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La apuesta más segura para mantener una buena salud metabólica es seguir una dieta mediterránea acompañada de un periodo de descanso nocturno regular de 7-8 horas. Así lo defiende la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, que afirma que la ausencia de sueño tiene como consecuencia un modelo de estrés y activación del sistema nervioso simpático, que puede traer consigo el desarrollo de obesidad abdominal y resistencia a la insulina. Nos lo explica el doctor Javier Salvador, miembro del área de Neuroendocrinología de la SEEN.
Pie de foto: El doctor Javier Salvador es miembro del Área de Neuroendocrinología de la SEEN
La falta de sueño está asociada al riesgo de desarrollar obesidad y diabetes tipo 2. ¿Cómo se produce esta asociación? ¿Qué ocurre a nivel metabólico cuando uno duerme poco?
Numerosos estudios epidemiológicos y otros realizados experimentalmente mediante deprivación de sueño muestran que dormir menos de 6 horas al día se asocia con obesidad. Existen múltiples causas implicadas en este fenómeno. Por una parte, reducir el periodo de sueño genera un patrón hormonal que se caracteriza por aumentar la concentración de ghrelina, una hormona de origen gástrico con efecto estimulador del apetito, y disminuir la de leptina, procedente del tejido adiposo y de efecto saciante. El resultado es un efecto estimulador de la ingesta calórica, que obviamente promueve la obesidad. Si la deprivación de sueño es muy intensa se produce una alteración en el ritmo sueño-vigilia consiguiente también alterando los mecanismos controladores de la ritmicidad circadiana, lo que se asocia a obesidad y a mayor riesgo de sus complicaciones, como diabetes, dislipemias o hipertensión. Adicionalmente, la somnolencia diurna produce cansancio que se asocia con menor actividad física.
¿La apnea del sueño y otros tipos de trastornos del sueño también puede tener efectos adversos a nivel metabólico?
El síndrome de apnea obstructiva del sueño, de intensidad moderada o severa, genera fragmentación del sueño y somete al organismo a episodios de hipoxia intermitente que da lugar a un aumento de la actividad del sistema nervioso simpático, el cual aumenta la probabilidad de hipertensión arterial y de resistencia insulínica que es un heraldo de la aparición de diabetes. A todo ello se suman las alteraciones mencionadas en la pregunta anterior. Esto hace que la apnea obstructiva del sueño aparezca con frecuencia en los cuadros de obesidad abdominal en los que el grosor del cuello se encuentra aumentado. Como referencia puede tomarse 43 cm en varones y 38 cm en mujeres, valores por encima de los cuales aumenta el riesgo de apnea del sueño por efecto compresivo, especialmente si se asocian con obesidad. En conjunto, el síndrome de apnea obstructiva del sueño es una complicación muy temida de la obesidad que aumenta el riesgo cardiovascular y de accidentes de tráfico por la somnolencia diurna que lleva acompañada.
¿Qué otras complicaciones pueden provocar la falta de sueño?
El síndrome de apnea obstructiva del sueño es la complicación de la obesidad que con mayor frecuencia genera alteraciones del sueño. Otras causas pueden relacionarse con alteraciones psiquiátricas como depresión o ansiedad, la presencia de otras enfermedades como el hipertiroidismo, medicaciones que afecten el ciclo sueño-vigilia y la realización de actividad física intensa antes de acostarse, que al igual que la toma excesiva de cafeína pueden excitar vías neuronales que impidan la conciliación del sueño.
El sistema regulador del metabolismo no es tan sencillo y depende también de las interacciones, por ejemplo, con el sistema nervioso. ¿Cómo se regula el metabolismo en nuestro organismo?
Afortunadamente vamos conociendo más mecanismos, pero el sistema es extraordinariamente complejo. Podríamos decir que existe una auténtica red compuesta por órganos clave como el sistema nervioso central, tejido adiposo, sistema gastrointestinal, páncreas, hígado y tejido muscular. Estos son los componentes más importantes. Existen numerosas conexiones endocrinológicas y a través de vías neuronales que permiten las interacciones entre ellos y regulan el comportamiento alimentario, el gasto energético y el metabolismo intermediario. Sobre ellos actúan componentes fisiopatológicamente importantes como la resistencia insulínica o la inflamación. Recientemente, se presta mucha atención al papel de la microbiota intestinal, que interacciona de forma muy relevante con el tejido adiposo y el sistema nervioso, llegando a modular el apetito y la saciedad e incluso el estado cognitivo.
