cero” alquitrán y otros mensajes relacionados con “natural” o “ecológico”, establecer programas de prevención y estrategias de cesación, prohibición de usarlas en lugares públicos y hacer más educación para sanitarios”, explica este experto. Sobre todo teniendo en cuenta que es una tendencia al alza entre los adolescentes, sobre todo estudiantes universitarios o de bachillerato, y el 28% de los jóvenes de entre 15 y 24 años europeos han intentado usarlas alguna vez.
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