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El edema óseo es una inflamación o lesión en la zona medular del hueso, originada, en la mayoría de los casos, por un traumatismo.
El edema óseo es una inflamación o lesión en la zona medular del hueso, originada, en la mayoría de los casos, por un traumatismo.
Un golpe, un sobreesfuerzo o los microtraumatismos producidos por impactos repetitivos (como sucede en el running) pueden dañar el interior del hueso provocando un edema óseo. Esta inflamación de la zona medular del hueso, lo que se conoce como hueso trabecular o esponjoso, se produce por una acumulación de líquido y es más habitual en ciertas zonas anatómicas y huesos, a saber: cadera, rodilla, tobillo, tibia, hombro y muñeca.
Doloroso
La causa más común son los traumatismos provocados por golpes o los microtraumatismos, que a su vez pueden verse favorecidos por una alteración del metabolismo óseo, problemas de tiroides u otras enfermedades endocrinas, o falta de vitamina D y calcio, como ocurre en la osteoporosis.
El síntoma principal del edema óseo es el dolor localizado en el hueso de la zona dañada, que se exacerba con la actividad y disminuye con el reposo. Aunque, si la lesión persiste, el dolor puede prolongarse incluso estando en reposo. En ocasiones y dependiendo de su localización, el edema óseo puede provocar cojera o disminuir la movilidad de las articulaciones.
Diagnóstico y tratamiento
La prueba de elección para el diagnóstico es la resonancia magnética que permite la localización precisa, estudiar su tamaño, extensión y controlar su evolución. Con la radiografía convencional no es posible visualizarlo.
La absorción total de un edema óseo suele oscilar entre 12 y 24 semanas, aunque la evolución varía en función de su naturaleza, y de cuán precoz sea el diagnóstico y tratamiento. El principal paso a la curación es el reposo (de 4 a 6 semanas) a la vez que se disminuye la carga sobre la zona. Se pueden administrar diferentes fármacos, como analgésicos y AINES y puede ser recomendable la ingesta de vitaminas D y C así como el calcio.
Una vez superada la fase de reposo llega el momento de realizar ejercicios en carga de manera progresiva hasta que el hueso recupere su condición óptima, que se puede complementar con un tratamiento de fisioterapia como la magnetoterapia o la actividad física acuática.