Javier Salvador: «El síndrome de apnea obstructiva del sueño es la complicación de la obesidad que con mayor frecuencia genera alteraciones del sueño»
Teniendo en cuenta que los ciclos hormonales propios de hombres y mujeres influyen en el apetito y en la ganancia de peso de manera diferente. ¿Deberían existir diferencias en cuanto a los patrones alimentarios de hombres y mujeres? ¿El tipo de dieta debería ser diferente para unos y otros? ¿Cuál es la influencia hormonal en el apetito de las mujeres?
Las hormonas sexuales poseen un gran número de receptores en estructuras del sistema nervioso central, con especial mención al hipocampo, que con otros componentes del sistema límbico regula las emociones, la memoria y la función del sistema nervioso autónomo. Estas estructuras poseen conexiones con distintos sistemas hormonales, lo que explica que las emociones, o el estrés se acompañan de respuestas hormonales, que a su vez modulan las funciones del sistema límbico. La mujer en edad fértil posee un ciclo menstrual que comporta la variación mensual de las hormonas de procedencia ovárica, como estrógenos y progesterona como sus máximos representantes. Existen evidencias experimentales en animales del papel que las hormonas sexuales tienen sobre el control del apetito y del peso. Los efectos en humanos no se encuentran bien establecidos. Sin embargo, se ha descrito un aumento del apetito y del comportamiento compulsivo en la fase premenstrual, justo cuando las concentraciones de progesterona se encuentran más elevadas. Sin embargo, globalmente estos efectos son modestos. En las personas con síndrome premenstrual disfórico estos síntomas pueden ser más llamativos con efectos somáticos y conductuales y una mayor apetencia por alimentos de alto contenido en carbohidratos de absorción rápida que se puede asociar a ganancia ponderal. Los estrógenos se han mostrado regular la concentración de leptina y su sensibilidad a nivel del hipotálamo.
¿Y de los hombres…?
En los hombres el sistema es diferente porque no hay ciclicidad, sino una concentración razonablemente estable del andrógeno por excelencia que es la testosterona producida fundamentalmente por las células de Leydig testiculares. La testosterona se transforma en parte en estradiol, por lo que no es sencillo establecer su papel en el control de la ingesta. En cualquier caso, los efectos en el varón sano no son claros. Las situaciones de hipogonadismo se asocian con frecuencia a obesidad, pero la administración exógena de testosterona posee un efecto anabolizante a nivel muscular que puede asociar con aumento de mas magra y de peso.
¿Cómo afectan la menopausia y la andropausia al apetito?
La menopausia se asocia con frecuencia a aumento de peso, aunque es un tema controvertido. Algunos sostienen que es mas la edad que la detención de la función ovárica la responsable del aumento de la masa grasa, mientras que otros defienden que la deprivación hormonal que se produce en la menopausia, se asocia con un patrón de distribución grasa más masculino con aumento de grasa abdominal y visceral que aumenta el riesgo de diabetes, dislipemia, hipertensión y de otras complicaciones asociadas a la obesidad. No se puede descartar que se produzca un aumento del tono androgénico relacionado con la producción hormonal suprarrenal que de lugar a un entorno metabólico más parecido al del varón que el que tiene lugar en la edad fértil. En cualquier caso, tanto andrógenos como estrógenos poseen efectos anabolizantes, por lo que su disminución en menopausia y andropausia se acompaña de disminución de masa muscular y aumento de masa grasa, promocionando así la obesidad. En la mujer la menopausia se produce de forma mucho más brusca que la andropausia, que tiene lugar de forma progresiva, pero algunas características son comunes por el aumento de masa grasa y la reducción en masa magra, así como una mayor fragilidad y riesgo de disfunción cognitiva.
¿Cómo debe ser un periodo de descanso nocturno adecuado?
Se estima que el periodo de sueño debe ser de 6-8 horas, aunque es diferente en relación con la edad, Dormir menos de 6 horas se considera como un modelo de deprivación de sueño, y por tanto generador de riesgos para la salud. La calidad del sueño es muy importante, pues las personas con síndrome de apnea del sueño, por ejemplo, tienen con frecuencia un sueño fragmentado y de mala calidad.
Entre tantas dietas, ¿cuál es la apuesta más segura para mantener una buena salud metabólica?
A día de hoy el programa de alimentación que más ventajas ha demostrado es la dieta mediterránea con sus múltiples beneficios a nivel metabólico, cardiovascular, cognitivo, sobre la aparición de cáncer y sobre la mortalidad.